Pongamos que Elvis Presley sigue vivo, aunque ya viejo y con una lesión en la cadera, en un geriátrico de mala muerte en algún lugar de Texas.
Pongamos que nadie le cree excepto un viejo negro que está convencido de que es John F. Kennedy.
Pongamos que un día descubre que los ancianos que están allí alojados están siendo asesinados por una momia egipcia que se alimenta de almas sorbiéndolas por el ano.
Pongamos que Bruce Campbell es Elvis.
¿Qué habríais hecho vosotros?
Yo, alquilar la peli, desde luego.
La verdad es que el planteamiento de este Bubba Ho-Tep es tan delirante que poco más cabe en la película. Por suerte, tampoco hace falta mucho más para disfrutarla. Es una gamberrada autoconsciente de su zetosidad y sin más pretensiones que la de hacer que el público se lo pase bien un rato.
Pero hay muchos más puntos que contribuyen al aire de decadencia de la película. El edificio del geriátrico es viejo y oscuro; su compañero de aventuras, Ossie Davis (convencido de ser el presidente JFK y que después del atentado de Dallas le sustituyeron la mitad perdida de su cerebro por arena), incluso recurre a una silla de ruedas para los desplazamientos largos; y el enemigo de estos dos senectos héroes no es mucho mejor, una momia menor ni por asomo tan poderosa como la de las películas de Brendan Fraser, que si va matando a los ancianos es sólo porque éstos son presas fáciles que no ofrecen resistencia.
Y eso sin olvidar algunos momentos de acción enloquecida y senil dignos de mención, realizados con un muy peculiar sentido del humor.
En fin, no quiero destriparos demasiado de la película, porque ésta puede que queráis verla. Yo al menos sí la disfruté.
GENIÓMETRO: 3,5/5 ed woods
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