jueves, mayo 29, 2014

El regreso de las balas perdidas


Una de las mejores noticias del mundo del cómic en lo que llevamos de 2014 es el regreso de Stray Bullets, editada en España como Balas perdidas, poniendo fin a una pausa de más de ocho años.
Stray Bullets fue creada por David Lapham en 1995, autopublicada en su propia editorial El Capitan Books, y de inmediato se convirtió en una de las grandes sensaciones del mundillo independiente y una de las cimas del género negro contemporáneo no ya sólo del cómic, sino de cualquier medio.
Constituída por una serie de episodios en principio independientes, sin continuidad cronológica y con diferentes personajes, las diversas historias poco a poco iban formando un mosaico que revelaba una historia mucho mayor, siempre con el mundo del crimen como fondo. Muchos han sido los personajes memorables que han pasado por sus páginas, pero si hay que considerar a alguno el eje de la serie, sin duda es Virginia Applejack. Una niña con problemas, traumatizada, enfrentada con su madre, que se escapa de casa en repetidas ocasiones, que tiene un alter ego imaginario que vive disparatadas aventuras y es todo lo que ella quisiera ser (y al que Lapham no sólo ha dedicado capítulos enteros, sino incluso dos especiales a color), y que es un auténtico imán para los problemas, pero también una superviviente.

A lo largo de una década, David Lapham fue creando este universo, oscuro y personal, a lo largo de 40 números (sólo 28 publicados en España), con la única interrupción del año sabático que se tomó de la serie en el 2000 para realizar Murder Me Dead (aquí publicada como Mátame), una estupenda miniserie cerrada de 9 números que se movía en los mismos cauces y niveles de calidad que su creación más conocida. Y en 2005 tenía previsto publicar en su editorial, al tiempo que seguía con Stray Bullets, una nueva serie en la que sólo iba a encargarse del guión.
Pero de repente todo se acabó. Resulta que Lapham fue padre y, de repente, pensó que trabajar para las grandes editoriales sería algo mucho más seguro económicamente que mantener su pequeña editorial. De modo que cerró el negocio y comenzó a trabajar para Marvel, DC o Dark Horse, sobre todo como guionista, aunque también ejercería como dibujante en varias obras. Aunque siempre sostenía que su intención era retomar algún día lo que había dejado inacabado (Stray Bullets había quedado interrumpida, de hecho, en medio de un arco argumental en el que la heroína del cómic se encontraba en una situación bastante peliaguda, cosa curiosa en una serie en la que predominan las historias autoconclusivas), lo cierto es que el tiempo pasaba y cada vez parecía más improbable, y más aún viendo que DC le hacía sitio en su línea Vertigo para publicar proyectos personales: allí publicaría la novela gráfica Silverfish y la serie Young Liars (para mí, otra cima).

Quizá fuese la cancelación de ésta en 2009, tras 18 números (ojo, el autor tampoco ha descartado retomarla algún día), con unas ventas insuficientes para una gran editorial pero que habrían sido buenas para una más modesta, lo que llevase a Lapham por fin a plantearse retomar Stray Bullets. El panorama editorial había cambiado bastante, Image había renacido y le ofrecía una excelente plataforma para el regreso, y, en cualquier caso, seguía teniendo trabajo como guionista de encargo. Así que, después de mucho tiempo, volvió al trabajo, integrando El Capitan Books en la infraestructura de Image y preparando su vuelta como un gran acontecimiento, llenando las estanterías de las tiendas de novedades el pasado marzo. Para empezar, una reedición completa de la serie en tomo. Luego, el número 41, para cerrar el arco argumental que había quedado abierto. Y, a continuación, una nueva cabecera que empezar desde un nuevo número 1: Stray Bullets: Killers. Que no sé si va a ser definitiva o sólo la primera de una serie de denominaciones consecutivas a modo de miniseries, aunque no estoy seguro de si esta estrategia tendría en este caso sentido dado que las historias de cada número, pese a los constantes vínculos entre ellas, siguen siendo autoconclusivas.
En cualquier caso, el regreso ha sido todo lo que los fans esperábamos. El cierre de la historia que había quedado abierta es totalmente satisfactorio, aunque casi apocalíptico, y los tres números que han aparecido hasta ahora de la "nueva" serie, por su parte, dejan claro que Lapham no ha perdido su toque con los años.
En suma, que ha vuelto uno de los títulos más recomendables del cómic contemporáneo. Y que dure.
GENIÓMETRO: 4,5/5 eisners