jueves, marzo 10, 2005
Mulholland Drive para torpes, parte III: La fuga de Diane (que se convierte en Betty)
Y seguimos...
La única salida de Diane es, como la de Fred Madison en Carretera perdida, una fuga psicogénica, imaginarse que es otra persona y empezar de cero. Tendida en la cama, comienza su sueño, en el que imagina un nuevo comienzo, utilizando nombres, lugares y rostros que la han rodeado en sus últimos días. Coge el nombre de la camarera que le atendió el infausto día en Winkie´s y se convierte en Betty, una joven que como ella llega cargada de ilusión a Hollywood para triunfar, pero esta vez es más guapa y mejor actriz, tiene una casa bonita (con una amable casera a la que pone el rostro de la madre de Adam, la única en la fiesta que la escucha y comprende) y muchos contactos en el interior del mundillo. Pero a Hollywood la llevan (en su avión particular) sus propios remordimientos, personificados en dos viejecitos aparentemente amables pero de risa bastante siniestra. Al mismo tiempo fantasea con que Camilla salva su vida por un golpe de suerte, pierde la memoria y vaga por las calles hasta refugiarse en su casa, donde Betty la conoce, trata de ayudarla y finalmente se hacen amantes. Al ser un sueño de enamorada, Camilla está siempre perfectamente maquillada y hermosa, por mal que lo haya pasado.
Sin embargo, esta presencia de Camilla (que, en su amnesia, adopta el nombre de Rita) supone, como la de su esposa en la fantasía de Fred Madison, una intrusión del mundo real que a la larga acabará cerrando el círculo. La policía investiga. El asesino contratado persigue a la víctima que se le escapó. Buscando quién pueda ser Rita, llegan a la casa de Diane, que yace muerta en su cama, podrida e irreconocible, porque así es como desearía estar en su fantasía. Y Rita recuerda el nombre de Diane al leerlo en la identificación de la camarera... la misma de la que Betty ha cogido el nombre, y a la que, en consecuencia, ha dejado el suyo.
Paralelamente, Betty trata de hacer despegar su carrera como actriz, enfrentándose a las dificultades que tuvo como Diane. En su prueba todos la aplauden... excepto el director, que no está muy convencido. Se trata del mismo director que prefirió a Camilla en vez de a Diane para el papel que la dio a conocer. Las frustraciones de Diane van saliendo a la luz... la envidia/rencor de Diane por Camilla también se manifiesta en que todo parece encaminarse a su feliz encuentro, tanto sentimental como profesional, con Adam, cuyo matrimonio naufraga (como cuenta en la fiesta que ocurrió), y que está a punto de dirigir su mejor película, que podría ser perfecta para Betty... pero Adam se ve obligado a escoger como protagonista de su película a una chica (personificada por la nueva amante de Camilla) que recibe el nombre de “Camilla Rhodes”, la misma que le quitó el puesto a Diane de manera que ella ve como injusta... y Betty, de hecho, ni siquiera llega a conocer a Adam, porque en el momento en que su utopía podía hacerse realidad (con Adam en pleno casting y dudando si hacer lo que le han dicho o no) corre a encontrarse con Rita, por quien de nuevo sacrifica su oportunidad. La mirada hacia atrás de Adam cuando ella sale deja claro que algo fundamental ha dejado de ocurrir... y Adam cede a las presiones de una misteriosa organización... cuyo jefe llama al teléfono de casa de Diane. No en vano, es el subconsciente de Diane el que lo dirige todo, y es ella y no otra la que trata de impedir que Betty/ella misma obtenga un premio que cree no merecer y presiona en favor de su, pese a todo, todavía amada Camilla.
No se vayan todavía, aún hay más...
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