¿La Expo del agua? No, la Expo del secarral. 35 euros la entrada por pasear por un enorme solar sin sombras, por hacer colas kilométricas a pleno sol para entrar a pabellones que en su mayor parte no merecen la pena, por poder entrar a tiendas carísimas de souvenirs estúpidos, y por mangar peces del Acuario.
Y, por supuesto, la imagen y el sonido de la Expo:
LA IMAGEN:
Es lo que pasa cuando te olvidas de poner sombras en un recinto ferial de una ciudad en medio del desierto (un desierto atravesado por un río, sí, pero desierto, que no es menos desierto el Sahara porque lo cruce el Nilo), una ciudad que en verano suele tener temperaturas que superan los 40 grados. Gente bañándose en las fuentes. Mucha gente. Algunos, de hecho, incluso se habían venido ya en bañador. Teóricamente bañarse estaba prohibido, pero, bueno, también fuera de alguno de los pabellones más solicitados había extraños carteles que prohibían hacer colas. Junto a los postes que se utilizaban para organizar las colas. Curioso.
EL SONIDO:
Aparte de los omnipresentes tambores de Calanda (¡me persiguen!) y de las charangas de pueblo, lo más escuchado (repetidamente, en todas partes... qué falta de imaginación) eran esas músicas ambient tecnoetéreas (palabra que me acabo de inventar) que evocan caídas de gotas y plácidos buceos, y los clásicos sonidos selváticos que evocan lugares húmedos y llenos de vegetación. Especialmente cargante en este último caso el opresivo Acuario, que lleno de visitantes es no apto para claustrofóbicos. Cielo santo, era como escuchar esta canción de Pink Floyd una y otra vez, una y otra vez, y otra, y otra, y OTRA...
EN RESUMEN, ESTA ES LA IMAGEN QUE DEFINE LA EXPO: UN FLUVI POLVORIENTO EN PIE SOBRE UN SECARRAL.
Que por cierto es lo que le daba la bienvenida a los visitantes que entraban por la Puerta de la Torre del Agua. Que no se diga que no se avisa de lo que hay dentro.
En fin, tampoco voy a ser 100% negativo, había cosas que no estaban mal, cosas divertidas, espectáculos, incluso algunos pabellones tenían un contenido muy interesante... pero, sinceramente, la impresión general, que no merecía la pena. Una mierda. Y cara.
P.D.: Que conste que reconozco que gracias a la Expo se han hecho unas cuantas obras necesarias en Zaragoza que de otro modo se habrían visto aplazadas sine die, y por lo que he oído para hacer negocios y contactos comerciales ha debido funcionar bastante bien. Pero la Expo en sí, como atracción para visitantes, no vale demasiado.
sábado, agosto 30, 2008
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