viernes, enero 13, 2006
El león, la bruja y la madre que los parió
No voy a decir gran cosa de Las Crónicas de Narnia.
No voy a decir nada del comportamiento ilógico de muchos personajes, de acontecimientos que no son explicados o de la tendencia del autor a resolver las situaciones sacándose de la manga algo que ni siquiera se había llegado a insinuar antes. (Hombre, yo no he leído el libro original, supongo que ahí se taparan bastantes de los agujeros que tiene la película, pero aun así...)
No voy a decir nada de la patética escena de la cascada helada, que luego parece que sea más bien un dique, y acaba con los niños haciendo surf en un bloque de hielo y con un susto barato y facilón.
No voy a decir nada de lo de hacer la Pasión de Cristo cambiando a Jesús por un león.
No voy a decir nada del tonto epílogo (especialmente por no spoilear a los que aún quieran verla).
No, esta película puede definirse con sólo una escena. Eso sí, digna de un Directo a Video.
Los niños huyen. Alguien les sigue. Piensan que es la bruja. Echan un vistazo... y es Papá Noel que les regala unos objetos mágicos a cada uno.
No, no estoy haciendo una metáfora jocosa. Digo que realmente Papá Noel aparece y les da unos regalos.
Sí, el gordo del trineo. Con sus renos y todo.
Repartiendo espadas +2, arcos +4 y pociones curativas de 2D10 de daño.
Y eso sin venir a cuento.
Porque, a ver. Aceptemos que en Narnia es siempre invierno. Aceptemos que sea porque el tiempo se ha parado. Aceptemos que eso hace que nunca sea Navidad. Aceptemos la idea, un tanto remota pero posible, de que en Narnia exista el concepto (recordemos, cristiano) de Navidad. Aceptemos que Papá Noel viva en Narnia esperando la llegada de la Navidad para ponerse a trabajar. Aceptemos que la sola presencia de los niños en Narnia trastoca el orden establecido y vuelve a poner en marcha el tiempo.
Aceptemos todo eso y pensemos.
¿La Navidad no es al principio del invierno?
¿Entonces por qué cuando el tiempo se pone en marcha y se acaba el invierno, aparece Papá Noel y celebra la Navidad?
Y, además, ¿a santo de qué nos sacan a este tío? Nadie le había mencionado antes. Nadie le menciona después. No vuelve a aparecer.
Y de repente, ¡zas!, ahí le tenemos, en plan Amo del Calabozo. Tú el bárbaro, tú el arquero, ho ho ho. Con dos cojones.
Total, Papá Noel mola. A los niños les encanta, ¿no?
¿Por qué tantas veces los autores de productos infantiles cometen el error de pensar que los niños son estúpidos?
GENIÓMETRO: 1/5 grouchos
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