Precisamente esta característica suya de no usar nunca la magia es la que le permite ser contratado por un millonario (interpretado por otro actor mítico, David Warner, el Jack el Destripador de Los pasajeros del tiempo, el malo de Tron, ¡joder, el puto Mal Absoluto de Los héroes del tiempo!) para que encuentre para él el Necronomicón, que al parecer le ha sido robado. Las cosas se complicarán cuando Lovecraft descubra que Tugwell, un gangster enemigo del hombre que le ha contratado, va también tras el libro, y que incluso ha contratado para conseguirlo a su antiguo socio (Clancy Brown, ¡el Kurgan de Los Inmortales!, que también os sonará como Kelvin Inman en la segunda temporada de Perdidos... oh, vaya, qué tonto, si en TVE aún no han llegado a ese punto), un tipo sin demasiados escrúpulos. Y, por supuesto, no falta la chica, interpretada por la entonces aún desconocida Julianne Moore (que hoy no necesita presentación y encabeza el cartel de las películas en que participa... como Hijos de los hombres, ¿todavía no la habéis visto?).
La película, estructurada como una clásica novela negra, mezcla, en un cóctel extravagante pero atractivo, el tono de los clásicos de Bogart (incluyendo réplicas cortantes, decorados de los años 40, cigarrillos, bourbon y mujeres fatales) con el desenfado de las películas fantásticas de serie B de los 80 (incluyendo duendes, unicornios, zombis, maldiciones, magia negra, ¡e incluso el mismísimo Cthulhu!), todo ello salpicado con unas buenas dosis de comedia. Dirigió el entonces ya veterano pero aún desconocido Martin Campbell (que luego llegaría a director de primera división con películas como Goldeneye, La máscara del Zorro y secuela, o la reciente Casino Royale; pero que también hizo, ¡ay!, Escape de Absolom), la producción corrió a cargo de Gale Ann Hurd (también productora, ojo al dato, de Terminator, Aliens, Alien nation, Abbyss y un montón de películas más, de las que las últimas´, sin embargo, han sido las lamentables Hulk, Punisher y Aeon Flux), lo que la hace todavía más estimable para frikis y mitómanos.
En suma, una película muy amena, repleta de referencias y guiños a la obra de Lovecraft y otros autores de género, una estimable serie B sin más pretensión que entretener y divertir, y que lo consigue. Quizá se podría haber aprovechado más el punto de partida y quizá se acuse cierta falta de presupuesto (a fin de cuentas, era un telefilme) para hacer unos efectos más deslumbrantes, pero se deja ver mejor que muchas películas que sí estrenan en el cine.
GENIÓMETRO: 3/5 ed woods
Como fue un éxito, tres años más tarde tuvo una secuela, también para televisión, Witch Hunt, ambientada en el mismo universo. Por desgracia, aunque repitió el mismo guionista (Joseph Dougherty, un profesional de las series de TV), cambió casi todo el equipo, Lovecraft fue en esta ocasión Dennis Hopper y la chica fue Penelope Ann Miller, y el resultado ya no fue tan bueno.
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