Hoy me voy a poner un poco retro para hablar de algunas añejas películas españolas de los cincuenta que, contra todo pronóstico, son dignas de verse. Pero no voy a recurrir al tópico de recordar las grandes obras de Berlanga, Bardem, etc. No, voy a ser un poco más rebuscado y voy a hablar de Pedro Luis Ramírez.
Director semidesconocido, comenzó su carrera como ayudante de Rafael Gil en muchas películas, pero tuvo un debut sonado como director: la celebérrima Recluta con niño (1956), tierna comedia con un divertidísimo José Luis Ozores (su monólogo en el teatro del cuartel es realmente magistral), a quien convirtió en una primera figura del cine español. Su siguiente trabajo sería aún mejor, Los ladrones somos gente honrada (1957), extraordinaria adaptación de la obra del genial Jardiel Poncela, que llega a superar el original, con Pepe Isbert y José Luis Ozores más divertidos que nunca como chorizos de poca monta que entran a robar en una casa y acaban teniendo que clarificar una delirante trama de chantajes y asesinatos. Después realizaría un par de vehículos para el lucimiento de José Luis Ozores (El tigre de Chamberí (1957) y El gafe (1959)), con una joyita semiolvidada entre ambas, La Cenicienta y Ernesto (1957), con Antonio Garisa como un entrañable embaucador (su discurso final es genial). Su época dorada culminaría con Crimen para recién casados (1960), con Fernando Fernan-Gómez y Concha Velasco. Sin embargo, sus siguientes películas no tendrían tanto éxito, y Ramírez desaparecería del mapa entre 1963 y 1972, en que regresa para dirigir spaghetti westerns o películas de terror, vamos, a lo Jess Franco. La verdad es que no sé mucho de él, pero sí he visto y disfrutado estas películas, así que le dedico un post. Como homenaje. Que además, hacer cine en España siempre ha sido mucho más difícil que hacerlo en América.
jueves, enero 20, 2005
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario