martes, marzo 12, 2013

Directo a Video: Southland Tales (no sé si así es como acaba el mundo, pero puede que sí sea como acaba una prometedora carrera)

Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en que los aficionados al cine estábamos como locos esperando la nueva película de Richard Kelly, después del tremendo impacto que había tenido su debut, la película de culto Donnie Darko. Era el chico de moda y los grandes estudios se lo rifaban. ¿Qué pasó para que hoy sea poco más que un one-hit-wonder del que ya no se espera nada especial?
Pasó Southland Tales.
Bien, no sólo eso. También pasó que sus trabajos como guionista dejaron bastante que desear (sólo se realizó el de Domino, pero su adaptación del libro infantil Holes a distopía futurista postnuclear ha sacado de quicio a cualquier fan del libro que se acercase a leerlo por curiosidad cuando el propio Kelly lo subió a Internet, aunque por suerte de este trabajo le despidieron cuando el propio autor del libro aceptó escribir él mismo el guión de lo que sería finalmente La maldición de los hoyos), y su película posterior, La caja, aunque no llegó a ser un desastre tan grande, tampoco supuso una redención. A estas alturas Kelly parece haber conseguido un consenso general de que fue un hype, de que no tiene ni idea de contar una historia, y de que los elegantes enigmas de su ópera prima no eran tanto fruto del estilo como de la incompetencia.
Pero en el 2005 Kelly, con la arrogancia del triunfador, había creído a aquellos que le llamaban genio, así que decidió aprovechar su status para levantar, con total libertad creativa, una obra multimedia (!) extremadamente ambiciosa, una recreación pynchoniana de un futuro distópico que hablase de absolutamente todo: guerra, drogas, opresión, revolución, política, ecología, Hollywood, reality shows, física cuántica y, por supuesto, el fin del mundo.
Había buenas ideas de base para hacer algo brillante. Por desgracia, Kelly no tenía la capacidad de un Pynchon para desarrollarlas de manera coherente.
El resultado es un desastre. Y, precisamente porque es un trabajo extremadamente ambicioso y pretencioso, el desastre adquiere dimensiones monumentales. Hay demasiadas tramas paralelas y demasiados personajes, y ninguno funciona. Las cosas ocurren porque sí. Los personajes toman decisiones estúpidas. Los diálogos, más que diálogos, son intercambios de frases aleatorias. No sólo está considerada como una de las peores películas jamás proyectadas a concurso en el Festival de Cannes (¿y cómo la seleccionaron, de todas formas?), sino que se pegó un batacazo histórico en taquilla (costó 17 millones y recaudó tan sólo 375000$).
Y es por eso por lo que tengo que comentar esta película.
Porque es tan excesiva en todos los sentidos que... oh, cielos, lo confesaré... ¡la he disfrutado! Porque es un caos total que la mitad del tiempo roza lo incomprensible mientras la otra mitad se zambulle en ello sin el más mínimo pudor. Porque desde el principio le da la espalda al público y se erige en una performance para sí misma. No es que la película no funcione, es que da la impresión de que ni siquiera lo intenta. Porque puestos a fracasar, no merece la pena quedarse a medias. Mejor que sea así, a lo grande.
No con un lloriqueo, sino con una explosión.
Respirad hondo. Esto va a ser largo.

La película empieza...
...ah, no, perdón, es verdad. La película NO empieza.
La película PARTE allí donde se quedan las tres novelas gráficas que suponen los tres primeros capítulos de la saga. Sí, la película empieza en el cuarto episodio. Con dos cojones. Por suerte, los tebeos en cuestión parece ser que eran igual de crípticos que la película, de modo que tampoco se pierde uno demasiado. Más aún teniendo en cuenta que, en la dinámica de Southland Tales, constantemente se introducen nuevos elementos que no sólo no vienen a cuento de nada sino que ni siquiera tienen importancia posterior.
La película, de todas formas, tiene el buen tino de al menos hacernos un breve resumen, pero no de lo que ha pasado en los tres primeros episodios (ni hablar, si quieres saber eso vas y te los lees; o al menos te lees el resumen en la wikipedia), sino de qué está pasando en su particular universo. Al parecer hubo un par de atentados nucleares en Texas que han desencadenado la III Guerra Mundial (en realidad es EE.UU. ejerciendo de abusón contra los países subdesarrolados de lo que en su día llamaron el Eje del Mal, pero como tampoco tiene gran importancia para la historia y no vuelven a mencionarlo, dejémoslo ahí), y el esfuerzo bélico está acabando con la economía y con las reservas de combustible, lo que ha provocado el uso de patrocinadores privados para el ejército y una fiebre por hallar nuevas fuentes de energía alternativas. Por supuesto, la guerra ha provocado una ola de conservadurismo y nuevas leyes de opresión de las libertades ciudadanas. Hay un sistema de vigilancia constante, un poco en plan Gran Hermano, para evitar delitos, basado en vigilancia con cámaras y en artilleros situados en lugares estratégicos para volar la cabeza de cualquier ciudadano que parezca una amenaza (el motivo por el que los encargados de las cámaras van uniformados con batas de plástico transparente se me escapa). Se han cerrado las fronteras entre los estados y para pasar de uno a otro hace falta un visado. Y ahora todas las identificaciones, para transacciones o para votar, se hacen a través de huellas dactilares, lo que ha provocado la aparición de un mercado negro de dedos. Esta opresión ha provocado la aparición de células revolucionarias entre las que destaca el movimiento neomarxista, que intenta destruir el capitalismo.

Ah, y además es año de elecciones, y el candidato a vicepresidente es el Senador Frost, de California, casado con la responsable del programa de vigilancia y suegro de una conocida estrella del cine de acción, Boxer Santoros (¡¡The Rock!!), que ha desaparecido misteriosamente en los últimos días, para ser hallado sin memoria en el desierto de Nevada y devuelto ilegalmente a California, en circunstancias que se explican en los cómics pero que, la verdad, tampoco son muy importantes.
Todo esto, sazonado con citas del Apocalipsis, lo cuenta un personaje que responde al improbable nombre de Pilot Abilene (Justin Timberlake), veterano de Irak y responsable de una torreta de vigilancia en la playa, y que, si bien en los cómics se te explica su relación con los personajes principales, en la película ejerce de narrador simplemente porque sí, sin aportar demasiado, erigiéndose en uno de los treintaytantos personajes de la película que no aportan prácticamente nada y que habría sido recomendable suprimir para simplificar la historia.
En caso de que el autor hubiera querido que los espectadores fueran capaces de seguirla, claro.
Cosa que dudo. Y como prueba, observad las parrafadas que he necesitado para resumir, de manera que se entienda, toda la información esencial que te dan en tan sólo los ocho primeros minutos de película.

En este punto encontramos a Santoros, que ha regresado a California junto con la actriz porno y presentadora de reality shows Krista Now (¡¡Buffy!!). En la película no queda del todo claro, pero en los cómics se explica que se ha aprovechado de su amnesia para seducirlo y convencerlo de que estaba trabajando con ella en un guión para su próxima película. Krista aspira a aprovechar su fama y sus contactos para conseguir las inversiones necesarias para toda una gama de productos basados en su figura, incluyendo un CD con un single llamado Horniness is not a crime (!) que tendrán a bien reproducirnos hacia la hora de película. Para ello contacta con unas amigas neomarxistas que intentan chantajear al Senador a cambio de no revelar que su yerno anda tirándose a una estrella porno (aunque su plan es cobrar el dinero y revelarlo igualmente para que pierdan las elecciones). Ah, y por cierto, Santoros no lo sabe, pero en el desierto han encontrado su coche quemado con un cadáver en su interior. Esto será importante mucho más tarde, pero por ahora podemos olvidarnos de ello. Al menos durante hora y media de película. Lo retomaremos cuando ya no sea interesante.
También en este punto descubrimos que hay un científico, el Barón von Westphalen (¡¡Vizzini!!), que junto con sus ayudantes (un grupo de freaks que parecen sacados de un circo, incluyendo a la enana de Polstergeist, al ayudante de Luz de luna y a una china que no para de fumar y poner poses sexis) ha construido un Generador de Mareas para extraer energía del flujo de las olas en el mar, y que funciona a base de Karma Fluído, que un poco más adelante (o más atrás, si nos remitimos a los cómics) descubriremos que también puede utilizarse como droga. Y que la estuvieron probando en soldados. Entre ellos, el amigo Abilene.
Y también en este punto aparece Christopher Lambert interpretando a un tipo que vende armas en una camioneta de helados y al que Zora, una pequeña patinadora neomarxista con el temperamento de Joe Pesci en Uno de los nuestros, acude para comprar balas de fogueo para acabar dándole una paliza. Qué bajo has caído, McCloud.
Ah, y por fín aparece Ronald Taverner (¡¡Stiffler!!), el otro protagonista. Y su primera aparición no puede ser más desconcertante: intenta ser más rápido que su reflejo en el espejo... ¡y lo consigue!

Leyendo el cómic descubres que Ronald, antiguo compañero de Abilene (de hecho causante de sus heridas y cicatrices por fuego amigo) también fue inyectado con Karma Fluido, y que uno de los efectos secundarios de esta droga tiene que ver con la percepción temporal, de modo que quizá la escena incluso tiene un cierto sentido, pero la gracia es que en la película es total y absolutamente gratuita, no viene a cuento de nada, no se explica, no vuelve a ocurrir ni vuelve a mencionarse. Es puro nonsense.
Si a estas alturas los espectadores no han abandonado la sala es porque sólo han pasado 20 minutos y todavía tienen esperanzas de que en algún momento la historia empiece a tener sentido.
Por desgracia, no lo hará.
Peeero, por lo menos empiezan a ocurrir cosas. Los neomarxistas han convencido a Ronald, casualmente (?) también un poco amnésico, de que suplante a su hermano Roland, oficial de policía al que tienen secuestrado, e involucre a Santoros en un (falso) asesinato racista, para poner en evidencia la vigilancia policial. Ronald acude a recoger al actor, al que se supone tiene que llevar de ronda para que se prepare el personaje de su guión, y éste, en una escena delirante, le explica de qué va su guión: es la historia de un policía que descubre que los altos índices de criminalidad han sido provocados por una reducción de la velocidad de la rotación de la Tierra que afecta a la química del cerebro humano, incitando a la violencia.
Una teoría interesante. Volveremos a ella.

El caso es que todo sale mal. La policía, gracias a una incansable trabajadora del equipo de vigilancia adicta a los Cheetos llamada Starla von Lutz, descubre la sede de los neomarxistas y entra acribillando a todo lo que se mueve, excepto a Roland, que tratando de huir cae en un contenedor de basuras en cuyo interior pasará la próxima media hora de película. Mientras tanto, y después de que Santoros tenga un alucinadísimo encuentro con parte de la troupe circense del Barón (que le dan a entender que su guión puede estar más cerca de la realidad de lo que él piensa), Ronald y él acuden al lugar donde el falso policía debe simular dos asesinatos ante la cámara que lleva el actor. Por desgracia en la puerta se encuentran con un auténtico policía racista de los de toda la vida, que interviene y asesina a los dos líderes neomarxistas que, exageradamente maquillados para no ser reconocidos (se supone que son famosos activistas), servían de cebo. Santoros y Ronald huyen, éste después de tener un diálogo totalmente delirante con el policía: "-Tú no estás aquí. -¿Quién soy yo? -No te incumbe. Ahora lárgate."
Santoros escapa por una zona de Los Ángeles que no conoce y, cuando está totalmente perdido, recibe una llamada de Starla, que resulta que es una fan fatal suya hasta el punto del acoso, que se ha bajado su guión de la página web de Krista, que ha estado haciendo averiguaciones y que le confirma que el Generador de Mareas no sólo reduce la velocidad de rotación de la Tierra, sino que ha provocado una fisura en el espacio-tiempo precisamente en la zona del desierto donde encontraron a Santoros. Starla le da también a Santoros el teléfono de uno de los asesores del Senador, con lo que el actor vuelve a entrar en contacto con su familia política. Aunque la verdad es que ni siquiera recordaba que estaba casado.
Ah, y por cierto, esto es lo que estaba viendo el Senador en el momento de la llamada.
Creo que fue aquí donde el público definitivamente abandonó la sala.

A todo esto, tras el fracaso del plan, Zora deja inconsciente a Ronald y, en una escena divertida por lo gratuíta, atropella (dos veces) a un amigo patinador que no quería verse involucrado en los asesinatos. Poco después se desvela que Zora y el poli asesino están compinchados y que todo es un plan para chantajear al Senador con la grabación de su yerno asistiendo a un asesinato.
Roland despierta y ve que su mano brilla. Después de molarse a sí mismo por su imitación de Gusiluz, sale del contenedor y atraviesa la calle sólo para ser secuestrado a punta de pistola por Christopher Lambert. ¿Por qué? ¿Para qué? No se sabe. Lambert lo ata y lo deja en la parte de atrás de su furgoneta y empieza a conducir por la ciudad.
Mientras tanto, Santoros vuelve a casa, donde conoce a su familia y a su mujer. Para evitar el escándalo, éstos llaman a Krista y acceden a pagar lo que les pide. Entonces empieza una orgía de revelaciones sorprendentes como si esto fuera el episodio final de un culebrón, aunque en realidad sólo vamos por la mitad de la película. La mujer de Santoros le revela que está embarazada. Krysta revela que el Barón le pagó para traer a Santoros de vuelta del desierto. La mujer de Santoros acusa al Barón de financiar a los neomarxistas. El Barón revela que sabe que su hijo no es de Santoros sino de uno de sus asistentes de campaña. A esto le sigue, a toda velocidad, una emotiva despedida de Santoros y Krista en que ella le insinúa que sí que sentía algo por él, otra llamada alucinada de Starla, una escena con la enana de Polstergeist sujetando una pelota azul que lanza destellos (!!), y una críptica llamada del Barón a un anciano Kevin Smith, que no sabemos qué pinta en la película pero que ya después de todo lo que hemos visto, ni nos sorprende.

En ese momento el director sintoniza un rato el telediario mientras piensa qué contar ahora, y, después de un par de minutos de noticias, nos muestra una escena en la que el Barón hace que su china le corte la mano al primer ministro japonés a cambio de permitir a Japón beneficiarse de su nueva fuente de energía. El trato era sólo por un dedo, pero resulta que el Barón es malvado. Además tiene un plan para apoderarse del mundo. Aunque luego parece que se olvida de ello, o se desentiende, porque no se vuelve a mencionar ni tiene la más mínima importancia en lo que va a ocurrir.
¿Os habéis perdido ya? Tranquilos, todavía podemos meter algún personaje más.
Metamos pues a Martin Kefauver, un chaval recién reclutado que acude a comprar drogas a nuestro viejo amigo Abilene. Sí, el narrador. Ya creíais que no iba a hacer nada aparte de contar la historia, ¿verdad? Pues aparte de venderle algo de Karma Fluido, lo que hace es meterse él mismo un buen chute. Lo que da lugar a la que probablemente sea la mejor escena de la película. Un número musical que tampoco viene a cuento de nada, pero, a fin de cuentas, ¿qué lo hace en esta película?

Al día siguiente, y antes de ir a grabar su nuevo programa, Krysta, un poco depre, acude a drogarse con sus amigas neomarxistas y descubre allí una grabación con el nombre de su amante. Creyendo que es un video de ella con Santoros, decide llevársela y difundirla por la red. Pero resulta que es la grabación del asesinato. Zora y el policía persiguen entonces a Krysta y sus amigas para recuperar la cinta, pero al utilizar armas en un lugar público son acribillados por los vigilantes de las torretas.
También Santoros tiene un encuentro delirante con Starla, que se ha vuelto definitivamente loca, se cree uno de los personajes del guión que ha leído e informa al actor de lo del cadáver en su coche (¿a que ya os habíais olvidado de ello?) y de que lo guardan en el megazeppelin del Barón (que, como buen villano megalómano, no podía tener un simple zeppelin, tenía que ser mega)... y entonces, en un momento de emotividad, Starla ¡¡¡amenaza con pegarse un tiro si Santoros no le deja que le chupe la polla!!!
Menos mal que el bueno de Abilene está al quite en su torreta de la playa y le pega un tiro a la chica, porque si no la película podría haber perdido el norte.
Quiero decir, más aún.
Y a todo esto, Ronald encuentra a Martin a punto de suicidarse porque no quiere ir a la guerra. Lo impide y le pide ayuda para encontrar a su hermano, prometiéndole que huirán juntos los tres a México.

Mientras tanto, Santoros es capturado por secuaces del Barón y llevado a bordo del megazeppelin, donde se celebra una fiesta de inauguración del nuevo sistema de energía. El propio megazeppelin, propulsado por dicha energía, es el símbolo de esta nueva época. Un speaker anuncia el despegue, para hacerlo todo mucho más espectacular. Ah, el speaker... Ya volveremos al speaker. No me hagáis hablar aún del speaker.
Al mismo tiempo, se desata una ola de violencia en la ciudad. No sabemos si como consecuencia de la difusión de los videos de Santoros o, como en el premonitorio guión del actor, se debe a que la desaceleración afecta la química del cerebro humano, en ningún momento queda claro, pero, como tantas otras cosas... ¡qué más da!
Santoros se reconcilia con su mujer, a la que convence de que el fin del mundo va a ser esa misma noche. "-¿Cómo termina? -Con un apretón de manos." Entonces es convocado a una reunión privada. Por el camino, y como buen héroe de acción que se precie, consigue un arma: literalmente, pasa por delante de un armario, lo abre, saca una pistola y se la guarda. ¡Armaritos de contingencias para casos de ataques terroristas, cómo no lo habíamos pensado antes! Tristemente, y aunque cuando llega a la reunión le recibe Kevin Smith a punta de pistola, resulta que nadie pensaba hacerle ningún daño. Sólo darle explicaciones.
Explicaciones que cualquier espectador esperaba hace tiempo, pero que a estas alturas recibe con escepticismo.
Y hace bien, porque consiguen embrollarlo todo un poco más aún.

En resumen, los científicos del Barón descubrieron que su Generador había provocado una fractura en el espacio tiempo, así que decidieron hacer lo más lógico: lanzar monos a través de la fisura, para ver qué pasa. Pero como "el alma de los monos no puede sobrevivir al umbral dimensional" (sic), y sólo la de un humano podría hacerlo, deciden arrojar a uno. En concreto, el Barón elige a Boxer Santoros, por su fama y sus contactos políticos. Mira tú qué retorcido el Barón, con la de gente que hay en el mundo que nadie echaría de menos y va a escoger a alguien que sale todos los días en la prensa. El resultado es que 69 minutos antes de ser arrojado por la fisura (¿por qué 69? ¿es que todo tiene que estar relacionado con el sexo en esta película?), apareció un duplicado de Boxer Santoros, de modo que su yo presente y su yo futuro se encontraron. El cadáver encontrado en su coche era el de su yo presente, mientras que el que vive es el que cruzó la fisura. "No lo entiendo. Yo nunca pensaría en suicidarme"- responde Santoros sin que nadie haya insinuado nada al respecto- "Soy un chulo. Y los chulos no se suicidan." Ouh, yeah. Quedaos con la frase. Mientras tanto, los científicos dan a entender que si dos almas idénticas entrasen en contacto, podría desencadenarse el fin del mundo.
Mientras tanto, Ronald y Martin deciden que para huir a Mexico necesitan dinero. Como las tarjetas de Martin han sido anuladas, Ronald decide enganchar el coche al cajero, arrancarlo de cuajo y llevárselo con ellos. ¡Qué gran idea! Salvo por el hecho de que en un cruce el cajero que van arrastrando puede provocar un accidente y llevarse por delante una camioneta de helados. En concreto, la que conduce Christopher Lambert y que lleva a Roland atado detrás.
Sí, en serio. Parece que Christopher Lambert lleva desde la noche anterior conduciendo su camioneta con un tipo atado detrás. Un día intenso, ¿eh?

Al mismo tiempo, Santoros interroga a la china, porque deduce que lo debe saber todo, no sé si porque es la amante del Barón o porque aparece en todas partes. La china le dice que el Barón contrató a Roland para secuestrarle, que él cruzó la fisura también (por tanto Ronald no tiene un hermano gemelo, sino que es una versión futura del propio Roland) y que luego volaron su coche para matarle. "-Así que no me suicidé. -Eres un chulo. Y los chulos no se suicidan." Ah, sí. Eso lo he oído antes. Ya van dos veces. Salvo por el hecho de que es una chorrada como un templo, casi parece que vaya a ser importante. Pero en fin, básicamente la china parece dar a entender que han dejado irse a los dos Rolands como un travieso experimento, sabiendo que si algún día se encuentran la cuarta dimensión se colapsaría, sea lo que sea lo que signifique eso. No es que tenga demasiado sentido, ni como plan ni como experimento. Pero como ya he dicho antes, llega un punto en esta película en que nada tiene sentido, así que qué más da.
Entre tanto, tras el accidente Roland se ve en medio de un tiroteo entre neomarxistas y policías, así que coge un arma y empieza a disparar no se sabe muy bien a quién. Y claro, le hieren. Ronald acude a tratar de ayudarlo y también le pegan un tiro. Ambos heridos, en la parte trasera de la camioneta de helados, se dan la mano. Y entonces sus manos empiezan a brillar. Y la camioneta comienza a flotar. Con Martin sobre ella. Con un bazooka que le ha dado un malherido Christopher Lambert para que "elimine al objetivo". ¿Cómo? ¿Qué objetivo? ¿Llevas un día entero dando vueltas por la ciudad pero tenías un objetivo? ¿¿De qué cojones estás hablando??
Ah, qué demonios. Da igual. Todo da igual. Pongamos música. A fin de cuentas, la banda sonora es lo mejor de la película. Metamos otro número musical. Hagamos que Krista se haya teñido de moreno y que salga a bailar. Que baile con Santoros. Qué coño, que baile con Santoros y su mujer. Y mientras tanto nos cargamos el centro de vigilancia.

Santoros entonces saca la pistola y trata de evacuar el megazeppelin, incluso amenazando con suicidarse si no le hacen caso (!!), pero el Barón se opone. No parece muy preocupado por lo que pueda pasar, a pesar de ser el único que tiene verdadero conocimiento sobre ello.
Fuera, en la camioneta, Roland y Ronald siguen agarrados. Ronald no se suelta porque teme que la camioneta caería y morirían ambos. Roland entonces amenaza con pegarse un tiro, lo que pondría fin al colapso de la cuarta dimensión que están provocando. A fin de cuentas él recuerda todo lo ocurrido en Irak y se siente culpable por ello. Uh, espera un momento, ¿qué ocurrió en Irak? Ah, sí, es que eso lo cuentan en el cómic. Viendo sólo la película no puedes saber que Roland lanzó una granada por eror a su propio batallón provocando la muerte de la mayoría de ellos y la desfiguración de su amigo y colega Abilene, así que no tienes ni idea de qué cojones está hablando. Pero lo peor es que a estas alturas ni siquiera te importa ya el que te hablen de algo de lo que no tienes ni idea. Total, llevamos más de dos horas de película y realmente no lo habían mencionado hasta ahora.
Ah, y aquí llega el momento de hablar del speaker. Oh, el speaker. Se me saltan las lágrimas. "Damas y caballeros, la fiesta ha terminado. Tengan un feliz Apocalipsis." A este alegre anuncio sigue un delirante diálogo entre Santoros y el Barón que tiene poco sentido incluso comparado con el resto de la película (que ya es decir), en el que Santoros amenaza con pegarse un tiro para que todo desaparezca porque cree que está soñando (???), y se revela que el Barón es el líder de los neomarxistas cuando hace que sus acólitos cojan al Senador como rehén (¿¿para qué?? ¡¡si a estas alturas el senador tiene casi asegurado perder las elecciones al difundirse los videos, y el Barón es poco menos que el dueño del mundo!!). Es entonces, y coincidiendo con el momento en que Martin decide que el objetivo es el megazeppelin y dispara un misil, cuando el speaker lanza su anuncio final: "Damas y caballeros, así se acaba el mundo. No con un lloriqueo, sino con una explosión. Pero hay esperanza. Al final, podemos tranquilizarnos con una verdad innegable: nadie trabaja una polla como Krista Now. Y quiero decir nadie." Y entonces, con Santoros sangrando el rostro de Cristo sobre su camisa antes de morir (!!!!), ¡¡¡BOOOM!!!, el megazeppelin explota.

Tras lo cual Martin considera que ya ha hecho todo lo que tenía que hacer en esta película y se deja caer al vacío. Claro, ¿por qué no?
Y entonces Ronald convence a Roland de que lo ocurrido en Irak no fue culpa suya. Y Roland no se pega un tiro. Aunque, según el narrador, que por cierto en ese mismo momento está de farra, no iba a hacerlo de todos modos, porque (oh, sí, lo estábais esperando, ¿verdad?) "él es un chulo, y los chulos.... No. Se. Suicidan." Yyyyyy.... corte a negro, música, fin.
Lo que probablemente implica que al no suicidarse, se ha colapsado la cuarta dimensión y se ha acabado el mundo.
Y lo que es mejor, también la película.
Y LO QUE HEMOS APRENDIDO HOY ES... Que incluso los grandes estudios y festivales de renombre pueden ser víctimas del hype. Que "en el fondo, todo el mundo quiere ser estrella del porno" (Krista Now dixit). Que la desaceleración de la rotación terrestre puede provocar cambios en la química del cerebro humano y/o fracturas en el tejido de la cuarta dimensión. Que el alma de los monos no puede soportar los viajes temporales. Y, sobre todo y ante todo, que los chulos no se suicidan.
GENIÓMETRO: 2/5 ed woods

¿Demasiado? No sé... Es que el desarrollo es un desastre, pero tiene unas cuantas buenas ideas. Con el tiempo será película de culto, si no lo es ya.