Como espectador compulsivo de cine, a veces me gusta arriesgarme y meterme a ver una película a ciegas, sin saber apenas nada de ella, a lo mejor apenas un poco de qué va. En estos tiempos en que la información corre como el viento, es cada vez más difícil no enterarse de nada, pero aun así siempre hay algún estreno que no tiene la ciudad llena de carteles y que parece que puede ir de algo interesante. Cuando aciertas, el riesgo merece la pena porque entras totalmente a ciegas, mi acierto más memorable fue Sospechosos habituales, escogida apresuradamente al azar para ir al cine con una chica... (mala elección: a no ser que ya llevéis bastante tiempo saliendo os recomiendo no ir nunca con una chica a ver una película que resulte más interesante que ella). Lo malo es que no siempre aciertas, y también así he padecido alguno de los mayores sufrimientos que he tenido en una sala de cine. Este fin de semana entré a ver Demonlover y me tocó esto último.
El argumento planteaba una serie de engaños y luchas de poder, no te fies de nadie, etc. Vale, me gustan las películas que me hacen sentir paranóico. Seleccionada en Cannes y premiada en Sitges, eso me daba buena espina. El principio estaba bien... A los diez minutos, los protagonistas se van a Japón y todo se ralentiza, la historia se hace leeeenta y aburriiiida, se pegan interminables minutos entre videoclips de discotecas, fragmentos de anime porno (censurado!!), conversaciones bilingües con traductora de por medio... Vale, piensas, ha decaído pero es que están planteando el argumento, una empresa francesa que invierte en una compañía japonesa de anime porno y ahora intenta vender el producto a una compañía americana; luego se pondrá mejor. Pero no, luego vuelven a Francia, y a partir de aquí la película ya no tiene ni pies ni cabeza, y lo dice alguien que entendió Mulholland Drive. El director trata de ir de moderno con mucho movimiento de cámara y planos tan cercanos que sólo se ven manchas desenfocadas, el guionista entregó cuatro escenas inacabadas y no se preocupó de conectarlas entre sí, los personajes actúan sin sentido y da la sensación de que ni siquiera saben lo que están haciendo (a esto debe ayudar el hecho de rodar en francés y usar actrices no francesas que sólo podían memorizar sus frases sin saber ni qué decían), y lo que podía haber dado pie a un interesante juego psicológico acaba siendo un triste videoclip que además usa el recurso fácil y ya casi tópico (¿fácil?, yo no veo la relación obvia) de conectar el anime con el snuff.
¿Se salva algo? Sí. La banda sonora, excelente, a cargo de unos Sonic Youth mucho más sutiles y atmosféricos de lo que pensaba que podían ser. Ésta es una película estupenda para ver con los ojos cerrados.
GENIÓMETRO: 1/5 grouchos
Para películas como esta, debería plantearme no activar el geniómetro en Grouchos. No me parece justo para el pobre sr. Marx.
lunes, marzo 07, 2005
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