Vale, hace mucho que no hago una de mis listas, así que ya va tocando... Esta vez me voy a poner épico y voy a hacer una lista de las mejores peleas de espada. Evidentemente, no me voy a guiar por la técnica de esgrima de los actores sino por lo que pude disfrutar de la escena... así que el resultado será, indudablemente, muy subjetivo. Pero qué le vamos a hacer...
Descartes dolorosos: pues me joroba no meter ninguna película de Basil Rathbone, un hombre que, salvo la serie de Sherlock Holmes, estaba condenado a papeles de malo porque era de los pocos en Hollywood que podía medirse en duelo a actores protagonistas de tanto lustre y habilidad con la espada como Errol Flynn o Tyrone Power. Ahí quedan películas como La marca del Zorro, con un duelo excelente que, por desgracia, sabe a poco. Claro que en esa época las películas eran más cortas... También he dejado fuera el mítico duelo-balada de Cyrano de Bergerac (otra gran versión de la mítica obra de Edmond Rostand aquí). Pero finalmente me he decantado por:
5. RASHOMON (1950). Debo reconocer que Kurosawa es una de mis asignaturas pendientes, no he visto demasiadas películas suyas, aunque sí muchas de imitadores suyos. Así que creo que los mejores duelos de samurais van a quedar fuera de esta lista... Sin embargo debo confesar que hay una doble escena que me fascina en este clásico suyo que sí he visto. En una de las versiones de la historia, Toshiro Mifune y Masayuki Mori pelean valientemente, sin cuartel, hasta que el uno mata al otro; sin embargo, en otra de las versiones, su enfrentamiento es de todo menos valiente: se eluden temerosos, se abalanzan torpemente el uno contra el otro, pierden sus armas, se arrastran, juegan sucio y, cuando finalmente uno de ellos mata al otro, lo hace más por la torpeza y la mala suerte de éste que por méritos propios. Esta segunda escena me parece genial, una de mis peleas de espada favoritas. Probablemente, la pelea menos heróica jamás rodada.
4. HERO (2002). No he visto demasiado cine chino, pero sí lo suficiente como para saber que hay una larga tradición de grandes duelos con coreografías imposibles y que éstas no nacieron en los excelentes combates de Tigre y dragón. Sin embargo, en esta película de Zhang Yimou el combate pierde su valor épico y se convierte en un arte estético, pura poesía, hasta el punto de que los mejores duelos ocurren en el interior de las mentes de los combatientes. El resultado es lo de menos, lo que importa es la belleza. Una concepción diferente del combate.
3. SCARAMOUCHE (1952). Extraordinaria adaptación del mítico folletín de Rafael Sabatini, con el mejor y más largo duelo puro y duro de espada nunca realizado. Más de diez minutos de combate por todos los rincones de un teatro entre Stewart Granger, el mejor espadachín de Hollywood en ese momento y uno de los grandes galanes de la época, un actor que ni pintado para dar vida al seductor protagonista; y Mel Ferrer, extraordinario en su papel del malvado Marqués de Maynes. Aunque la resolución es bastante tonta, quizá por eso Sabatini nunca ha conseguido ser tan popular como otros mitos del folletín de aventuras como Dumas o Scott. Además, por muy noble que seas, ¡¡¡hace falta ser gilipollas para quedarse con la sosita de Janet Leigh teniendo al alcance a Eleanor Parker!!!
2. LA PRINCESA PROMETIDA (1987). Estrictamente hablando, no se puede hablar de grandes combates de espada en esta película, salvo a un nivel paródico. Sin embargo, el enfrentamiento en el acantilado entre el espadachín al que da vida Mandy Patinkin y el enmascarado interpretado por Cary Elwes es un prodigio de comicidad, por no hablar de la emoción que llena el combate final entre el mismo Patinkin y el siniestro Christopher Guest, con la mítica frase de diálogo "Hola, me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate a morir". Y ambas escenas están subrayadas por una banda sonora para enmarcar, cortesía de un Mark Knopfler en pleno ataque de inspiración. ¿Cómo no iba a incluírla?
1. EL PRISIONERO DE ZENDA (1952). La mejor adaptación del mítico folletín de Anthony Hope concluye con un duelo espectacular, en el que cuenta tanto la habilidad con la espada como el juego sucio. A un lado, Stewart Granger, sí, otra vez él, y además el mismo año de Scaramouche; al otro, un impagable James Mason que borda a uno de los mejores villanos jamás creados, un personaje cínico y desleal que por sí solo ya vale la visión de la película. Su despedida, memorable.
viernes, mayo 06, 2005
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario