martes, junio 28, 2011

El último saludo de Peter Falk


Este fin de semana nos sorprendía con la noticia de la muerte de Peter Falk. Cierto es que llevaba ya varios años muy enfermo, afectado de demencia, quizá consecuencia de la anestesia utilizada en una serie de operaciones dentales, quizá simplemente un agudo ataque de Alzheimer, quizá una mezcla de ambas. Pero no deja de ser triste la pérdida.
Falk estará siempre ligado para todos al personaje del Teniente Colombo. Un zarrapastroso pero sagacísimo teniente de policía, hombre de procedencia humilde siempre capaz de vencer a los criminales de la clase privilegiada, devoto de su esposa (que nunca apareció en pantalla, aunque con ella como protagonista tratase de realizarse un vergonzoso spin-off en 1979 que fracasó estrepitosamente), investigador de homicidios con aversión a la sangre y reacio a la utilización de armas de fuego.
El público identifica tanto al personaje con Falk que no es demasiado conocido que hubo otros actores que interpretaron a Colombo. El personaje fue creado por William Link y Richard Levinson en 1960 para un programa de televisión en directo, y fue interpretado por Bert Freed. Posteriormente se adaptó dicho episodio a una obra de teatro, con el veterano Thomas Mitchell como Colombo y con todo un Joseph Cotten como asesino. La obra tuvo un cierto éxito, pero Mitchell falleció durante la gira y Colombo desapareció de escena. La obra no volvió a representarse hasta el 2010, con el detective interpretado nada menos que por Dirk Benedict (sí, el del Equipo A y la primera Galáctica).
El momento clave en la trayectoria de este personaje sucedería en 1968, cuando la NBC decidió realizar un telefilme adaptando la obra. El personaje de Colombo fue ofrecido a Lee J. Cobb, que no estaba disponible, y a Bing Crosby, que lo rechazó, antes de que acabara cayendo en manos de Peter Falk, que era más joven de lo que los escritores habían imaginado pero que, entusiasmado con el personaje, lo hizo suyo desde el primer momento. Falk le añadió al personaje muchas cosas de su propia cosecha: él personalmente escogió el ruinoso coche del detective, después de verlo aparcado en el parking de los estudios; la ropa que llevaba era la suya propia, incluyendo la mugrienta gabardina que ya todos asocian al detective (la había comprado de urgencia en un mercadillo para protegerse de un tremendo chaparrón); y su icónica tendencia a la digresión inoportuna eran improvisaciones que Falk se permitía en los rodajes de modo que su interlocutor reflejara una incomodidad y una impaciencia real en la escena. La excelente labor desarrollada por el actor con su personaje se vería recompensada con cuatro Emmys.
El telefilme obtuvo tan buenos resultados que la NBC encargó un segundo en 1971 a modo de piloto, y la respuesta fue incluso mejor, por lo que se dio luz verde a la serie, que semantendría en antena hasta 1978 y que después sería recuperada por ABC (con un sorprendente nivel de calidad y aceptación por parte del público) a partir de 1989, con dos temporadas más o menos regulares hasta 1990 y, posteriormente, a un ritmo mucho más irregular, en una colección de episodios especiales de los que el último se emitiría en 2003. En 2007 parece ser que estaba previsto realizar un último episodio, escogido ex profeso por Falk para ser el último de Colombo, pero es entonces cuando el actor cayó enfermo y quedó incapacitado para volver a interpretar.
Colombo no era una serie que destacase tan sólo por el extraordinario personaje que la protagonizaba, es que además se salía de lo común en varios aspectos. No tenía una cabecera, sino que el título de cada episodio y los créditos aparecían sobreimpresos en letras amarillas en los primeros momentos del episodio. Tampoco tenía un tema musical propio. Y, sobre todo, popularizó el relato de detectives inverso, en el que se sustituía el misterio del clásico quién lo hizo por el más moderno suspense del cómo lo atrapará. Probablemente a esto no fuera ajeno que Link y Levinson, sus creadores, hubieran trabajado en La hora de Alfred Hitchcock. Así, cada episodio (salvo unas pocas excepciones) daba comienzo con el crimen y a partir de ahí la historia seguía los avances del asesino y el policía jugando al ratón y al gato hasta que, invariablemente, Colombo conseguía atrapar al culpable. Que solía estar interpretado por algún actor invitado de postín: en su larga trayectoria se enfrentaron al detective ilustres como Johnny Cash, John Cassavettes, Robert Culp, Faye Dunaway, Martin Landau, Janet Leigh, Vera Miles, Ray Milland, Leonard Nimoy o William Shatner; pero el invitado más importannte sería Patrick McGoohan (El prisionero), gran amigo de Falk, que daría vida al villano en cuatro ocasiones, dirigió cinco episodios y escribió y produjo dos, una larga colaboración por la que sería recompensado con los dos únicos Emmys de su carrera.
Colombo es, probablemente, uno de los mejores personajes jamás creados en televisión. Y lo es gracias sobre todo al modo en que le dio vida Peter Falk.
Pero Falk era mucho más.
Gran actor con amplios registros, capacitado tanto para la comedia como para el drama, encontró tarde su vocación y no lo tuvo nada fácil en sus inicios, por su aspecto no muy agraciado y, principalmente, porque los productores eran reacios a contratar a un actor con un ojo de cristal (había quedado tuerto a los tres años). Sin embargo dos nominaciones consecutivas a los Oscar (por El sindicato del crimen y Un gangster para un milagro) y dos a los Emmy por sus trabajos en televisión, incluyendo su primer premio en 1962 por el drama El precio de los tomates, impulsarían definitivamente su carrera. Apareció en míticas comedias como El mundo está loco, loco, loco, La carrera del siglo o Un cadáver a los postres. Mostró su vena dramática en las películas de su buen amigo John Cassavettes. Fue el abuelo que contaba la historia en La princesa prometida.
La sombra de Colombo sería alargadísima, pero Falk no era un actor de un sólo personaje. Este fin de semana se ha ido un grande. Un actor de los que ya no quedan.
Descanse en paz, Peter Falk.

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