Muchos aficionados españoles a los cómics no han oído hablar nunca de Andrew Hussie. Y, sin embargo, ahora mismo es uno de los autores más seguidos del mundillo. Su obra es objeto de culto y tiene literalmente millones de seguidores (algunas de sus actualizaciones más esperadas consiguieron colapsar los servidores en que estaban alojadas en cuestión de minutos), fundamentalmente gracias a su más reciente trabajo, el enorme Homestuck, que supera las seis mil páginas y todavía no ha concluído.
Hussie inició su trabajo con Jailbreak, una aventura concebida como un juego en un foro de internet, en el que se utilizaba la primera sugerencia que postease cualquier forero, por ridícula que fuera. Esto llevó a una historia un tanto azarosa que, sin embargo, estableció el formato de los posteriores trabajos de Hussie, imitando la dinámica de la ficción interactiva y haciendo avanzar la historia a base de órdenes dadas a los personajes.
Animado por el resultado, en junio de 2007 crea el sitio web MS Paint Adventures, donde publica sus webcomics e inicia su segundo proyecto, Bard Quest, sobre un bardo medieval metido a cazadragones, en el que sigue con el sistema de aceptar sugerencias de los lectores y experimenta con la posibilidad de bifurcar la historia y convertirla en una especie de "Elige tu propia aventura". Por desgracia la multiplicidad de hilos argumentales hace que la historia se le vaya de las manos y es abandonada tras apenas un mes de publicación.
Tras un cierto tiempo de pausa, Hussie regresaría en marzo del 2008 con Problem Sleuth, que se prolongaría durante 13 meses y 1700 páginas, convirtiéndose en un éxito entre los aficionados y en su primer (y, hasta ahora, único) trabajo en ser finalizado. La historia en principio es una parodia del género negro, con un detective intentando salir de su oficina, pero los acontecimientos escalan rápidamente hacia la fantasía y la ciencia ficción, y el argumento va desmadrándose progresivamente.
Pero es en 2009 cuando da comienzo la obra que realmente le ha proporcionado a Hussie mayor notoriedad. Homestuck comienza a un ritmo lento centrándose en un niño llamado John Egbert que el día de su cumpleaños intenta jugar a un juego interactivo particularmente inmersivo (no tardaremos demasiado en comprobar las repercusiones que el juego tiene en la vida real). Las primeras cien páginas son las menos interesantes (aunque establecen la base de ciertos chistes recurrentes que aportarán muchísimo más de lo que cualquiera hubiéramos previsto al leerlos), pero una vez que John instala el juego y comienza la partida, la montaña rusa no hace sino acelerar en una orgía in crescendo de mundos extraños, universos paralelos, viajes en el tiempo y amenazas cósmicas. Si el primer acto tiene un protagonista claro en John, a partir del segundo acto el protagonismo se hace extensible a sus amigos Rose, Dave y Jade, y seis mil páginas después el listado de personajes ha superado el centenar y los que pueden considerarse verdaderos protagonistas al menos se han triplicado. Igualmente, la localización de la historia ha ido expandiéndose ampliamente, de manera que si el primer acto transcurre íntegramente en casa de John, seis mil páginas después la acción se ha extendido a cinco universos y algunos espacios intermedios.
El arranque lento se debe en cierta medida a que en un principio Hussie seguía utilizando el método de aceptar sugerencias de órdenes de sus seguidores, pero llegó un momento en que abandonó el método, en parte porque su colonia de fans había crecido demasiado como para hacerlo un método práctico de trabajo y en parte para tener una mayor libertad para acelerar las tramas y dirigirlas hacia donde él quería. Así, a medida que avanza la historia cada vez se hace más compleja, los textos breves han dado paso a interminables parrafadas de diálogo y los simples paneles han dado paso a minijuegos o a animaciones en flash que han llegado a durar hasta un cuarto de hora. El cómic ha dejado paso a una experiencia multimedia que se completa con la publicación de diversas colecciones de música que constituyen una notable banda sonora.
Por el camino, Hussie demuestra un extraordinario dominio del gag recurrente (algunos son incluso recurrentes desde sus anteriores trabajos) y una asombrosa capacidad para recuperar frases o acontecimientos que en un principio parecían menores, ¡incluso aun cuando han pasado cuatro mil páginas desde que se produjeron!
Por desgracia todo parece indicar que tras su última actualización en abril, la conclusión de esta enorme y casi inabarcable saga se hará esperar. Hace unos meses Hussie presentó un proyecto para hacer un videojuego basado en dicho cómic financiándolo a través de crowdfunding; el éxito fue arrollador, alcanzando el objetivo de 700.000$ en menos de dos días y cerrando la recaudación en cerca de dos millones y medio de dólares, lo que lo convertía en el tercer videojuego que más había recaudado en la historia de Kickstarter y doblaba el anterior record de recaudación de un producto relacionado con el cómic. Por supuesto, este éxito implica que este año Hussie va a tener que centrarse en la realización de este videojuego, que debería publicarse en el 2014, antes de poder continuar con la serie. Pero cuando regrese, millones de fans van a estar esperando.
En suma, una lectura trabajosa que requiere bastante voluntad y bastante tiempo por lo desproporcionado de su tamaño, pero que sin duda alguna merece la pena. GENIÓMETRO: 4,5/5 eisners
He procurado evitar los spoilers para que cualquiera que después de leer este post se decida a emprender la lectura pueda hacerlo en gran medida como yo lo hice, sin saber demasiado de lo que venía y pudiendo así sorprenderme a cada nuevo giro. Es por ello que apenas he mencionado nada más allá del protagonista (incluso de sus amigos no he dado más que sus nombres) ni he puesto imágenes que fueran excesivamente reveladoras. Si queréis aprovechar la oportunidad que os ofrezco, os lo advierto: cualquier búsqueda de imágenes en Google dará como resultado toneladas de fanart que os descubrirán hasta qué punto me he callado cosas.
Me gustan las series británicas. No sé si es por su formato de temporadas reducidas que no deja espacio para el relleno, si es por su particular sentido del humor, o simplemente porque soy bastante anglófilo (especialmente en lo musical pero también en lo literario). Sin embargo hasta ahora no he hablado de ellas por aquí. Y lo malo es que, a poco que uno se despista, las reseñas dejan de tener sentido, porque, al ser muy buenas, en poco tiempo corre la voz y de repente todo el mundo las conoce y todos han hablado de ellas. ¿Qué sentido tiene recomendar a estas alturas Black mirror (dos temporadas que han hecho furor), Misfits (aunque decayó tras la segunda temporada, y acaban de anunciar que cerrará con la quinta, en la que ya no quedará ninguno de los protagonistas originales) o Sherlock (¡estamos impacientes por ver la tercera temporada!)? Pero, bueno, voy a hablar de las dos últimas series británicas que he visto, con la esperanza de que éstas sí que llegaré aún a tiempo de descubrírselas a alguien. UTOPÍA ha sido la serie revelación de este comienzo de año, un muy bien llevado thriller conspiranóico en una temporada de seis episodios que tendrá continuidad (recientemente se ha confirmado que habrá al menos una segunda temporada). Un grupo de personajes muy diferentes que coinciden en un foro de Internet dedicado a una novela gráfica de culto son invitados por otro compañero forero que ha conseguido los originales de la inédita segunda parte y quiere mostrárselos. Por desgracia para ellos unos despiadados asesinos andan también tras los originales, además de buscar a una misteriosa mujer llamada Jessica Hyde. Paralelamente, un funcionario del Ministerio de Sanidad es chantajeado para que ayude a una misteriosa organización a conseguir sus enigmáticos objetivos. Contar algo más sería caer inevitablemente en el spoiler.
La serie ha levantado cierta polémica por no cortarse un pelo a la hora de utilizar la violencia, incluso habiendo niños implicados, pero no se puede negar su capacidad para enganchar al espectador y sorprender con nuevas vueltas de tuerca, además de crear imágenes icónicas (su utilización de planos frontales a lo Wes Anderson, su particular uso de la luz y el predominio de los colores primarios hacen que visualmente sea diferente a lo que vemos habitualmente en TV) y personajes inolvidables (el asesino al que da vida Neil Maskell, con su caminar desgarbado y sin aliento, es todo un acierto). Hasta la banda sonora, mitad melodía alegre, mitad sonidos angustiosos, es estupenda.
En fín, una serie muy recomendable que merece las alabanzas que está recibiendo. GENIÓMETRO: 4/5 colombos
Mucho más desapercibida pasó en su momento DIRK GENTLY, serie que fue cancelada dejando como bagaje un piloto emitido a finales de 2010 y tres episodios emitidos en 2012. Producida por la BBCFour, quizá le faltó presupuesto para extraer todo el jugo visual a unos guiones bastante divertidos que la convirtieron en una especie de versión cómica de Sherlock, con la que comparte la mecánica "detective excéntrico + compañero".
Inspirada en el personaje creado por Douglas Adams (escribió dos novelas y estaba trabajando en una tercera cuando murió), la serie (que no sigue fielmente los libros de Adams, empezando por el aspecto del propio Dirk, aunque extrae bastantes ideas de ellos) nos cuenta las aventuras de Dirk Gently, detective holístico que basa sus investigaciones en "la fundamental interconectividad de todas las cosas", lo que básicamente supone basarse en el azar para descubrir relaciones entre acontecimientos aparentemente inconexos (y presentar desorbitadas cuentas de gastos a los clientes por ello, dado que todo gasto está relacionado). Junto a él se encuentra su viejo compañero de universidad Richard McDuff, que tras ser su cliente en el piloto se convierte en su compañero/ayudante (depende de quién de los dos lo diga) en la serie, y que ejerce como su Watson particular.
Una serie digna y que se deja ver. Yo la disfruté. GENIÓMETRO: 3/5 colombos
Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en que los aficionados al cine estábamos como locos esperando la nueva película de Richard Kelly, después del tremendo impacto que había tenido su debut, la película de culto Donnie Darko. Era el chico de moda y los grandes estudios se lo rifaban. ¿Qué pasó para que hoy sea poco más que un one-hit-wonder del que ya no se espera nada especial?
Pasó Southland Tales.
Bien, no sólo eso. También pasó que sus trabajos como guionista dejaron bastante que desear (sólo se realizó el de Domino, pero su adaptación del libro infantil Holes a distopía futurista postnuclear ha sacado de quicio a cualquier fan del libro que se acercase a leerlo por curiosidad cuando el propio Kelly lo subió a Internet, aunque por suerte de este trabajo le despidieron cuando el propio autor del libro aceptó escribir él mismo el guión de lo que sería finalmente La maldición de los hoyos), y su película posterior, La caja, aunque no llegó a ser un desastre tan grande, tampoco supuso una redención. A estas alturas Kelly parece haber conseguido un consenso general de que fue un hype, de que no tiene ni idea de contar una historia, y de que los elegantes enigmas de su ópera prima no eran tanto fruto del estilo como de la incompetencia.
Pero en el 2005 Kelly, con la arrogancia del triunfador, había creído a aquellos que le llamaban genio, así que decidió aprovechar su status para levantar, con total libertad creativa, una obra multimedia (!) extremadamente ambiciosa, una recreación pynchoniana de un futuro distópico que hablase de absolutamente todo: guerra, drogas, opresión, revolución, política, ecología, Hollywood, reality shows, física cuántica y, por supuesto, el fin del mundo.
Había buenas ideas de base para hacer algo brillante. Por desgracia, Kelly no tenía la capacidad de un Pynchon para desarrollarlas de manera coherente.
El resultado es un desastre. Y, precisamente porque es un trabajo extremadamente ambicioso y pretencioso, el desastre adquiere dimensiones monumentales. Hay demasiadas tramas paralelas y demasiados personajes, y ninguno funciona. Las cosas ocurren porque sí. Los personajes toman decisiones estúpidas. Los diálogos, más que diálogos, son intercambios de frases aleatorias. No sólo está considerada como una de las peores películas jamás proyectadas a concurso en el Festival de Cannes (¿y cómo la seleccionaron, de todas formas?), sino que se pegó un batacazo histórico en taquilla (costó 17 millones y recaudó tan sólo 375000$).
Y es por eso por lo que tengo que comentar esta película.
Porque es tan excesiva en todos los sentidos que... oh, cielos, lo confesaré... ¡la he disfrutado! Porque es un caos total que la mitad del tiempo roza lo incomprensible mientras la otra mitad se zambulle en ello sin el más mínimo pudor. Porque desde el principio le da la espalda al público y se erige en una performance para sí misma. No es que la película no funcione, es que da la impresión de que ni siquiera lo intenta. Porque puestos a fracasar, no merece la pena quedarse a medias. Mejor que sea así, a lo grande.
No con un lloriqueo, sino con una explosión.
Respirad hondo. Esto va a ser largo.
La película empieza...
...ah, no, perdón, es verdad. La película NO empieza.
La película PARTE allí donde se quedan las tres novelas gráficas que suponen los tres primeros capítulos de la saga. Sí, la película empieza en el cuarto episodio. Con dos cojones. Por suerte, los tebeos en cuestión parece ser que eran igual de crípticos que la película, de modo que tampoco se pierde uno demasiado. Más aún teniendo en cuenta que, en la dinámica de Southland Tales, constantemente se introducen nuevos elementos que no sólo no vienen a cuento de nada sino que ni siquiera tienen importancia posterior.
La película, de todas formas, tiene el buen tino de al menos hacernos un breve resumen, pero no de lo que ha pasado en los tres primeros episodios (ni hablar, si quieres saber eso vas y te los lees; o al menos te lees el resumen en la wikipedia), sino de qué está pasando en su particular universo. Al parecer hubo un par de atentados nucleares en Texas que han desencadenado la III Guerra Mundial (en realidad es EE.UU. ejerciendo de abusón contra los países subdesarrolados de lo que en su día llamaron el Eje del Mal, pero como tampoco tiene gran importancia para la historia y no vuelven a mencionarlo, dejémoslo ahí), y el esfuerzo bélico está acabando con la economía y con las reservas de combustible, lo que ha provocado el uso de patrocinadores privados para el ejército y una fiebre por hallar nuevas fuentes de energía alternativas. Por supuesto, la guerra ha provocado una ola de conservadurismo y nuevas leyes de opresión de las libertades ciudadanas. Hay un sistema de vigilancia constante, un poco en plan Gran Hermano, para evitar delitos, basado en vigilancia con cámaras y en artilleros situados en lugares estratégicos para volar la cabeza de cualquier ciudadano que parezca una amenaza (el motivo por el que los encargados de las cámaras van uniformados con batas de plástico transparente se me escapa). Se han cerrado las fronteras entre los estados y para pasar de uno a otro hace falta un visado. Y ahora todas las identificaciones, para transacciones o para votar, se hacen a través de huellas dactilares, lo que ha provocado la aparición de un mercado negro de dedos. Esta opresión ha provocado la aparición de células revolucionarias entre las que destaca el movimiento neomarxista, que intenta destruir el capitalismo.
Ah, y además es año de elecciones, y el candidato a vicepresidente es el Senador Frost, de California, casado con la responsable del programa de vigilancia y suegro de una conocida estrella del cine de acción, Boxer Santoros (¡¡The Rock!!), que ha desaparecido misteriosamente en los últimos días, para ser hallado sin memoria en el desierto de Nevada y devuelto ilegalmente a California, en circunstancias que se explican en los cómics pero que, la verdad, tampoco son muy importantes.
Todo esto, sazonado con citas del Apocalipsis, lo cuenta un personaje que responde al improbable nombre de Pilot Abilene (Justin Timberlake), veterano de Irak y responsable de una torreta de vigilancia en la playa, y que, si bien en los cómics se te explica su relación con los personajes principales, en la película ejerce de narrador simplemente porque sí, sin aportar demasiado, erigiéndose en uno de los treintaytantos personajes de la película que no aportan prácticamente nada y que habría sido recomendable suprimir para simplificar la historia.
En caso de que el autor hubiera querido que los espectadores fueran capaces de seguirla, claro.
Cosa que dudo. Y como prueba, observad las parrafadas que he necesitado para resumir, de manera que se entienda, toda la información esencial que te dan en tan sólo los ocho primeros minutos de película.
En este punto encontramos a Santoros, que ha regresado a California junto con la actriz porno y presentadora de reality shows Krista Now (¡¡Buffy!!). En la película no queda del todo claro, pero en los cómics se explica que se ha aprovechado de su amnesia para seducirlo y convencerlo de que estaba trabajando con ella en un guión para su próxima película. Krista aspira a aprovechar su fama y sus contactos para conseguir las inversiones necesarias para toda una gama de productos basados en su figura, incluyendo un CD con un single llamado Horniness is not a crime (!) que tendrán a bien reproducirnos hacia la hora de película. Para ello contacta con unas amigas neomarxistas que intentan chantajear al Senador a cambio de no revelar que su yerno anda tirándose a una estrella porno (aunque su plan es cobrar el dinero y revelarlo igualmente para que pierdan las elecciones). Ah, y por cierto, Santoros no lo sabe, pero en el desierto han encontrado su coche quemado con un cadáver en su interior. Esto será importante mucho más tarde, pero por ahora podemos olvidarnos de ello. Al menos durante hora y media de película. Lo retomaremos cuando ya no sea interesante.
También en este punto descubrimos que hay un científico, el Barón von Westphalen (¡¡Vizzini!!), que junto con sus ayudantes (un grupo de freaks que parecen sacados de un circo, incluyendo a la enana de Polstergeist, al ayudante de Luz de luna y a una china que no para de fumar y poner poses sexis) ha construido un Generador de Mareas para extraer energía del flujo de las olas en el mar, y que funciona a base de Karma Fluído, que un poco más adelante (o más atrás, si nos remitimos a los cómics) descubriremos que también puede utilizarse como droga. Y que la estuvieron probando en soldados. Entre ellos, el amigo Abilene.
Y también en este punto aparece Christopher Lambert interpretando a un tipo que vende armas en una camioneta de helados y al que Zora, una pequeña patinadora neomarxista con el temperamento de Joe Pesci en Uno de los nuestros, acude para comprar balas de fogueo para acabar dándole una paliza. Qué bajo has caído, McCloud.
Ah, y por fín aparece Ronald Taverner (¡¡Stiffler!!), el otro protagonista. Y su primera aparición no puede ser más desconcertante: intenta ser más rápido que su reflejo en el espejo... ¡y lo consigue!
Leyendo el cómic descubres que Ronald, antiguo compañero de Abilene (de hecho causante de sus heridas y cicatrices por fuego amigo) también fue inyectado con Karma Fluido, y que uno de los efectos secundarios de esta droga tiene que ver con la percepción temporal, de modo que quizá la escena incluso tiene un cierto sentido, pero la gracia es que en la película es total y absolutamente gratuita, no viene a cuento de nada, no se explica, no vuelve a ocurrir ni vuelve a mencionarse. Es puro nonsense.
Si a estas alturas los espectadores no han abandonado la sala es porque sólo han pasado 20 minutos y todavía tienen esperanzas de que en algún momento la historia empiece a tener sentido.
Por desgracia, no lo hará.
Peeero, por lo menos empiezan a ocurrir cosas. Los neomarxistas han convencido a Ronald, casualmente (?) también un poco amnésico, de que suplante a su hermano Roland, oficial de policía al que tienen secuestrado, e involucre a Santoros en un (falso) asesinato racista, para poner en evidencia la vigilancia policial. Ronald acude a recoger al actor, al que se supone tiene que llevar de ronda para que se prepare el personaje de su guión, y éste, en una escena delirante, le explica de qué va su guión: es la historia de un policía que descubre que los altos índices de criminalidad han sido provocados por una reducción de la velocidad de la rotación de la Tierra que afecta a la química del cerebro humano, incitando a la violencia.
Una teoría interesante. Volveremos a ella.
El caso es que todo sale mal. La policía, gracias a una incansable trabajadora del equipo de vigilancia adicta a los Cheetos llamada Starla von Lutz, descubre la sede de los neomarxistas y entra acribillando a todo lo que se mueve, excepto a Roland, que tratando de huir cae en un contenedor de basuras en cuyo interior pasará la próxima media hora de película. Mientras tanto, y después de que Santoros tenga un alucinadísimo encuentro con parte de la troupe circense del Barón (que le dan a entender que su guión puede estar más cerca de la realidad de lo que él piensa), Ronald y él acuden al lugar donde el falso policía debe simular dos asesinatos ante la cámara que lleva el actor. Por desgracia en la puerta se encuentran con un auténtico policía racista de los de toda la vida, que interviene y asesina a los dos líderes neomarxistas que, exageradamente maquillados para no ser reconocidos (se supone que son famosos activistas), servían de cebo. Santoros y Ronald huyen, éste después de tener un diálogo totalmente delirante con el policía: "-Tú no estás aquí. -¿Quién soy yo? -No te incumbe. Ahora lárgate."
Santoros escapa por una zona de Los Ángeles que no conoce y, cuando está totalmente perdido, recibe una llamada de Starla, que resulta que es una fan fatal suya hasta el punto del acoso, que se ha bajado su guión de la página web de Krista, que ha estado haciendo averiguaciones y que le confirma que el Generador de Mareas no sólo reduce la velocidad de rotación de la Tierra, sino que ha provocado una fisura en el espacio-tiempo precisamente en la zona del desierto donde encontraron a Santoros. Starla le da también a Santoros el teléfono de uno de los asesores del Senador, con lo que el actor vuelve a entrar en contacto con su familia política. Aunque la verdad es que ni siquiera recordaba que estaba casado.
Ah, y por cierto, esto es lo que estaba viendo el Senador en el momento de la llamada.
Creo que fue aquí donde el público definitivamente abandonó la sala.
A todo esto, tras el fracaso del plan, Zora deja inconsciente a Ronald y, en una escena divertida por lo gratuíta, atropella (dos veces) a un amigo patinador que no quería verse involucrado en los asesinatos. Poco después se desvela que Zora y el poli asesino están compinchados y que todo es un plan para chantajear al Senador con la grabación de su yerno asistiendo a un asesinato.
Roland despierta y ve que su mano brilla. Después de molarse a sí mismo por su imitación de Gusiluz, sale del contenedor y atraviesa la calle sólo para ser secuestrado a punta de pistola por Christopher Lambert. ¿Por qué? ¿Para qué? No se sabe. Lambert lo ata y lo deja en la parte de atrás de su furgoneta y empieza a conducir por la ciudad.
Mientras tanto, Santoros vuelve a casa, donde conoce a su familia y a su mujer. Para evitar el escándalo, éstos llaman a Krista y acceden a pagar lo que les pide. Entonces empieza una orgía de revelaciones sorprendentes como si esto fuera el episodio final de un culebrón, aunque en realidad sólo vamos por la mitad de la película. La mujer de Santoros le revela que está embarazada. Krysta revela que el Barón le pagó para traer a Santoros de vuelta del desierto. La mujer de Santoros acusa al Barón de financiar a los neomarxistas. El Barón revela que sabe que su hijo no es de Santoros sino de uno de sus asistentes de campaña. A esto le sigue, a toda velocidad, una emotiva despedida de Santoros y Krista en que ella le insinúa que sí que sentía algo por él, otra llamada alucinada de Starla, una escena con la enana de Polstergeist sujetando una pelota azul que lanza destellos (!!), y una críptica llamada del Barón a un anciano Kevin Smith, que no sabemos qué pinta en la película pero que ya después de todo lo que hemos visto, ni nos sorprende.
En ese momento el director sintoniza un rato el telediario mientras piensa qué contar ahora, y, después de un par de minutos de noticias, nos muestra una escena en la que el Barón hace que su china le corte la mano al primer ministro japonés a cambio de permitir a Japón beneficiarse de su nueva fuente de energía. El trato era sólo por un dedo, pero resulta que el Barón es malvado. Además tiene un plan para apoderarse del mundo. Aunque luego parece que se olvida de ello, o se desentiende, porque no se vuelve a mencionar ni tiene la más mínima importancia en lo que va a ocurrir.
¿Os habéis perdido ya? Tranquilos, todavía podemos meter algún personaje más.
Metamos pues a Martin Kefauver, un chaval recién reclutado que acude a comprar drogas a nuestro viejo amigo Abilene. Sí, el narrador. Ya creíais que no iba a hacer nada aparte de contar la historia, ¿verdad? Pues aparte de venderle algo de Karma Fluido, lo que hace es meterse él mismo un buen chute. Lo que da lugar a la que probablemente sea la mejor escena de la película. Un número musical que tampoco viene a cuento de nada, pero, a fin de cuentas, ¿qué lo hace en esta película?
Al día siguiente, y antes de ir a grabar su nuevo programa, Krysta, un poco depre, acude a drogarse con sus amigas neomarxistas y descubre allí una grabación con el nombre de su amante. Creyendo que es un video de ella con Santoros, decide llevársela y difundirla por la red. Pero resulta que es la grabación del asesinato. Zora y el policía persiguen entonces a Krysta y sus amigas para recuperar la cinta, pero al utilizar armas en un lugar público son acribillados por los vigilantes de las torretas.
También Santoros tiene un encuentro delirante con Starla, que se ha vuelto definitivamente loca, se cree uno de los personajes del guión que ha leído e informa al actor de lo del cadáver en su coche (¿a que ya os habíais olvidado de ello?) y de que lo guardan en el megazeppelin del Barón (que, como buen villano megalómano, no podía tener un simple zeppelin, tenía que ser mega)... y entonces, en un momento de emotividad, Starla ¡¡¡amenaza con pegarse un tiro si Santoros no le deja que le chupe la polla!!!
Menos mal que el bueno de Abilene está al quite en su torreta de la playa y le pega un tiro a la chica, porque si no la película podría haber perdido el norte.
Quiero decir, más aún.
Y a todo esto, Ronald encuentra a Martin a punto de suicidarse porque no quiere ir a la guerra. Lo impide y le pide ayuda para encontrar a su hermano, prometiéndole que huirán juntos los tres a México.
Mientras tanto, Santoros es capturado por secuaces del Barón y llevado a bordo del megazeppelin, donde se celebra una fiesta de inauguración del nuevo sistema de energía. El propio megazeppelin, propulsado por dicha energía, es el símbolo de esta nueva época. Un speaker anuncia el despegue, para hacerlo todo mucho más espectacular. Ah, el speaker... Ya volveremos al speaker. No me hagáis hablar aún del speaker.
Al mismo tiempo, se desata una ola de violencia en la ciudad. No sabemos si como consecuencia de la difusión de los videos de Santoros o, como en el premonitorio guión del actor, se debe a que la desaceleración afecta la química del cerebro humano, en ningún momento queda claro, pero, como tantas otras cosas... ¡qué más da!
Santoros se reconcilia con su mujer, a la que convence de que el fin del mundo va a ser esa misma noche. "-¿Cómo termina? -Con un apretón de manos." Entonces es convocado a una reunión privada. Por el camino, y como buen héroe de acción que se precie, consigue un arma: literalmente, pasa por delante de un armario, lo abre, saca una pistola y se la guarda. ¡Armaritos de contingencias para casos de ataques terroristas, cómo no lo habíamos pensado antes! Tristemente, y aunque cuando llega a la reunión le recibe Kevin Smith a punta de pistola, resulta que nadie pensaba hacerle ningún daño. Sólo darle explicaciones.
Explicaciones que cualquier espectador esperaba hace tiempo, pero que a estas alturas recibe con escepticismo.
Y hace bien, porque consiguen embrollarlo todo un poco más aún.
En resumen, los científicos del Barón descubrieron que su Generador había provocado una fractura en el espacio tiempo, así que decidieron hacer lo más lógico: lanzar monos a través de la fisura, para ver qué pasa. Pero como "el alma de los monos no puede sobrevivir al umbral dimensional" (sic), y sólo la de un humano podría hacerlo, deciden arrojar a uno. En concreto, el Barón elige a Boxer Santoros, por su fama y sus contactos políticos. Mira tú qué retorcido el Barón, con la de gente que hay en el mundo que nadie echaría de menos y va a escoger a alguien que sale todos los días en la prensa. El resultado es que 69 minutos antes de ser arrojado por la fisura (¿por qué 69? ¿es que todo tiene que estar relacionado con el sexo en esta película?), apareció un duplicado de Boxer Santoros, de modo que su yo presente y su yo futuro se encontraron. El cadáver encontrado en su coche era el de su yo presente, mientras que el que vive es el que cruzó la fisura. "No lo entiendo. Yo nunca pensaría en suicidarme"- responde Santoros sin que nadie haya insinuado nada al respecto- "Soy un chulo. Y los chulos no se suicidan." Ouh, yeah. Quedaos con la frase. Mientras tanto, los científicos dan a entender que si dos almas idénticas entrasen en contacto, podría desencadenarse el fin del mundo.
Mientras tanto, Ronald y Martin deciden que para huir a Mexico necesitan dinero. Como las tarjetas de Martin han sido anuladas, Ronald decide enganchar el coche al cajero, arrancarlo de cuajo y llevárselo con ellos. ¡Qué gran idea! Salvo por el hecho de que en un cruce el cajero que van arrastrando puede provocar un accidente y llevarse por delante una camioneta de helados. En concreto, la que conduce Christopher Lambert y que lleva a Roland atado detrás.
Sí, en serio. Parece que Christopher Lambert lleva desde la noche anterior conduciendo su camioneta con un tipo atado detrás. Un día intenso, ¿eh?
Al mismo tiempo, Santoros interroga a la china, porque deduce que lo debe saber todo, no sé si porque es la amante del Barón o porque aparece en todas partes. La china le dice que el Barón contrató a Roland para secuestrarle, que él cruzó la fisura también (por tanto Ronald no tiene un hermano gemelo, sino que es una versión futura del propio Roland) y que luego volaron su coche para matarle. "-Así que no me suicidé. -Eres un chulo. Y los chulos no se suicidan." Ah, sí. Eso lo he oído antes. Ya van dos veces. Salvo por el hecho de que es una chorrada como un templo, casi parece que vaya a ser importante. Pero en fin, básicamente la china parece dar a entender que han dejado irse a los dos Rolands como un travieso experimento, sabiendo que si algún día se encuentran la cuarta dimensión se colapsaría, sea lo que sea lo que signifique eso. No es que tenga demasiado sentido, ni como plan ni como experimento. Pero como ya he dicho antes, llega un punto en esta película en que nada tiene sentido, así que qué más da.
Entre tanto, tras el accidente Roland se ve en medio de un tiroteo entre neomarxistas y policías, así que coge un arma y empieza a disparar no se sabe muy bien a quién. Y claro, le hieren. Ronald acude a tratar de ayudarlo y también le pegan un tiro. Ambos heridos, en la parte trasera de la camioneta de helados, se dan la mano. Y entonces sus manos empiezan a brillar. Y la camioneta comienza a flotar. Con Martin sobre ella. Con un bazooka que le ha dado un malherido Christopher Lambert para que "elimine al objetivo". ¿Cómo? ¿Qué objetivo? ¿Llevas un día entero dando vueltas por la ciudad pero tenías un objetivo? ¿¿De qué cojones estás hablando??
Ah, qué demonios. Da igual. Todo da igual. Pongamos música. A fin de cuentas, la banda sonora es lo mejor de la película. Metamos otro número musical. Hagamos que Krista se haya teñido de moreno y que salga a bailar. Que baile con Santoros. Qué coño, que baile con Santoros y su mujer. Y mientras tanto nos cargamos el centro de vigilancia.
Santoros entonces saca la pistola y trata de evacuar el megazeppelin, incluso amenazando con suicidarse si no le hacen caso (!!), pero el Barón se opone. No parece muy preocupado por lo que pueda pasar, a pesar de ser el único que tiene verdadero conocimiento sobre ello.
Fuera, en la camioneta, Roland y Ronald siguen agarrados. Ronald no se suelta porque teme que la camioneta caería y morirían ambos. Roland entonces amenaza con pegarse un tiro, lo que pondría fin al colapso de la cuarta dimensión que están provocando. A fin de cuentas él recuerda todo lo ocurrido en Irak y se siente culpable por ello. Uh, espera un momento, ¿qué ocurrió en Irak? Ah, sí, es que eso lo cuentan en el cómic. Viendo sólo la película no puedes saber que Roland lanzó una granada por eror a su propio batallón provocando la muerte de la mayoría de ellos y la desfiguración de su amigo y colega Abilene, así que no tienes ni idea de qué cojones está hablando. Pero lo peor es que a estas alturas ni siquiera te importa ya el que te hablen de algo de lo que no tienes ni idea. Total, llevamos más de dos horas de película y realmente no lo habían mencionado hasta ahora.
Ah, y aquí llega el momento de hablar del speaker. Oh, el speaker. Se me saltan las lágrimas. "Damas y caballeros, la fiesta ha terminado. Tengan un feliz Apocalipsis." A este alegre anuncio sigue un delirante diálogo entre Santoros y el Barón que tiene poco sentido incluso comparado con el resto de la película (que ya es decir), en el que Santoros amenaza con pegarse un tiro para que todo desaparezca porque cree que está soñando (???), y se revela que el Barón es el líder de los neomarxistas cuando hace que sus acólitos cojan al Senador como rehén (¿¿para qué?? ¡¡si a estas alturas el senador tiene casi asegurado perder las elecciones al difundirse los videos, y el Barón es poco menos que el dueño del mundo!!). Es entonces, y coincidiendo con el momento en que Martin decide que el objetivo es el megazeppelin y dispara un misil, cuando el speaker lanza su anuncio final: "Damas y caballeros, así se acaba el mundo. No con un lloriqueo, sino con una explosión. Pero hay esperanza. Al final, podemos tranquilizarnos con una verdad innegable: nadie trabaja una polla como Krista Now. Y quiero decir nadie." Y entonces, con Santoros sangrando el rostro de Cristo sobre su camisa antes de morir (!!!!), ¡¡¡BOOOM!!!, el megazeppelin explota.
Tras lo cual Martin considera que ya ha hecho todo lo que tenía que hacer en esta película y se deja caer al vacío. Claro, ¿por qué no?
Y entonces Ronald convence a Roland de que lo ocurrido en Irak no fue culpa suya. Y Roland no se pega un tiro. Aunque, según el narrador, que por cierto en ese mismo momento está de farra, no iba a hacerlo de todos modos, porque (oh, sí, lo estábais esperando, ¿verdad?) "él es un chulo, y los chulos.... No. Se. Suicidan." Yyyyyy.... corte a negro, música, fin.
Lo que probablemente implica que al no suicidarse, se ha colapsado la cuarta dimensión y se ha acabado el mundo.
Y lo que es mejor, también la película. Y LO QUE HEMOS APRENDIDO HOY ES... Que incluso los grandes estudios y festivales de renombre pueden ser víctimas del hype. Que "en el fondo, todo el mundo quiere ser estrella del porno" (Krista Now dixit). Que la desaceleración de la rotación terrestre puede provocar cambios en la química del cerebro humano y/o fracturas en el tejido de la cuarta dimensión. Que el alma de los monos no puede soportar los viajes temporales. Y, sobre todo y ante todo, que los chulos no se suicidan. GENIÓMETRO: 2/5 ed woods
¿Demasiado? No sé... Es que el desarrollo es un desastre, pero tiene unas cuantas buenas ideas. Con el tiempo será película de culto, si no lo es ya.
Estos últimos días el ambiente internetero y cinematográfico nacional anda revolucionado con la iniciativa littlesecretfilm, una propuesta de Pablo Maqueda y Haizea G. Viana que han creado una serie de reglas para producir películas de bajo presupuesto y estrenarlas en Internet, y cuyas primeras muestras han visto recientemente la luz a partir del pasado 1 de febrero.
En principio hay 15 títulos confirmados en esta tanda inaugural (está por ver aún cuántos autores se sumarán con nuevas obras a la propuesta próximamente, una vez hecha pública), de los que tan sólo dos (Ahora ellas, de Haizea G. Viana, y Working progres, de Roland de Middel) no se han estrenado aún. Con el objetivo de ser el primer mortal en publicar una crítica completa película a película de la iniciativa, me he visto las 13 obras estrenadas hasta el momento en 6 días, una maratón de cine en la que, afortunadamente, ha predominado más lo bueno que lo malo. Desde luego, he disfrutado, de otro modo habría abandonado después de un par de filmes. Pero es que además viendo esto es inevitable sentir cierta excitación por la frescura de las obras y tener ganas de crear algo propio también. Vamos, una catarsis.
No sé si habré sido el primero en verme todas las películas, pero es probable que sea el primero en verlas sin tener nada que ver con ninguno de los participantes en ellas, y sin duda el primero sin cuenta de twitter. Me puse a verlas por el orden por el que están presentadas en su propia página, y esto ha sido lo que me han parecido:
(Ojo, que nadie busque aquí críticas sesudas. Eso ya hay mucha gente por ahí haciéndolo, y muy bien. Yo ofrezco impresiones viscerales, subjetivas y quizá irracionales. Vamos, como la recomendación que le haría a un amigo por la calle, pero tratando de no decir "es la hostia" o "vaya puta mierda".) MANIC PIXIE DREAM GIRL, de Pablo Maqueda (70')
Empieza lento, con 20-30 minutos de videoblogs que en algunos momentos se hacen un poco monótonos, pero en los que se presenta a los personajes para que vayamos conociéndolos. A partir de ahí, la historia ya va lanzada y se sigue con interés. La idea es muy buena, digna de la serie británica Black Mirror con la que el film ya ha sido comparado, aunque quizá al final el mensaje se recalca demasiado. Y sobre todo destaca Rocío León, que está impresionante interpretando todos los papeles, aunque queda el regusto de pensar que quizá de haber tenido más ensayos y tiempo de grabación que el autoimpuesto por las reglas el resultado habría podido ser ya la hostia en vinagre.
La película se presenta a sí misma como una fábula de Internet en tres actos, pero en realidad el "primer acto" ocupa más de la mitad de la película (y cubre el planteamiento y casi todo el nudo, en realidad) y el "tercer acto" es apenas un epílogo. Yo personalmente creo que quizá hubiera estado mejor que el giro de guión con el que se inicia el "segundo acto" (brillante, uno de esos giros que te obligan a replantearte todo lo que has visto hasta entonces) hubiera llegado más tarde, para dar lugar directamente al desenlace, ya que a partir de ahí la intensidad inevitablemente baja y al prolongarse demasiado produce una sensación de anticlímax, al menos en mi caso. Pero eso son gustos personales, supongo.
Eso no quita para que me haya gustado. Probablemente la mejor película del lote. PICCOLO GRANDE AMORE, de Jordi Costa (93')
Otra que empieza lento, de hecho los primeros minutos, con una canción italiana a capella y los berridos de Ignatius Farray, son de los que invitan a no seguir viendo más. Pero luego, poco a poco, se le va cogiendo el tranquillo a la alternancia entre dos tramas paralelas que sólo confluirán al final: una con un vagabundo loco aleccionando a un chaval sobre lo diabólico de la canción romántica, y otra con tres mujeres reunidas en un club de apreciación de la música italiana en la que empiezan a contarse sus intimidades amorosas, con el amor como arma destructiva como tema que sostiene la película.
De las dos tramas, la primera tiene a Ignatius Farray como arma de doble filo: si bien de su gran capacidad para la improvisación nacen varias frases y ocurrencias memorables, su histrionismo extremo resulta repelente y cansino. La segunda trama, por su parte, muy teatral, con canciones italianas a capella y largos monólogos, va a mejor conforme avanza, tomando un tono cada vez más oscuro y culminando en una media hora final estupenda, con un fascinante Emilio Gavira que se apodera de la película desde su entrada en escena (¿cómo no le hemos visto en esta vena oscura más a menudo?).
Lo malo es que la conclusión resulta ser la intrusión de la primera trama en la segunda arrastrando con ella su tono jocoso y creando un aguachirri final de sensaciones que no termina de funcionar.
En resumen, muy irregular. Fallida, aunque con suficientes aciertos como para que merezca la pena echarle un vistazo. 16TH FOLK ROOM, de Víctor Alonso (60')
De ésta es difícil decir mucho porque es como ponerte un disco. Es una sucesión de conciertos de músicos de folk londinenses a lo largo de un día en una habitación. No hay más. Si te gusta lo que tocan los grupos que salen, disfrutarás, y si no, no. Por mi parte, como sí que me gusta este estilo de música, pues he disfrutado. Pero como película... A mí la verdad es que estos films-concierto nunca me han llamado mucho. Eso sí, la música me ha parecido cojonuda. LOS DESÓRDENES SENTIMENTALES, de Ramón Alfonso (90')
Ésta tenía la sinopsis que menos me llamaba y, efectivamente, después de verla puedo confirmar que no soy parte de su público. Otra vez dos historias paralelas, algo que parece ser bastante habitual en estas películas, supongo que para facilitar el rodaje en 24 horas sin cansar demasiado a los actores.
La primera historia es sobre un veterano director que una vez fue de éxito y hoy sobrevive con trabajos alimenticios, y que se echa una amante joven que se va a enganchar de él mucho más de lo que a él le gustaría (genial Belén Riquelme, lo mejor de la película). La segunda, bastante más floja, es sobre un artistilla gilipollas que dice que es un genio pero lo único que hace es criticar a los demás; al principio hace gracia por lo patético pero luego se hace muy repetitivo.
Además es difícil conectar con los protagonistas de ninguna de las dos tramas: son demasiado egoístas para caer simpáticos.
En fín, que a mí me ha aburrido. CINEMA VERITÉ VERITÉ, de Elena Manrique (59')
Otra obra fallida, pero ésta al menos es autoconsciente: las dos historias que la componen se ven interrumpidas por escenas en que las dos guionistas que escriben la historia discuten y comentan lo que ocurre, y, de hecho, el mayor acierto de la obra es que a medida que las dos guionistas van tomando consciencia de que la historia no va a ninguna parte, empiezan a permitirse incluír en la trama cada vez mayores idas de olla con el único propósito de reírse mientras escriben. Pero esto ya indica el gran problema de una historia que avanza sin saber hacia dónde como pollo sin cabeza (aunque las guionistas que aparecen traten de justificarlo con pretextos artísticos que ni ellas mismas parecen creerse). Un par de chistes graciosos y frases divertidas no hacen que una comedia funcione, y ésta no lo hace. Y tampoco la parte dramática de la historia funciona demasiado bien. Es cierto que las imágenes de Sasa con su maleta caminando por las calles semivacías de Madrid son probablemente las más hermosas del lote, pero no compensa.
La última frase de la película es el perfecto resumen: "oye, tía... y con esto, ¿qué hemos querido contar?". NOVA, de Bruno Teixidor y Ezequiel Romero (60')
Ciencia ficción low cost del subgénero fin del mundo, y, al mismo tiempo, experimento en el que cada uno de los dos directores llevaba una de las tramas sin saber nada de la que dirigía el otro. Curiosamente, pese a ello resulta ser, de las películas con tramas paralelas, la que más cohesión tiene entre ellas. Planteamiento interesante y con varios giros inesperados, como defecto se podría señalar que algunos momentos quizá se hacen un poco confusos y que la motivación de algunos personajes a veces no queda demasiado clara. De todas formas, hay suficientes buenas ideas como para que el resultado final sea digno, y más si se tienen en cuenta las limitaciones impuestas por las normas.
Un buen trabajo. Quizá la obra más recomendable del lote para un público casual y no habituado al cine alternativo. UNDO INFINITO, de Álex Mendíbil (69')
Bordeando el cine experimental, ésta es sin duda la película más difícil del conjunto. No quita eso que pueda ser también una de las más fascinantes, pero me resultaría difícil recomendarle a mi madre una película cuyos seis primeros minutos son tal cual los seis primeros minutos de OTRA película (en concreto, de Escuela satánica para señoritas, una serie B de los 70), o una película que a mitad de metraje se interrumpe para dar paso a un coloquio en el que varios críticos discuten sobre el formato físico de las películas.
Para colmo, la primera media hora es bastante plomo (oh, cómo odié esa interminable escena de la cena en pareja), pero, por suerte, a partir de ahí la película va cada vez a mejor, especialmente porque Marta Suárez borda su papel de mujer traumatizada, pero también porque comienzan a sucederse los aciertos (ese fascinante viaje a Pripiat, maravilloso recurso con múltiples niveles de lectura) y las imágenes impactantes (nunca podré volver a mirar del mismo modo los restos de comida china en la nevera), y la tensión va creciendo hasta alcanzar el que probablemente sea el mejor final de todo el lote.
No es para todos los paladares, pero va a ser una de las que más se recuerden de esta iniciativa. Al tiempo. LA PÁJARA, de Jimina Sabadú (40')
Película a medio camino entre Jardiel Poncela, la comedia indie americana y el realismo mágico, que presenta una galería de personajes absurdos a los que una extraña enfermedad va a cambiar la vida. No es una comedia de echarte carcajadas, pero está llena de ideas más que interesantes y consigue crear un universo personalísimo en muy pocos trazos. Tiene un ritmo un poco irregular, y quizá con menos restricciones podría habersele sacado un mayor partido a la idea, pero es agradable de ver y es de esas películas que dejan poso. Me gustó. NUESTRO PORNO FAVORITO, de Carlo Padial (11')
En serio, ¿QUÉ COJONES ACABO DE VER? No le he pillado el punto en absoluto. KILN. PROYECTO Z24 14B1, de Héctor G. Barnés (69')
Interesante propuesta, un falso documental sobre la reunión en el siglo XXIV de un mítico grupo de rock. No aprovecha todo lo que siembra, me habría gustado que desarrollase más la ambientación de ciencia-ficción que propone, y la tensión que va creciendo entre los miembros del grupo no alcanza una explosión satisfactoria. Además hacia el final hay un buen rato en que ponen de fondo un zumbido constante muy molesto que sí, que pega con la situación incómoda y tensa que se produce, pero se hace inaguantable porque se prolonga demasiado y está tan alto que hasta molesta a la hora de escuchar los diálogos.
De todas formas, puede que sea porque yo soy muy fan del género de los falsos documentales, pero el caso es que personalmente lo he disfrutado mucho. Una pena que no lo hayan terminado de rematar porque la primera mitad de la película creo que ha sido lo que más me ha gustado de todo el lote. DESMADRE EN LA NOCHE DE LA QUIETUD, de Pablo Vázquez (104')
La más larga del lote resulta ser también la más plomo. Madre mía. La primera hora es épica. Minutos y minutos de nada, incluyendo hallazgos como un emocionante plano de dos minutos de los actores quietos mirando fijamente a cámara. En un intento de ruptura formal, a veces los actores interactúan con el director, a veces la pértiga del micro entra en plano, y a veces la ¿narración? se interrumpe para dar paso a una entrevista a los personajes. Podría argumentarse que se aprovechan estas escenas para que conozcamos a los personajes, pero, la verdad, un primer acto que ocupa más de la mitad de la película es a todas luces excesivo.
A la hora de película, por fín, empieza a pasar algo, cuando la (desequilibrada) protagonista se empeña en organizar una fiesta de famosos que debe terminar en un suicidio en masa, pero que en lo que acaba es en un enfrentamiento definitivo entre los personajes. La película, a partir de ahí, se beneficia de tener un conflicto que impulse la trama y tiene sus mejores momentos, pero sin especial brillantez.
Vamos, que no me ha gustado. IRON COCK UNCHAINED, de Laredo Pictures (60')
Probablemente la película más gamberra y menos ambiciosa del lote, una comedia que en ningún momento se toma demasiado en serio a sí misma. Recuerda al típico corto que hacen un grupo de amigos sin mayor objetivo que pasárselo bien, y en muchos momentos logra transmitir esa diversión. Homenajes explícitos a Tarantino, a los hermanos Coen (ese protagonista en bata que remite directamente al Nota) o a Desafío Total (con cita directa, toalla en la cabeza incluída) para una delirante comedia sobre viajes en el tiempo que tiene muy buenas ideas pero que, por desgracia, va perdiendo fuelle a medida que avanza y la gracia se pierde enmarañada en un caos de paradojas y viajes en el tiempo sin reglas.
Podría haber dado de sí bastante más pero no aprovecha todo su potencial. Aun así, es divertida de ver. ANFIBIA, de Hugo Álvarez Gómez (39')
No sé qué intentaba contar ésta, pero no lo consigue.
EN RESUMEN: Una digna cosecha, buena muestra de las posibilidades del cine de guerrilla, amén de descubrimiento (o confirmación) de interesantes artistas (actores, directores) con mucho potencial. No le auguro excesiva continuidad una vez pasado el hype, por cuanto algunas de las reglas que impone pueden ser demasiado restrictivas para el gusto de muchos realizadores, y el escaparate que ofrece a las obras es de esperar que sea cada vez menos importante (las cosas pasan de moda muy deprisa en Internet), pero es de agradecer el soplo de aire fresco que ha supuesto. Hacía falta algo así.
¡Vale, parad máquinas! Como suele suceder con las listas de lo mejor del año, siempre descubres a posteriori algo tan bueno que te das cuenta de que, de haberlo descubierto a tiempo, habría entrado en la lista. Y éste es el caso del cómic del que os voy a hablar hoy. Y eso que sigue creciendo a pasos agigantados y no da la sensación de que haya alcanzado aún su mejor momento.
El otro día, echándole un vistazo a los nominados a los Cartoonist Studio Prize como mejores webcómics del año (entre los que estaba mi adorado Subnormality y el popular e imitadísimo xkcd), descubrí una pequeña maravilla que me tiene total y absolutamente encantado. Se llama Nimona, se actualiza un par de veces por semana y en unos pocos capítulos ya me tiene a mí y a un buen número de lectores totalmente enganchados.
La obra, ambientada en un mundo medieval repleto de anacronismos, nos cuenta la historia de Nimona, una jovencita llena de entusiasmo por convertirse en villana y que consigue colocarse como ayudante del (no muy) malvado Lord Ballister Blackheart, un antiguo aspirante a paladín que tras quedarse manco en un (no muy limpio) combate contra el heróico Sir Ambrosius Goldenloin, hasta entonces su mejor amigo, decide enfrentarse a unas leyes que cree corruptas, aunque eso sí, con el menor derramamiento de sangre posible, dado que tiene su propio y personal código ético, y lo hace utilizando nada menos que la CIENCIA (digamos que es un prototipo de científico loco). Su mundo (todo el mundo, en general) se pondrá patas arriba con la aparición de Nimona, poco dada a la contención, violenta y peligrosa, sobre todo por su capacidad para cambiar de forma y transformarse en casi cualquier cosa, por medio de la magia (en la que, por cierto, Blackheart no cree). Pero a pesar de su tendencia natural a la destrucción, Nimona es tan encantadora como sólo puede serlo una niña y su relación con Blackheart, a veces casi paternofilial, es uno de los puntos fuertes de la narración.
La obra, además, es divertidísima y está tan llena de aciertos que no extraña que su autora, Noelle Stevenson, ya haya firmado un contrato para publicar la obra completa en dos libros una vez acabada en el 2015. A pesar de que todavía es estudiante. De hecho, este cómic es su trabajo final para graduarse en el Maryland Institute College of Arts. Todo parece indicar que lo hará con muy buena nota.
Una lectura que no hay que perderse y uno de mis webcómics favoritos desde ya. GENIÓMETRO: 4/5 eisners
La vergonzosa comparecencia de Mariano Rajoy, que no sólo no ha aceptado preguntas de la prensa sino que ni siquiera ha estado físicamente ante los periodistas, que han tenido que observarle a través de un monitor mientras él comparecía ante sus compañeros de partido a puerta cerrada, me ha recordado a Max Headroom. Un conocido personaje de la televisión británica de los 80 que se erigió en icono, "el primer presentador de TV generado por ordenador" (en realidad interpretado por el actor Matt Frewer bajo una gruesa capa de maquillaje) en un futuro distópico dominado por una oligarquía opresiva de grandes corporaciones televisivas. Tras una película y una serie que duró dos temporadas, segun la Wikipedia, en 1988 estuvo a punto de realizarse una película en la que se iba a postular como presidente. ¿Un presidente virtual en un futuro opresivo? Parece que el siglo XXI está encarnando las distopías que se temían en el XX. El futuro ha llegado y es tan malo como nos temíamos.
Ojalá realmente la comparecencia hubiera sido de Max Headroom y no de un burócrata gris. El personaje era, a fin de cuentas, subversivo: en la película (y serie subsiguiente) se enfrentaba a los poderes que controlaban la sociedad. Y no puede olvidarse que el caso más sonado de pirateo de señal televisiva en la vida real lo protagonizó un tipo disfrazado con una máscara de este personaje, que interrumpió la emisión de un episodio del Doctor Who en un canal de Chicago para emitir uno de los momentos más delirantes de la historia de la televisión.
En cualquier caso, esta vez el escándalo es tan grande que no parece que pueda cerrarse con "dos palabras". Y menos aún si se dan cobardemente, a través de una pantalla, y no cara a cara.