El otro día me leí Se busca, el cómic de Mark Millar y J.G. Jones. Partiendo de la idea de un mundo en el que los supervillanos han derrotado a los superhéroes y la gente ni se ha enterado, se nos cuenta la historia de un perdedor que descubre que es hijo de un supervillano al que acaban de asesinar, y que debe heredar su puesto. Un cómic ameno con una trama muy bien llevada, con acción, suspense, emoción...
Pero el caso es que me pongo a pensar... De un tiempo a esta parte parecen haberse invertido los roles. Caen más simpáticos los villanos. Millar deja claro por qué: hacen lo que les da la gana, todo lo que siempre quisimos hacer y nunca nos atrevimos, y no tienen que rendir cuentas a nadie. En el fondo, son mucho más cercanos que los héroes, queridos por todos, salvadores de la humanidad, pero, en el fondo, unos reprimidos, tanto o más que nosotros mismos.
La cuestión es que, mientras en X-statix Milligan refleja a los superhéroes como un grupo de caprichosas y malcriadas superestrellas mediáticas, en Se busca Millar refleja a los villanos (no a todos, por supuesto) como gente preocupada, con una vida afectiva y familiar, atormentados por la culpa o por el miedo. En el mundo de hoy, los héroes son distantes, inalcanzables, pero cualquiera puede convertirse en un villano. Porque, a fin de cuentas, los villanos son más cercanos. Porque en el fondo también tenemos un lado oscuro; porque en el fondo también somos unos perdedores condenados a no conseguir nunca lo que deseamos; y, sobre todo, porque cuando el mundo se les viene encima lo hace porque ellos mismos lo han derrumbado, y en ello vemos reflejados nuestros propios fracasos. Y es que los villanos ya no son tan inalcanzables como los héroes: ¿tiene algo que ver el Lex Luthor de genialidad inhumana de hace 50 años con el alma atormentada de Smallville?
Y eso nos lleva a Empire.
Mark Waid nunca ha sido santo de mi devoción, pero en esta obra está decididamente inspirado. Es la historia de Gólgota, un villano que ha conquistado el mundo, y la gente que le rodea. El final queda abierto, a la espera de una continuación que quizá tenga lugar algún día. Pero el caso es que no puedes terminar la lectura sin sentir lástima por el temible dictador que ha logrado someter al mundo. No todas las pequeñas tramas que se cruzan en Empire tienen la misma fuerza, pero Gólgota es un gran personaje trágico. Significativamente, su victoria militar coincide con su derrota moral. Su vida, todo lo que ha hecho, no tiene sentido. En el fondo, al final, sólo le queda esperar que aparezca una amenaza que le derrote. Por alguna razón, veo a Gólgota como una especie de atormentado Coronel Kurtz: duro, implacable, adorado por numerosos seguidores, pero demolido por dentro. Casi se puede predecir que su destino es ser asesinado y morir diciendo: "El horror... el horror..."
P.D.: Este Salón estaban disponibles dos fanzines dedicados a los supervillanos: el manual de FLAsCinDER para convertirse en un supervillano, y el octavo número de Arruequen, titulado Plan B, especial supervillanos. ¿Veis cómo están de moda?
jueves, julio 07, 2005
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