Gracias Satán

Por el fuego con que iluminas las camas, ya sean pobres o ricas,
y por el placer que en ellas se da, bajo la tela o el satén;
por los niños que reanimas en sus dormitorios querubines,
y por sus pétalos anónimos como la rosa de la mañana:
gracias, Satán.

Por el ladrón al que recubres con tu jersey tierno y rojo,
y por la puerta que le abres a la guarida de los ricos;
por el condenado por quien velas en la abadía de la ascensión,
por el ron que le recomiendas y el pitillo que le ofreces:
gracias, Satán.

Por las estrellas que siembras en los remordimientos de los asesinos;
por el corazón que pese a todo late en el pecho de las putas;
por las ideas que camuflas en la cabeza de los ciudadanos;
por la toma de la Bastilla, aun si no sirvió para nada;
gracias, Satán.

Por el cura que se exaspera por encontrar el dulce cordero;
por el morapio elemental que se toma por Chateau Margaux;
por el anarquista a quien le das los dos colores de tu país,
el rojo por nacer en Barcelona, el negro por morir en París:
gracias, Satán.

Por la sepultura anónima que le hiciste al señor Mozart,
sin cruz ni nada salvo para guardar las apariencias, un perro enterrador de su fortuna;
por los poetas que deslizas en las cabeceras de los adolescentes,
cuando echan en la sombra cómplice las flores del mal de los 17 años:
gracias, Satán.

Por el pecado que haces nacer en el seno de las más rígidas virtudes,
y por el aburrimiento que aparece en las camas que ya no visitas;
por los tontos que haces pacer en la pradera como los carneros;
por tu honor de no aparecer jamás en televisión:
gracias, Satán.

Por todo eso y más aún; por la soledad de los reyes;
por la risa de las calaveras; por el medio de torcer la ley;
por que no me hagan callar al fín, y por que cante al bien que has hecho,
en este mundo donde los bozales no están sólo hechos para los perros:
¡gracias, Satan!

(Aquí, el original de Léo Ferré. Pedazo de canción, aunque en lo musical me quedo con la versión de Dionysos, que tenía ganas de poner en el blog hace meses.)