viernes, agosto 27, 2010

Directo a Video: La legión de los muertos, una película tan mala tan mala que he tenido que recuperar esta sección para hablar de ella

Ahora que los videoclubs prácticamente han desaparecido, esta sección parecía condenada al abandono definitivo. Sin embargo, la otra noche Iris y yo nos topamos con una película tan lamentable que estaba claro que había que recuperar los Directo a Video aunque fuera por esta vez: La legión de los muertos. Chistes malísimos, monstruos que no asustan, una historia sin sentido y una narrativa por momentos rayana en la aleatoreidad hacen de este film una guía práctica de todo lo que NO se debería hacer en una película de zombis. Si es que eran zombis, que en realidad no lo parecían. Que esa es otra.
El responsable de este engendro es un alemán llamado Olaf Ittenbach, un ex-dentista reconvertido en experto de efectos especiales que ha dirigido unas cuantas películas de horror infame, varias de ellas directamente para el mercado del DVD, y que, para redondear su currículum, ha colaborado hasta con el mismísimo Uwe Boll. Prometedor, ¿verdad? Pues aún es peor de lo que parece.
El comienzo de la película no puede ser más caótico, entremezclando varias historias aparentemente sin sentido. Los dos protagonistas, William y Luke, son dos amigos de vacaciones en busca de relax ("uno con pinta de retrasado y el otro que poco le falta", como los describe otro personaje en un momento del propio film), se les estropea el coche en medio del desierto y les recoge un conductor que resulta ser un psicópata que en vez de matarlos los secuestra, vaya usted a saber por qué. Por otro lado un viejo amigo de los turistas con sombrero de vaquero les sigue el rastro, tampoco estamos muy seguros de por qué. Por otro, una guapa camarera ahuyenta a unos atracadores transformándose en monstruo mientras un siniestro hombre rubio la vigila al tiempo que dice chorradas en off. Y el remate final, dos asesinos trajeados empeñados en convertir la película en la relectura que los responsables de "Agárralo como puedas" habrían hecho de "Pulp fiction", en una trayectoria creciente de estupidez. Su momento más inspirado: llamar a la puerta de una vieja, empezar a insultarla, pegarse uno de ellos un tiro al sacar la pistola, pegarle un tiro al otro por reírse y conseguir así que la vieja muera de un infarto. Por desgracia a medida que sus meteduras de pata se repiten, van haciendo cada vez menos gracia, aunque no puedo evitar resaltar el momento en que deciden cambiar de vestuario, pasando de sus sobrios trajes negros a unos ridículos trajes amarillos que provocan la hilaridad de sus próximas víctimas. En fín, aquí una muestra de la habilidad de estos Mortadelo y Filemón del gore:

Por fín, tras media película, las tramas parece que convergen. El vaquero salva a los dos turistas robando una camioneta y lanzándose en plan kamikaze y disparando contra el coche del psicópata justo cuando éste iba por fín a ejecutarlos. Los tres juntos van caminando hasta el pueblo más cercano. Que es, casualmente, donde trabaja la camarera. Y no muy lejos de allí debe estar la guarida del siniestro hombre rubio, una habitación blanca con el suelo aparentemente encerado, pero que cuando te fijas más de cerca resulta que no es que sea brillante sino que ha debido reventar alguna tubería porque está lleno de agua. Alí es donde recibe a su asesino (para entonces ya sólo uno porque el otro ha volado en pedazos tras su última torpeza), descubrimos que han estado matando gente para que el rubio pudiera formar con ellos un ejército de muertos (¡qué gran idea, para qué usar a los del cementerio!) y, para que se note que esta película no tiene mucho sentido, acaba haciendo que el asesino se arrastre por el suelo imitando a un gusano, para demostrar que es el malo. ¿Suena patético? Pues no os perdáis el video adjunto. La descripción no hace justicia a la escena.

Y si hasta aquí la película ya era bastante mala, a partir de este punto se viene abajo y el sinsentido campa a sus anchas.
El vaquero liga con una chica y se va a una habitación con ella. William se enamora de la camarera, y ella parece que tampoco lo mira con malos ojos, porque hasta le presenta a sus amigos. Entre tanto, ella se corta recogiendo una jarra de cerveza rota y William le lame la sangre de la punta del dedo, lo que le proporciona unas extrañas visiones.
Luke, por su parte, también se empeña en ligar, consiguiendo, primero, recibir una paliza de una feminista furiosa, y después, tener una monstruosa y fantasmagórica visión saliendo de la entrepierna de una tétrica sordomuda (no preguntéis). Entre pitos y flautas y sin venir a cuento, un calvo se acerca a la barra, tira del taburete a un cliente estampándolo contra el suelo, se sienta él y empieza a beberse la cerveza del agredido. Esto provoca la furia del cocinero, que no es un cocinero cualquiera sino un cocinero zen, "versado en los caminos del zen" (!) y que pelea como un monje shaolin; aunque en un primer momento la camarera lo calma, apenas se aparta la chica le rompe la nariz, un brazo y una pierna al calvo. Éste, por toda respuesta, se levanta, le mira enfadado... y se va. ¡Andando!
Y entonces se aparece el rubio por la puerta (no, no entra: literalmente se aparece) y resulta que la mitad de los clientes del bar (incluyendo, claro, al calvo y la sordomuda) eran parte de su armada de muertos vivientes, y atacan a la otra mitad. La verdad es que los muertos vivientes de esta película no parecían zombis para nada. Más bien eran como monstruos. Todo eso que pierde la película.
Tras una más que caótica batalla en la que los monstruos se cargan fácilmente al cocinero zen (¿y para eso tanto afán en mostrarnos su habilidad?) y al amigo vaquero (el único personaje que hasta este punto había demostrado algo de heroísmo), sólo un puñado de supervivientes logran salvarse, y eso gracias a que la camarera se transforma en monstruo y los ahuyenta. Tras un patético intento de huída por la puerta trasera resuelto a base de oscuridad total y personajes paralizados cada uno bajo un foco para que se les vea, el rubio, con un ejército de muertos rodeando el bar en el que están los siete u ocho supervivientes... ¿creéis que ataca? ¡Noooo! ¡¡Decide darles un plazo de dos horas para que le entreguen a la chica o si no ataca y los mata a todos!! ¡¡Por favor!! ¡¡Ataca ya y ahorranos la agonía!!
Por fin, la camarera nos cuenta por qué la persigue el rubio... resulta que ella es la última superviviente de una antigua raza inmortal que, harta de aburrirse hasta la eternidad (como los espectadores, en este punto), decidió pedirle un remedio al rubio... que va e inventa la muerte. Que es un virus que lleva en una jeringa (y en este momento los espectadores querrían morirse, también). Y los mata a todos, menos a ella, porque quiere quedarse con ella. Y por eso la persigue. O algo así. Está tan mal contado que no se entiende muy bien.
En estas la camarera, que para eso tiene poderes místicos, trata de revivir con su fuerza vital a uno de sus amigos que está malherido, pero tiene que ser fuerte o se convertirá en monstruo. Como el amigo no es fuerte, se hace monstruo y se carga a su novia antes de ser, ejem, sacrificado. Nerviosos, los supervivientes discuten. La camarera cuestiona la lealtad de Luke hacia William, éste dice que por su amigo se cortaría un dedo, ella le dice "¿ah, sí? pues hazlo"... ¡¡y va y lo hace!! Gilipollas pero leal, a fín de cuentas.
Total que acaba el plazo, atacan los monstruos, se cargan a los dos amigos que quedaban y, en un momento superestúpido, Luke se acerca a la ventana y ¡los muertos lo agarran y se lo cargan! ¿Qué? ¿Y ya está? ¿Así de simple muere un protagonista? ¿Para eso le hacen cortarse un dedo para recalcar su lealtad?
Pero es que no quedaba ya ingenio ni tiempo para muertes elaboradas, y si no, a loro con la muerte del malo: malherido William, el rubio amenaza a la chica que o se une a él o le inyecta... ¡¡¡la muerte!!! Pero mientras hace el típico "discurso final de villano recreándose en su victoria antes de haberla cerrado para dar tiempo al bueno a salvar el día in extremis", William le dispara, y antes de que pueda reaccionar la camarera coge la jeringa y se la clava... ¡matándolo!

Entonces William está a punto de morir, así que la camarera lo besa y... bueno, ya que está en posición, le da su fuerza vital a ver si revive y no se convierte en monstruo. Y entonces William...
...despierta y está en el bar. Justo cuando acaba de lamer la herida de la camarera.
Antes del follón. Que no ha pasado ni pasará.
Gracias a Dios, porque si esto llega a entrar en bucle nos da algo.
Y todos están vivos.
Menos los espectadores. Que se han muerto de horror, asco o vergüenza hace un buen rato.
Y LO QUE HEMOS APRENDIDO HOY ES... Que no es buena idea lamer la sangre de las heridas de los desconocidos. Que las camareras suelen ser menos atractivas de lo que parecen. Que el camino del zen pasa por machacar gente. Que no es buena idea dar la espalda a la ventana cuando fuera hay un ejército tratando de matarte. Que nunca es mala idea disparar a un inmortal, aunque no vayas a matarle no pierdes nada por intentarlo. Y que si nada tiene sentido, probablemente sea un sueño.
GENIÓMETRO: 0,5/5 ed woods

lunes, agosto 23, 2010

Dormir soñando

A continuación, una colección de pequeños juegos del destino. O extrañas coincidencias.
Hace algo así como doce años escuché una canción estupenda en un bar, emparedada entre el "Matador" de Los Fabulosos Cadillacs y alguna otra canción por el estilo. Quizá coincidió con uno de mis escasos días de euforia, pero la disfruté como un enano, bailando, pegando botes. Y se me pegó la melodía, luego iba por ahí tarareando "lleno de amoooor, lleno de amoooor".
Pero resulta que era una canción no habitual en la selección musical del bar en cuestión. Tampoco la ponían en los de los alrededores. Nadie sabía qué canción era, ni de quién era, en aquel momento me lo estaba pasando bien y no se me ocurrió acercarme a la barra a preguntar al camarero qué coño era eso. Pensé que volverían a ponerla cualquier otro día, pero nunca más la escuché. Y claro, no era cuestión de ir al bar seis meses después a preguntar por una canción que sonaba algo así como "la vida, la vida, naniro ninonino, naniro ninoniano".
Y me he pasado como doce años con el soniquete sin saber qué canción era.
Mientras tanto, en buscar la cancioncita se nos va la propia vida, y pasan los años. Conozco a Iris hace dos años, nos enamoramos, y estamos estupendamente.
Y el sábado Iris viene a casa y se empeña en ponerme música. De unos discos que me había pedido que le bajara, en concreto.
Y de repente ha empezado a sonar esto.

La he reconocido en un par de notas.
Increíbleble.
¡Era la canción que llevaba tanto tiempo buscando!
:)
Y ahí estaba yo con una sonrisa de oreja a oreja, alucinando, lleno de amor.

Y para rematar... no pensaba poner esta historia en el blog, pero... hoy al abrirlo lo primero que he visto es el título del post anterior y me he dicho: "esto no puede ser casualidad".
Hay veces que todas las piezas encajan.

P.D.: ¡No me miréis raro! ¡Seguro que a vosotros también os ha pasado eso de que se te mete una canción en la cabeza y no sabéis qué canción es y os volvéis locos buscándola!

lunes, agosto 09, 2010

Vivir soñando

Todos los años aparece alguna película que, independientemente de que haya otras de mayor éxito comercial, se convierte en el fenómeno de la temporada y todo el mundo se pone a hablar de ella. La de este año ya ha llegado. Es Origen.
Origen (desafortunada traducción del original Inception) es sencillamente ESPECTACULAR. Su poderío visual e icónico es abrumador, desde esa ciudad que se pliega sobre sí misma que ya muestra el trailer hasta esa pelea imposible en un pasillo de gravedad cambiante. La historia, por su parte, es mucho menos complicada de seguir de lo que algunos han dicho por ahí, lo que no quita que, como muchas ilustres antecesoras en el subgénero de las diversas capas de realidad, se preste a diversas interpretaciones. Pero prefiero no spoilear...
Christopher Nolan (autor de Memento, El truco final o los dos últimos Batmans) aprovecha su condición actual de director estrella en Hollywood para llevar a cabo una carísima producción que de otro modo nunca podría haber realizado. La película no carece de defectos, no faltan algunas trampas de guión y hay un exceso de movimiento de cámara y cierta confusión en algunas escenas de acción pura, pero todo es perdonable cuando el resultado resulta tan impresionante, tan espectacular y, en fín, tan entretenido. Y si bien no puede obviarse que bebe mucho de ilustres predecesores, no le faltan sus propios hallazgos (el uso de la música, el concepto de "patada" como acción destinada a la interrupción inmediata del sueño, o esa cuenta atrás maravillosa en la que se debe simultanear la resolución de los acontecimientos en varios niveles de realidad diferentes) como para brillar con luz propia.
Y por último, ¡vaya pedazo de reparto! ¡Vaya colección de actores! Di Caprio nunca ha sido objeto de mi devoción, pero ahí estaban también Marion Cotillard, Ken Watanabe, Cillian Murphy, Ellen Page, Joseph Gordon-Lewitt... para no hablar de veteranos como Tom Berenger o esos ilustres cuya participación se reduce a poco más que un cameo, Pete Postlewaithe y El Nunca Lo Suficientemente Alabado Sir Michael Caine. Casi nada.
En suma, una película más que recomendable.

GENIÓMETRO: 4/5 grouchos