He estado un poco desaparecido estos días, pero es que después de un ajetreado fin de semana de visionado de cortos y celebraciones de cumpleaños he acabado haciendo la macarrada de verme por fin la segunda temporada de Perdidos, completa, en dos días.
En estos momentos, y lo digo con algo de pánico por lo que puedan hacer los guionistas en la próxima temporada (de buenas series que la han cagado está la historia de la televisión llena), estoy mucho más satisfecho de lo que me esperaba al final de la primera, cuando dudaba de hasta qué punto se le podía sacar más jugo a la idea de la isla. Las nuevas ideas, incluyendo nuevos enigmas, nuevas localizaciones y nuevos personajes, no sólo mantienen el nivel de la primera temporada sino que incluso lo mejoran en varios momentos. Cierto es que hay algunos tiempos muertos, capítulos en los que no pasa gran cosa y flashbacks no muy interesantes, pero en general la trama avanza a una velocidad mayor, y las interconexiones que se producen en el pasado de los personajes empiezan a ser altamente inquietantes. Además tiene genialidades: la escena inicial de la temporada, por ejemplo, es de las que no se olvidan. En varias ocasiones los flashbacks se refieren a acontecimientos sucedidos ya en la propia isla, e incluso hay un capítulo dedicado por entero a explicar qué les pasó a los supervivientes de la sección de cola del avión.
Pero con el que me he rendido, acaso el mejor flashback de toda la serie, es el del último (y doble) capítulo de la temporada (que no diré ni de qué va ni en qué personaje está centrado para no spoilear, pero sí que de repente se ha convertido en mi personaje favorito): no sólo nos explica el pasado de un personaje mucho más extraordinario de lo que parecía cuando apareció, sino que nos proporciona gran información sobre la isla, explicación para algunos enigmas y nuevas preguntas e interconexiones con el resto de personajes; y, lo más importante, abre la puerta a grandes posibilidades para la tercera temporada, al conectar directamente con una última y definitivamente sorprendente escena final.
Quiero más.
GENIÓMETRO: 4/5 colombos
martes, octubre 03, 2006
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