martes, julio 26, 2011

Aquellos discos míticos: ¡Fuera!

Hasta ahora en esta sección me había dedicado a comentar discos que en su día fueron éxitos; esos discos que al verlos se nos ponía la sonrisita culpable de decirnos "es verdad, yo escuché esto", con algo de vergüenza pero sin poder evitar recordarlo con aperecio. Pero hoy no va a ser así. Hoy voy a hablar de un disco que pasó sin pena ni gloria de las radiofórmulas a la caja de cassettes de saldo del Pryca, que fue donde yo lo conseguí (¡por cien pesetas!) un par de años después de que apareciera. Hoy el disco mítico va a ser mucho menos generacional que en otras ocasiones, pero puedo asegurar que las sensaciones que provoca en mí son las mismas. A ver a cuántos os suena.

Nadie recuerda a Los Moluscos.
Apenas hay información sobre ellos en Internet. De lo poco que he encontrado es que eran un grupo de finales de los 80 formado por Javier Viroomal (voz), Ramón Temes (teclados), Carlos Pérez-Marsa (guitarra), Ignacio Oliva-Vélez (bajo) y Adrián Martínez (batería), aunque tal vez hubiera un cambio de batería en algún momento.
Hacían punk-rock para adolescentes, como unos Nikis con el volumen más alto pero mucho más inofensivos. Pese a ello (o gracias a ello) consiguieron un contrato con CBS. La multinacional les editó su único disco, ¡Fuera! (1990), producido por Paco Trinidad que era el tío que lo producía todo en España en esos momentos, pero las ventas no acompañaron, y ya no tuvieron una segunda oportunidad. El grupo, al parecer, desapareció después de esta experiencia.
Y es una pena, porque, vaya, su único disco no está tan mal. Eran enérgicos, eran divertidos y las escasas melodías que sabían tocar eran lo suficientemente pegadizas para que no se te hiciera pesado escucharlas en todas las canciones, remedos ramonianos de entre dos y tres minutos. Por desgracia resultaron ser demasiado blandos para el público punk-rock y demasiado duros para las niñas de la época pre-grunge. Además, sus pintas de jevis pijos (no sé si lo eran realmente o fue la imagen que les puso la discográfica para tratar de venderles) y la nada inspirada portada del LP (digna de un combo de rumba gitana) tampoco ayudaron. Grupos mucho menos disfrutables han corrido mejor suerte.
De lo poco que ha quedado de ellos es este video. Un video que tiene su historia, puesto que para promocionarlos la discográfica convocó un concurso para elegir a los dos protagonistas del video (chico y chica) y un guión. Si el resultado parece bastante malo hay que tener en cuenta que el video acabó siendo dirigido por el guionista ganador del concurso. Muy probablemente cuando se escogió a los ganadores la discográfica ya sabía que no estaban vendiendo una mierda y decidió no meter demasiado dinero en el producto final, así que recortaron tanto como pudieron, director incluído. Y esto fue lo que les salió.

Y ahora, analicemos las canciones:
Por favor: El disco se abre con fuerza, con una historia en primera persona sobre una relación obsesiva, ultracontroladora y con la sombra de la violencia de género planeando sobre la canción. Contiene letras que hoy serían totalmente inaceptables: si me entero que te vas con otro, te vas a arrepentir, si te veo pasar a mi lado, te querría violar, quiero verte siempre conmigo, si prefieres vivir. En el contexto, el estribillo por favor, sigue amor, por favor, sigue amor es bastante perturbador.
Doctor: En una de algún modo lógica progresión, la siguiente canción nos presenta al protagonista en la consulta de un psiquiatra, afirmando que su vida va mucho mejor por haber encontrado el amor: He conocido a una chica, la chica más divina, se llama Josefina. Sin embargo, no tarda mucho en resurgir el trastorno bipolar y la confesión de que está con ella sólo porque necesita estar con alguien: La chica es gilipollas, es fea, un poco gorda, siempre huele a cebolla.
Martínez: Martínez se ha escapado, Martínez ya se ha ido, nadie sabe como ha sido, su jefe se ha enfadado porque era un buen esclavo, pero Martínez se ha ido. Abandonando la primera persona, aparece una de las pocas canciones en la que trascienden un poco el humor adolescente para intentar contar algo (sólo) un poco más memorable. La historia de un tipo normal que un día lo abandona todo y desaparece.
Estás muerto: Si te acercas a ella, si sonríes más de la cuenta, si le miras las piernas, estás muerto, ¡muerto! El tema más conocido del disco retoma la primera persona y la temática de amor posesivo y psicopatía. Una combinación perfecta para adolescentes acelerados. No tengo miedo, no tengo nada, yo sólo quiero romperte la cara, darte en los ojos y en los oídos, ahora ya sabes con quién te has metido.
¡Fuera!: Ya te has perdido, por fín te vas, estoy muy bien, déjame en paz. La relación se tambalea y llega a un punto de ruptura. Lo único que quiere el protagonista es estar solo y tranquilo. Posiblemente es significativo que sea ésta la canción que da título al disco.
No tengo tiempo: Hoy tengo prisa, tengo calor, no tengo tiempo para el amor. La excusa del dolor de cabeza convertida en canción, para el tema más flojo del disco, que afortunadamente también es el más corto. Está claro que la relación ha dejado atrás sus mejores momentos y no tiene ya ningún futuro.
Tú qué te crees: Pequeña pausa en forma de medio tiempo que recuerda a Tennessee no sólo en ritmo sino incluso en el estilo de algunos versos, para hacer una colección de reproches que culminan esta trilogía de la ruptura y cierra la primera cara del disco. El estribillo tiene alguna perla: Quieres tener un imbécil que te haga caso, que te diga tonterías y te haga reir, yo no seré ese tipo al que tú buscas, yo te quiero pero no intentes que te haga feliz, yo no seré para tí. No parece que el protagonista haya aprendido mucho sobre en qué consisten las relaciones desde la primera canción, aunque al menos parece que ahora es más pacífico.
Analfabeto sexual: Soy un analfabeto, analfabeto sexual; cuando estoy en la cama, siempre lo hago todo mal. La cara B se abre con un tema de temática ideal para adolescentes de hormonas desatadas, porque además, ¿quién no ha sido analfabeto en esos temas alguna vez? Tras la ruptura, el protagonista decide buscar en otras mujeres la experiencia necesaria para no volver a fracasar: hoy me he espabilado, me he comprado un manual, donde me han enseñado, a no hacerlo todo mal, por fín lo conseguí, al fín voy a ligar, ya sé lo que hay que hacer. Sin embargo, pese a su éxito con las mujeres, no consigue superar su vacío interior, y acaba rehuyéndolas y, de nuevo, buscando la soledad, ripio final incluído: saludo, sonrío y me voy, así no puedo vivir, ya no me llamo Luis.
Alberto Corrupio: Alberto Corrupio era un niño corriente, Alberto Corrupio era un niño sin dientes, le dan en las piernas, le dan en los brazos, le dan en los ojos, le dan en las manos. Regreso a la tercera persona para contar la historia de un niño maltratado que finalmente acaba matando a toda su familia. Un tema bastante serio, lo que pasa es que resulta difícil ver el dramatismo de la historia con este estribillo: un día Alberto tropezó, caca caca caca caca caca culó, de repente todo ha cambiado, y a su padre no le ha gustado, ¿qué le ha pasado a nuestro Albertito?, ya no es el mismo, ya no es el mismo, ha cambiado por completo, es obsoleto, es obsoleto. Por cierto, la melodía más desvergonzadamente ramoniana del disco; imposible escucharla sin esperar que en cualquier momento gritaran "hey, ho, let's go".
Caraculo: Por si no había suficiente con el "caca caca caca culo" de la canción anterior, aquí tenemos un tema que explicita su humor caca culo pedo pis desde el mismo título. Como "Txus" de La Polla Records, es la historia de un tipo que se emborracha y busca pelea en los bares, pero con menos gracia: su cara de culo se ha vuelto a rebotar, la espuma de su boca ya no le deja hablar, no atiende a sus amigos, no atiende a la razón, su cara de culo ya no puede parar.
Acné: Y para que no se nos olvide que este disco tiene un tono adolescente la siguiente canción es una divertida y acelerada sucesión de viñetas sobre el acné y el cuidado de la piel. No sé si es una versión, pero es la única canción que no firma ninguno de los miembros del grupo. Es también de lo mejor del disco, con versos tan irresistibles como éstos: grano verde en la barbilla, y otro seco en la frente, aunque es la misma espinilla, cada grano es diferente.
Puedes: Puedes no estar viejo, sólo un poco tieso... Se acerca el final del disco y las canciones ya están de bajón. Ésta está dedicada a un amigo (¿podría tratarse del protagonista de las primeras canciones?) que ya no sale de juerga con el grupo sino que se queda recluído en casa. Algo que ellos achacan a que se está haciendo viejo, aunque también creen que no es excusa suficiente para no seguir saliendo con los amigos de vez en cuando. Aunque hay que reconocer que para dar ánimos de esta manera casi mejor que lo hubieran dejado correr: tus ojillos no brillarán como antes, es lo normal, tu pellejo se arrugará, no te asustes, es natural.
No más alcohol: Y finalmente, tras la juerga nocturna con los amigos y ahogar las penas en alcohol, llega la mañana siguiente a ajustar cuentas y cerrar el disco, nuevamente en forma de medio tiempo. Hoy tengo resaca, tengo dolor de cabeza, el ruido me machaca, hoy ya no más copas, tengo la lengua gigante, no cabe en mi boca. El colofón lógico a tantos excesos.
FRIKÓMETRO: 3/5 averías

martes, julio 12, 2011

Mix max

Dos años después de su estreno en su país de origen por fin ha llegado a nuestros cines la última película de un realizador siempre tan interesante como Jean Pierre Jeunet. Uno pensaría que teniendo a sus espaldas obras del calibre de Delicatessen (1991), La ciudad de los niños perdidos (1995), Amelie (2001) y Largo domingo de noviazgo (2004) (prefiero dejar aparte Alien: Resurrección (1997), su no especialmente memorable paso por Hollywood), este aventajado discípulo francés de Terry Gilliam tendría suficiente nombre como para que sus películas al menos se estrenasen puntualmente, pero parece que no es así. Aunque una vez vista, se comprende: es la más irregular e inclasificable de toda su filmografía. Lo que no quiere decir que no sea interesante.
Micmacs vuelve a llevarnos al universo personal de Jeunet, en esta ocasión desatadísimo, muy lejos de la contención de su obra más reciente y regresando en cambio a un terreno más cercano al de Delicatessen, película a la que incluso referencia de manera directa. Pero Micmacs se ve lastrada por un pobre guión que hubiera necesitado de varias reescrituras para funcionar. No es que los guiones de Jeunet hayan sido nunca todo lo perfectos que podrían haber sido, pero en esta ocasión falla más de la cuenta. Aunque cierta arritmia expositiva hace suponer también que, tratando probablemente de reducirla a una duración estándar, en algunos momentos se pasaron con la tijera en la sala de montaje.
La historia se centra en Basil (Danny Boon, Bienvenidos al Norte), un pobre desgraciado cuyo padre murió por culpa de una mina antipersona y al que años después la mala suerte hace receptor de una bala perdida que se aloja en su cabeza y que podría matarle en cualquier momento. Tras salir del hospital, sin recursos, malvive en la calle, hasta que es adoptado por un grupo de indigentes e inadaptados muy peculiares que recogen chatarra. Es entonces cuando encuentra, casualmente en edificios situados el uno frente al otro, a las dos compañías fabricantes de armas que causaron su desgracia, la que fabricó la mina que mató a su padre y la que fabricó la bala que tiene en la cabeza. Y entonces, con la ayuda de sus extravagantes amigos, decide emprender un plan de venganza contra sus responsables.

Analizando simplemente a nivel de guión, la película lo tiene todo para fallar. Los personajes son planos, reducidos en algún caso al mero arquetipo. Tarda demasiado en entrar en materia. El hilo conductor es demasiado tenue, y la historia avanza con los personajes moviéndose de un objetivo a otro sin que sepamos muy bien por qué hacen lo que hacen. Peor aún, cuando las cosas no salen como deben, a veces resultan mejor de lo previsto; por ejemplo, la culminación de la venganza es ingeniosa, pero no tiene nada que ver con todo lo realizado durante la hora anterior, sino que parece una improvisación de última hora dadas las circunstancias. La trama secundaria, la típica historia romántica, tampoco está demasiado bien llevada, quizá porque la relación inicial entre los personajes apenas llega a abocetarse. Y algunos gags llegan a hacerse repetitivos.
Y sin embargo...
Pues la verdad es que yo la disfruté como un enano. Porque, con todos sus defectos, resulta que Micmacs tiene momentos muy divertidos, tiene mensaje y, sobre todo, es estéticamente cautivadora. Aún diré más: Micmacs es la orgía visual que Jeunet se ha regalado a sí mismo para poder dirigir las secuencias que le apetecía rodar. Desde un numerito con un autómata de lata hasta un hombre bala disparado con un cañón, por citar tan sólo un par de ejemplos no demasiado reveladores, la película es un constante ejercicio de estilo en el que la forma prima totalmente sobre el fondo. Una colección de grandes momentos que la falta de una mejor estructura no consigue ocultar.
El resultado final es por tanto, fallido, pero eso no quita que sea también tremendamente disfrutable. Eso sí, a un director del talento de Jeunet siempre hay que exigirle algo más.
GENIÓMETRO: 3/5 grouchos