viernes, marzo 10, 2006
Ración doble de Clooney
Hace un par de semanas pude ver Buenas noches y buena suerte, película por la que George Clooney fue nominado al Óscar este año como director y productor. Es ésta una película oportuna que recuerda la caza de brujas de los años 50 en un momento en el que la sombra de una nueva caza de brujas se proyecta sobre el horizonte americano, sustituyendo a los comunistas por musulmanes. Clooney huye de los alardes y excesos melodramáticos del "cine comprometido de buen rollo" de, por ejemplo, Spielberg (sí, ya sé que a muchos os encanta, pero lo siento, a mí el Spielberg más reciente me repatea, me da igual que técnicamente sea un maestro, es que el mensaje de sus películas no me lo trago) y empequeñece todo lo que puede la historia, concentrándola en pocas localizaciones, en pocos personajes (apenas se nos esbozan un poco los personajes secundarios) y, algo digno de aplauso en estos tiempos de excesos cinematográficos, en pocos minutos. Da la impresión de que a Clooney le interesa menos la película que el mensaje que desea transmitir, y, paradójicamente, eso hace que la película gane fuerza.
Por medio de un David Strathairn estupendo, en una sobria pero firme interpretación del periodista Edward R. Murrow, Clooney denuncia la irracionalidad de la política nacional y deja claro que ésta prosigue sólo por cuanto la gente prefiere no comprometerse en tratar de detener estos atropellos en tanto no se vean afectados. No por casualidad la película se abre y se cierra con un crítico discurso sobre el compromiso sociopolítico de los medios de masas, con Murrow hablando de la televisión de los 50 y Clooney haciéndolo hablar del cine actual. Toda una declaración de principios para un personaje comprometido que, con sólo dos películas en su haber (la otra es la también reivindicable Confesiones de una mente peligrosa), ya se ha ganado la consideración de Autor.
GENIÓMETRO: 4,5/5 grouchos
En cambio, por la que sí se llevó el Óscar este año George Clooney fue por Syriana. Otra película comprometida que produjo el propio Clooney, a cargo de Stephen Gaghan, el guionista de Traffic. Por desgracia para la película, Gaghan no dirige como Soderberg, por más que se empeñe en dárselas de autor con imágenes como la de Clooney en un desierto cruce de carreteras en medio de la nada (fantasmagórico o surrealista, pero metafórico) o símbolos como la continua sucesión de piscinas, lagos o fuentes en oposición al polvo del desierto. Pese a estos intentos, da la impresión de que a Gaghan se le va la película de las manos.
Syriana es un cruce de historias interconectadas con el que se denuncia la responsabilidad de los Estados Unidos en los acontecimientos políticos de Oriente Medio, pero más allá de las buenas intenciones a la película le falta algo. Sólo la historia del agente de la CIA interpretado por Clooney mantiene el interés; las otras tres líneas argumentales, aunque contribuyen a completar el dibujo de cómo los intereses petrolíferos son la causa de los males de la zona, se pierden en digresiones y personajes secundarios que aportan poco, y al final la película se hace excesivamente apresurada y liosa, con un final bastante flojo. Un ineficaz Matt Damon y un soso Jeffrey Wright tampoco ayudan, aunque la interpretación de George Clooney, Christopher Plummer, Chris Cooper y casi cualquier secundario son más que notables.
En suma, una pena, porque una película con un punto de partida interesante no consigue dar de sí todo lo que podría. Aun así, se puede ver.
GENIÓMETRO: 2,5/5 grouchos
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