viernes, noviembre 25, 2005

Ya no hay detectives como los de antes

-¿Sabes lo que vas a encontrar si miras en un diccionario detrás de la palabra idiota? -¿Mi foto? -¡No! ¡La definición de idiota, QUE ES LO QUE ERES!
Para variar, el fin de semana pasado retomé mi vieja costumbre de entrar de vez en cuando al cine sin tener demasiada idea de lo que me iba a encontrar. Es una gozada de vez en cuando dejarse sorprender por una película de la que no has visto imágenes, ni trailers, ni sabes el argumento, ni nada. De Kiss kiss bang bang sólo sabía que iba de detectives y que la protagonizaban Robert Downey Jr. y Val Kilmer, dos buenos actores venidos a menos.
Bueno, pues esta vez la sorpresa fue positiva. Homenaje al género negro y mirada irónica al mundo de Hollywood, resulta que la peli engancha desde el principio, te echas unas buenas risas y, en fin, aunque el misterio en que se ven envueltos los protagonistas es un poco tonto, el final no está muy brillantemente resuelto y hay unos cuantos agujeros de guión, la verdad es que se disfruta, constituyendo un entretenimiento digno y sin pretensiones, algo que muchas películas mucho más caras y promocionadas no consiguen.
El narrador y protagonista de la historia es Downey Jr., en la piel de un ladrón de poca monta aquejado de mala suerte crónica, un completo perdedor que huyendo de la policía se mete en un casting para un papel de detective y, contra todo pronóstico, se gana una prueba en Hollywood. El personaje es bastante estúpido, es torpe, todo le sale mal, y ni siquiera es capaz de hacer una buena narración de los hechos. El caso es que allí le juntan con Val Kilmer, un detective privado de Los Ángeles, de orgullosa homosexualidad e hiriente mordacidad (suyas son las mejores réplicas de la película), que suele trabajar como asesor para los estudios de Hollywood, y cuya tranquilidad y pragmatismo chocará constantemente, en cuanto se vean accidentalmente involucrados en un caso de asesinato, con la increíble capacidad de su compañero para complicar las cosas cada vez más. Y, por supuesto, está la chica, una aspirante a actriz sin mucho futuro obsesionada con las novelas pulp de un detective hard boiled sobre quien se rodó una película en su pueblo cuando era niña, y que también complicará mucho la vida al protagonista. No os cuento más para no destripar nada. Y es que, aunque la historia no sea nada del otro jueves, la forma en que lo cuenta sí funciona bastante bien. Por lo menos hasta el final, donde al narrador le cuesta horrores cerrar la historia después de resuelto el caso.
No es una obra maestra, pero está bien para pasar el rato.
GENIÓMETRO: 3,5/5 grouchos


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