viernes, febrero 21, 2014

¡¡Ha-haaa!!

A estas alturas ya debería ser conocido por los (escasos) seguidores de este blog mi afición por las páginas anómalas de la historia de la música. Artistas que te hacen sangrar los oídos, canciones diseñadas para no triunfar que acaban arrasando o grupos tan poco dotados para la música que acaban dando la vuelta a la escala y asomando por el otro lado han tenido su espacio en entradas anteriores. Pero aún quedan muchas historias que contar. Hoy os hablaré de uno de los singles más insólitos que jamás han entrado en el podio de los discos más vendidos de los Estados Unidos, y que casi 50 años después todavía conserva cierto estatus de culto. Hoy os hablaré de Napoleón XIV.

Jerry Samuels aún no había cumplido los 30 pero ya era todo un veterano del negocio de la música. Llevaba desde los 16 años trabajando como compositor a sueldo para las compañías del tin pan alley, y él mismo había grabado varios discos a finales de los 50, tanto a su nombre como utilizando los pseudónimos de Jerry Field and the Lawyers o Jerry Simms. Sin embargo no tuvo demasiada suerte en aquellas aventuras, por lo que acabaría concentrándose en su trabajo como productor (trabajando en uno de los estudios de grabación independientes más importantes de Nueva York) y como compositor, alcanzando su mayor éxito en 1964, cuando Sammy Davis Jr colocaría una de sus canciones, The shelter of your arms, en el top 20 de las listas de ventas.
Y es aquí cuando la cosa se pone interesante.
Con un estudio de grabación a su disposición, Samuels tiene tiempo y material de sobra para hacer experimentos. Y en 1966 decide jugar con un oscilador de frecuencia para alterar el tono de una grabación, un poco al modo en que Ross Bagdasarian había jugado con la velocidad de la grabación para grabar los discos de Alvin y las Ardillas desde ocho años antes, pero permitiéndole cambiarlo sobre la marcha y manteniendo el tempo. Utilizando una grabación de unos pocos segundos de tambor y pandereta creó una sencilla base rítmica. Luego hizo una letra divertida que se prestase a la deformación sonora con la que estaba experimentando, contando la historia de un hombre que se vuelve loco cuando su mujer le abandona y cuya caída en la demencia sería ilustrada por su voz haciéndose más aguda, y, en vez de cantarla, la declamó al ritmo de la base. Y finalmente aderezó el estribillo con el inquietante sonido de una sirena. Y el resultado fue "They're coming to take me away, ha-haaa!".

El experimento debió parecerle muy divertido a los que lo escucharon, porque poco después la Warner decidía editarlo como single (hay toda una tradición de discos de comedia en América, hasta el punto de que tienen su propia categoría en los Grammy). Bajo el nombre de Napoleón XIV, elegido en honor a la larga tradición de locos que se creen Napoleón, se editó un sencillo totalmente centrado en el tema de la locura, hasta el punto de que, a modo de broma, se decidió que la etiqueta de la cara B fuera una imagen espejo de la cara A, con casi todos los elementos invertidos (incluído el logo de la Warner), y que el tema impreso en ella sería exactamente una versión espejo de la cara A, o sea, la misma canción grabada al revés, publicada bajo el título "!aaah-ah ,yawa em ekat ot gnimoc er'yehT", y que, a día de hoy, todavía es unánimemente considerada por los expertos como la canción más efectiva a la hora de vaciar bares que haya llegado nunca a un jukebox.

El resultado rompió todas las previsiones. A pesar de ser poco más que un chiste, un experimento sonoro que apenas podía calificarse de canción (no suena ninguna nota, sólo suena una repetición de instrumentos de percusión y el artista no canta sino que recita al ritmo de éstos) y cuyo coste de grabación se estimó en unos quince dólares, logró conectar con un público que de algún modo se identificaba con un personaje que al ser abandonado enloquecía hasta el punto de que venían a buscarle los loqueros. Desde que se puso a la venta empezó a sonar en la radio y, a las tres semanas de aparecer, alcanzaba un sorprendente tercer puesto en las listas de ventas. ¡Inaudito! Y se mantuvo en el puesto 5 en la siguiente semana.
Y quién sabe cuánto habría durado el fenómeno de no haberse visto sacudida su trayectoria por otro acontecimiento imprevisto: asociaciones de ciudadanos biempensantes clamaron contra la canción.
Sí, en serio. De repente surgieron voces que atacaban el single porque sostenían que se burlaba de los enfermos mentales e insultaba a la mujer de forma misógina. Las protestas amenazaban con boicotear a las cadenas de radio y, lo que era peor, a los patrocinadores. Automáticamente muchas emisoras de radio, y especialmente las dos únicas especializadas en música que había en New York por entonces, dejaron de ponerla. Poco después la BMI (una especie de SGAE americana), en una decisión sin precedentes, retiraba a la canción la certificación que le había dado sin problemas pocas semanas antes (lo que vendría a ser como el sello de aprobación del Comics Code Authority para los tebeos), lo que la convertía en no apta para ser radiada, lo que en la práctica significaba su veto de las emisiones en todo el país. Esta súbita desaparición llevaría a este single a establecer un record aún hoy vigente de la mayor caída en ventas en el espacio de una semana. Para cuando la SESAC, otra entidad similar, le concedió una nueva certificación, el single ya había desaparecido de las listas para no volver a entrar.
Mientras tanto, el éxito acompañó también a la canción en otros países, entrando también entre los más vendidos en Irlanda, Canadá, Australia o Alemania, y alcanzando también el cuarto puesto en las siempre difíciles listas de ventas del Reino Unido. El impacto que tuvo fue tal que antes de que acabase el año ya había sido versionada al alemán y al italiano, y generado un par de imitaciones y respuestas, la primera de ellas, probable respuesta a las acusaciones de misoginia, a cargo del propio Samuels: "I'm happy they took you away, ha-haa!", acreditada a Josephine XIV, era básicamente la misma canción (y con el mismo ritmo) pero contada desde el punto de vista de la esposa que abandona al protagonista de la original, y aparecería cerrando el inevitable LP.

Porque la Warner, a toda prisa y para aprovechar el momento de popularidad, decidió encargarle a Samuels todo un LP que girase en torno al mismo tema, que aparecería pocos meses después, con el mismo título del inesperado hit y promocionado con un nuevo single, el no tan brillante "I'm in love with my little red trycicle".
De todas formas el álbum, sin más ambición que la de ser un disco gracioso, no dejó de experimentar con la forma y las posibilidades del estudio de grabación, siendo más interesante cuanto más se aparta de la estructura habitual de canción. Sus loops se adelantan años al sampleo. Sus deformaciones vocales no son diferentes de algunas de las que utilizarían poco después Zappa y sus Mothers of Invention. Varias canciones juegan con el sonido estereofónico antes de que lo hicieran The Velvet Underground, especialmente "I live in a split level head", que, por otro lado, anticipa la polipoesía veinte años antes de que se crease el concepto. El LP, por supuesto, no tuvo tanto éxito como la canción, aunque eso era previsible. De todas formas generó el culto suficiente como para ser reeditado en 1985.

Pero la carrera de Napoleón XIV no acabó ahí. En 1968 Samuels estuvo grabando material para un segundo LP que iba a titularse For God's sake, stop the feces, pero que finalmente no fue editado. Parte de ese material, junto a la totalidad del primer LP y algunas grabaciones nuevas, sería editado en CD en 1996 con el título Second coming. Este disco incluía también una secuela que el propio Samuels había editado en 1988, "They're coming to take me again, ha-haaa!", en la que el protagonista, tras haberse recuperado, acaba recayendo en su locura cuando muere el mono que tenía como mascota. Sí, ya lo sé, el concepto había ido degenerando.
La misma carrera de Jerry Samuels aparte de Napoleon XIV sería bastante irregular. Desde componer música para películas eróticas hasta ganarse la vida vendiendo un single de temática porrera por las head shops de América, acabó por asentarse como pianista en los bares de Philadelphia y alrededores, y establecer una agencia de talentos especializada sobre todo en entretenimientos para residencias de ancianos, que es a lo que se ha estado dedicando las últimas décadas (y que aún seguirá haciendo, si es que no se ha retirado ya a sus setentaytantos años). Aunque es de suponer que para ellos no suele tocar su éxito más popular.