Tratar de resumir lo que han sido los videos musicales en esta década es bastante complejo. La decadencia de los canales de videos musicales, el auge de Internet, las redes p2p, Youtube y la crisis económica han cambiado totalmente el panorama en los últimos años. No es que las grandes multinacionales hayan dejado de realizar grandes producciones para los videos de sus estrellas, pero desde luego ya no lo hacen con la alegría que tenían en los 90 a la hora de firmar cheques; el ejemplo de los grandes autores del gremio (reivindicados hasta el punto de convertirse en superventas con las recopilaciones del sello Director's Label) hizo que los grandes presupuestos dejaran paso a los grandes conceptos, más impactantes y generalmente menos costosos; y, finalmente, Internet y, sobre todo, Youtube, cambiaron totalmente las normas, creando imprevisibles fenómenos interneteros y nuevas referencias visuales en el imaginario colectivo, permitiendo a algunos levantar su carrera y, gracias a la mayor difusión y mayor calidad de las herramientas de edición, los fans comenzaron a jugar a realizadores y a crear sus propios videos musicales, en un espectro que oscila entre el simple montaje de fotos o de escenas sacadas de algún anime, hasta la genialidad más impredecible, con mashups que son obras de arte o videoclips caseros que se ganan el aplauso popular por su calidad.
Ante tal panorama la elección no ha sido nada fácil, pero finalmente me he decidido por estos veinte videos:
BAD COVER VERSION
J. Cocker y M. Wallace, 2002
La última gamberrada de Jarvis Cocker antes de cerrar Pulp fue ilustrar su último single con este video. ¿Que la canción habla de malas imitaciones? Pues llamemos a dobles de todos los músicos famosos que se nos ocurran y hagamos que sean ellos los que canten la canción en el estudio, al modo de aquellas clásicas colaboraciones benéficas estilo We are the world. Y que no falte la autoparodia: no sólo hay un doble de Jarvis Cocker (por cierto, el único que no canta: su voz la pone el verdadero), ¡es que el propio Jarvis Cocker se disfraza de doble de Brian May (el guitarrista de Queen, para los menos mitómanos)! Divertidísimo.
EL MAÑANA
J. Hewlett y P. Candeland, 2006
A pesar de buenas ideas como los gorilas zombis de Clint Eastwood o el alegato antimediático de Feelgood Inc. (de cuyo video éste es secuela directa), los videoclips de Gorillaz no suelen sacar todo el partido a los personajes; partido que, en cambio, sí se les saca en el trasfondo, en la web, en las supuestas declaraciones y peripecias de los miembros de este grupo virtual. Nada hacía presagiar que sus autores iban a hacer algo tan BRUTAL como esto. Cuando ya todos les habíamos cogido aprecio a los personajes, especialmente a Noodle, la niña prodigio de misterioso pasado... se la cargan. Y no de manera sutil, no. Con saña. Derribando su molino volante. Ametrallando. Bombardeando. Imposible ver esto sin que se te helara la sangre en las venas. Incluso dando por hecho que no iban a prescindir de ella para próximos lanzamientos, realmente nos preocupó. Más al comprobar que de repente en la web su habitación estaba vacía. Jamie Hewlett y Damon Albam tuvieron que salir al paso y decir que "solo era un videoclip" y que Noodles "estaba perfectamente", antes de que algún fan les linchara.
FELL IN LOVE WITH A GIRL
M. Gondry, 2002
No quería incluír en la lista más de un video por realizador, pero con Michel Gondry lo tenía extremadamente difícil. Citando sólo trabajos de esta década, el genio francés ha firmado obras ya clásicas como Knives out, Star guitar, Dead leaves and the dirty ground, Come into my world, The hardest button to button o The denial twist. ¡Y menos mal que ahora se dedica al cine y apenas hace nuevos videoclips, o tendríamos que haber creado una lista para él sólo! Entre todos sus trabajos, quizá el más aclamado sea este original y refrescante trabajo de animación casera a base de piezas de Lego que, además, ayudó a poner en el mapa a los White Stripes. Una joya.
FRONTIER PSYCHIATRIST
Kuntz & Maguire, 2001
¿Cómo poner en imágenes un collage sonoro como los de The Avalanches? Respuesta obvia: con un collage de imágenes. Respuesta menos obvia: con la representación de un collage de imágenes. El resultado acaba siendo uno de los videos más locos que se recuerdan, con TODO el universo referencial del grupo y bastantes cosas más reunido en un mismo escenario. Genial. Los mismos autores harían los también loquísimos Danger! High voltage! y Gay bar, con menor repercusión.
FUNKY SQUAREDANCER
R. Coppola, 2004
Metavideo autobiográfico. Si vuestras cabezas no han implosionado ante semejante concepto, dadle al play y disfrutaréis de un video que demuestra que no hace falta demasiado dinero para ser totalmente genial. Uno de los más originales videoclips de la historia, realizado a presupuesto cero por Roman Coppola, a quien en su día ya dediqué un post entero, y que ya había desarrollado la idea del metavideo en Taxloss o el mítico Praise you, éste junto a su entonces cuñado Spike Jonze. De Coppola es también ese homenaje a Tron que es 12:51.
HERE IT GOES AGAIN
Trish Sie y OK Go, 2006
En Youtube cualquiera puede conseguir sus quince minutos de fama, pero pocos pueden presumir de haber construído una carrera sobre ellos. Pocos apostaban por este grupo de Chicago hasta que decidieron ilustrar uno de los temas de su segundo LP, A million ways, con un video grabado por ellos mismos en el que bailaban en un patio trasero una coreografía creada por Trish Sie, hermana del cantante. Fue un éxito inmediato. Pero la bomba estaba por llegar: un nuevo video, igualmente grabado por ellos mismos y con la misma coreógrafa, se convirtió en un auténtico fenómeno, uno de los videos más populares de la historia e incluso se llevó el Grammy al mejor video del año.
HURT
M. Romanek, 2003
Un anciano Johnny Cash tocando en su casa. Un repaso a su vida a través de imágenes de archivo. Y una canción que no ha escrito pero que hace totalmente suya (el propio Trent Raznor, autor original, se confesó fan de esta versión). Y nada más. Eso es todo lo que hace falta para hacer una obra tan conmovedora. Acaba la canción, Cash cierra el piano y uno siente cómo se le pone la carne de gallina, porque sabe que esta es la despedida del músico (fallecería al año siguiente). Mark Romanek consigue capturar toda la emoción y dejarla para la posteridad. Y para dar cuenta de la versatilidad del autor, Romanek también firmó uno de los mejores videos de rap de la década, 99 problems.
IMITATION OF LIFE
G. Jennings, 2001
Garth Jennings ya tenía cierto nombre entre los aficionados al videoclip tras haber dirigido el genial Coffee & TV para Blur, pero fue con este trabajo para R.E.M. con el que se consagró definitivamente. Un pequeño fragmento de vida de unos segundos que, a base de un loop que reproduce una y otra vez la escena, y a base de zooms que fijan la atención en unos personajes o en otros, nos hace ver la tremenda cantidad de historias que se producen en apenas unos instantes. Una genialidad. Posteriormente Jennings se ha dedicado más bien al cine (Guía del autoestopista galáctico, El hijo de Rambow), aunque todavía sigue haciendo videoclips como Lost cause, And I was a boy from school o A-Punk.
KNIGHTS OF CYDONIA
J. Kahn, 2006
Joseph Kahn es uno de los más solicitados directores del mundillo del videoclip. Habitual realizador de videos de alto presupuesto, ha trabajado con casi todos los superventas (U2, Ice Cube, Eminem, Backstreet Boys, Christina Aguilera, Mariah Carey, Britney Spears, Moby, George Michael, Lady GaGa y muchos, muchos otros) pero quizá por ello su obra se ha limitado en demasiadas ocasiones a muestrario de bailes y caras bonitas de estética moderna y apariencia elegante, quedándose sin el reconocimiento popular que sí han conseguido otros colegas. En esta década se ha encargado de videos tan reivindicables como Gravel pit, Cherry lips, We are all made of stars, Without me, Get yourself high, Always, Womanizer o Waking up in Vegas, pero quizá su momento más brillante fuera este falso western post-apocalíptico de la Europa del Este, capaz de condensar en unos minutos y con gran sentido del humor todo lo imprescindible de las películas de género.
LIVE WITH ME
J. Glazer, 2006
Jonathan Glazer se erigió en los 90 como uno de los grandes nombres de la era del videoclip de autor, con obras tan emblemáticas como Karmakoma, Karma police o Rabbit in your headlights, pero en la presente década se ha prodigado poco, dividido entre su carrera en el cine (Sexy beast, Birth) y sus (multipremiados) trabajos publicitarios. Pese a ello en esta década aún le ha dado tiempo para dejar videos como el interesantísimo (por atípico) A song for the lovers, el reciente Treat me like your mother o este desasosegante vídeo en que se nos hace testigos de cómo una chica tira su vida por el desagüe a base de alcohol. Conmovedor.
PLASTER CASTS OF EVERYTHING
P. Daughters, 2007
La trayectoria ascendente de Patrick Daughters parece señalarle como un director a seguir. Tras el aclamado Maps ha seguido realizando videoclips durante años con resultados tan buenos como Title and registration, 1234 o el colosal Wrong. Pero quizá su mejor trabajo fuera esta pesadilla esquizofrénica de carreteras nocturnas y apariciones fantasmagóricas, con ecos de Lynch, los Coen y Jonathan Glazer.
PORK & BEANS
M. Cullen, 2008
¿Cómo llamar la atención con un video cuando la era Youtube ha inundado el mundo de ellos? Fácil: si no puedes con ellos... ¡únete a ellos! Así que Weezer y Matthew Cullen (autor de otros videos tan interesantes como Girl o Dashboard) deciden reunir en un mismo video a todos los fenómenos interneteros que pueden, y encima lo hacen con gracia y para ilustrar una de las mejores y más pegadizas canciones del grupo. El resultado sólo se puede calificar como algo mítico. Y es un éxito: no sólo el video es aplaudido y se lleva un Grammy, sino que el single se convierte en el más vendido de la historia del grupo.
SIXTEEN MILITARY WIVES
A. Stewart-Ahn, 2005
La política internacional equiparada a las relaciones de instituto, con sus luchas de egos, sus envidias, sus abusos y, en fín, todo tipo de infantilismos irracionales e inmaduros. Una deliciosa pequeña comedia autoproducida por la banda, que repetiría posteriormente con el mismo director en O Valencia, con inferiores resultados.
SONNE
J. Heitmann, 2001
Perversión del cuento clásico y de su tradicional iconografía disneyana asociada. Blancanieves como perdición de los enanitos. Droga. S/M. Tensión sexual. Una genialidad a la vez icónica e iconoclasta. Quizá ahora pueda parecer algo obvia pero no lo era tanto en aquel momento. Jörn Heitmann, director poco conocido pero de dilatada trayectoria profesional en videoclips y anuncios en Alemania, pone aquí en imágenes una de las más extravagantes ideas visuales del grupo, con el que posteriormente ha trabajado hasta en cinco ocasiones más (incluyendo Ich will, Ohne dich o el autoparódico Keine lust).
STRESS
R. Gavras, 2008
La vida en los suburbios de París y la violencia como método para combatir el aburrimiento (o el stress de una vida sin futuro). Pero no se puede ser espectador inocente. Estar ahí metido al final se acaba pagando. Un video muy controvertido, como no podía ser de otra manera viniendo de Romain Gavras, hijo de Costa-Gavras y formado haciendo documentales sociales de bajo presupuesto, y autor también de Signatune, otro brillante retrato suburbano.
VIDRAR VEL TIL LOFTARASA
Arni & Kinski, 2001
Aunque el maravilloso Agaetis Byrjun se había convertido en su tarjeta de presentación en el mercado internacional, Sigur Ros no tuvieron que mirar fuera de Islandia para encontrar una iconografía visual perfecta para su música. Dos directores locales, hoy muy cotizados pero entonces aún empezando, Arni & Kinski, se encargaron de filmar esta historia sobre la relación entre dos chicos en la Reykjavik de los 50, con actores en su mayor parte no profesionales y cameos de los miembros del grupo. El resultado es un video conmovedor que, cuando acaba, te deja desconsolado. Años después los mismos autores les firmarían también Glósoli, otro video inmenso.
WEAPON OF CHOICE
S. Jonze, 2001
¿Es el hombre el que baila o es la música la que lo hace bailar? En cualquier caso, el bailecito de Christopher Walken es uno de los grandes momentos del videoclip de la década, una de las últimas perlas de Spike Jonze antes de centrar su carrera en el cine (con gran éxito, además) y de que sus incursiones en este campo se hicieran mucho más esporádicas (aunque no por ello menos acertadas, como Y control, Ride, Triumph of a heart o Flashing lights).
WHAT'S A GIRL TO DO
D. Wilson, 2007
Uno de los más prometedores directores británicos es Dougal Wilson, realizador publicitario que también ha demostrado su talento en el campo del videoclip. Su cantidad de aciertos es arrolladora: Breathe me, Tribulations, Take me back to your house, Don't let him waste your time, Happiness, Life in technicolor y, por supuesto, el provocativo Satisfaction. Pero quizá el mayor impacto lo obtuvo con este trabajo fantástico y siniestro que realizó para Bat for Lashes, de cierta influencia donniedarkiana. Una carretera nocturna, una chica, espíritus animales en bicicleta... ¿y por qué después del accidente hay dos más? Arrebatadoramente fascinante.
WHERE'S YOUR HEAD AT?
Traktor, 2003
El colectivo sueco Traktor se dio a conocer a finales de los 90 por sus spots originales y subversivos y, aunque la mayor parte de su producción sigue perteneciendo a dicho campo, fue en esta década cuando probaron su capacidad en el campo del videoclip. Su momento más celebrado sería esta pesadilla de monos y mad doctors, pero no hay que olvidar otros trabajos como Ya mamma, Baby's got a temper, Plug it in o The yeah yeah yeah song, todos cargados de surrealismo trágico existencialista.
WHO'S GONNA SAVE MY SOUL
C. Milk, 2008
Gnarls Barkley siempre han cuidado mucho la calidad de sus videos (encontraréis casi todos ellos en los enlaces de más abajo, de hecho). Y en esta ocasión, para uno de sus temas más conmovedores, llamaron a un reconocido realizador como Chris Milk (The golden path, Ocean breathes salty, Jesus walks, Doesn't remind me, Touch the sky), que les construyó este muy peculiar retrato de una ruptura, en el que incluso se permite dejar en segundo término la canción para poner unas impagables líneas de diálogo. Brillante.
Y éstos han sido los veinte elegidos, pero había muchos más donde escoger. No debería olvidarse a grandes autores como Jonas Akerlund (Come undone, Wake up call, Pussy), Richard Ayoade (Fluorescent adolescent, Standing next to me, Oxford comma, eso además de ser uno de los protagonistas de The IT Crowd), Chris Cunningham (Rubber Johnny, Sheena is a parasite), Sophie Muller (Murder on the dance floor, Trouble, I won't change you, Bleed like me, Smile), Rozan & Schmeltz (We are your friends, Everything is borrowed, Sanctuary), Keith Schofield (When I wake up, Toe jam, Let love rule, Heaven can wait), Floria Sigismondi (She said, Untitled #1 (Vaka), Obstacle 1, Blue orchid), Jon Watts (Stepping off, Wonderful night, The joker, Wolf like me, Oh Mandy), Marc Webb (I'm not okay (I promise), Dare you to move, Bad day, Helena, The ghost of you, Perfect situation) o W.I.Z. (Whatever happened to my rock and roll, Babalon A.D., Empire, The view from the afternoon, The angry mob, Sirens); animadores como H5 (Remind me, Twist), Shynola (Pyramid song, Go with the flow, Good song, Move your feet, E-pro, Strawberry swing) o Adam Jones, guitarrista de Tool que suele encargarse también de sus complejos videos (Schism, Parabola, Vicarious); o incluso cineastas reconocidos acercándose ocasionalmente a la experiencia, como Jared Hess (We will become silhouettes), Wong Kar-wai (Six days), Guy Ritchie (What it feels like for a girl) o Edgar Wright (Blue song).
También merecen mención muchas otras obras: collages visuales como Crazy (R. Hales), Take me out (J. Odell), This fire (Style war) o D.A.N.C.E. (Jonas & François); collages tipográficos como Ya no sé qué hacer conmigo (C. Gutiérrez); ilusiones ópticas como OK (P. James); espectáculos de marionetas como He's frank (N. Ball); fiestas coloristas como B.O.B. (D. Meyers); coreografías etílicas como Do you want to (D. Martel) o Elephant gun (A. Har'el); falsos documentales como Smiley faces (R. Hales); homenajes como The dark of the matinee (C. Hopewell) o Walk away(S. Lyon); parodias como (Drawing) Rings around the world (P. Romhanyi), Bad day (T. Hope), Hey ya (B. Barber), Daft Punk is playing at my house (C. Cairns) o See Fernando (A. Tanner); sátiras animadas como Shoot the dog (2DTV); gamberradas subversivas como U don't know me (M. Kirkby); comedias protagonizadas por Zack Galifianakis (el barbas de Resacón en Las Vegas) como Not about love o Can't tell me nothing (ambos de M. Blieden); bombas de buen rollo como High tide (B. Rollason); sueños románticos como Her morning elegance (O. Lavie, Y. Nathan & M. Nathan); historias de amor clásicas como You belong with me (R. White); historias de amor diferentes como A sorta fairytale (Sanji), Leave before the lights come on (J. Hardwick), Peacebone (T. Saccenti) o incluso Witch's wand (S. Cudmore & M. LeBlanc); tragicomedias surrealistas como Drink to moving on (Ramon & Pedro); pequeños dramas como Strange days (W. Morrison) o The scientist (J. Thraves); tragedias como I gave you (M. Pescitelli); historias inquietantes como Off the record (J. Schreier), Take me to the ballroom (Zombieduck), When I grow up (M. de Thurah) o The numbers song (T. Cohen); pesadillas como Believe (Dom & Nic) o Prime time of your life (T. Gardener); muestras de ciencia-ficción vintage como Going on (W. Morgan); nuevas vueltas de tuerca a los tópicos de la serie B como Handsfree (If you hold my hand) (T. Bellinger) o I'm confused (S. Coffey); universos marcianos como Wanderlust (Encyclopedia Pictura); minipelículas como Make me bad (M. Weisz) o Testify (A. Mandler); culebrones por entregas como Trapped in the closet (R. Kelly, J. Swaffield y V. Mignatti); o, directamente, largometrajes como Interstella 5555 (K. Takenouchi) o Friendly fire (M. Civetta), de los que enlazo tan sólo el video correspondiente a una canción.
Y, para acabar, también hemos tenido buen producto nacional. Lo de Juan Antonio Bayona fue impresionante, con videos como Ni en broma, Tú sigue así, Lucifer, Por siempre tú y yo o el ya mítico Cuando zarpa el amor, hito instantáneo, mejor videoclip español de siempre y pasaporte para iniciar por fín su carrera en el cine. Pero aparte Bayona, el resto se ha visto lastrado por las limitaciones económicas de un mercado tan cerrado como el de la industria musical española, que no es que impida realizar un video decente, pero sí sostener económicamente de manera continuada a los profesionales que deberían realizarlos. Aun así, Marc Donés fue llamado por Alanis Morisette a quien le gustó mucho su video para Bonito; y se han realizado obras tan dignas como la animación de Max para Y además es imposible o las ocurrencias de Kike Maíllo para Manos de Topo (El cartero, Es feo).
Y, bueno, seguro que me dejo alguno importante... pero con toda la cantidad de videos que he enlazado, vais a tardar meses en verlos todos, así que seguramente nadie se dará cuenta. Espero que hayáis disfrutado de este resumen. Próximamente, más.
sábado, febrero 27, 2010
viernes, febrero 12, 2010
La última locura
Impresionante.
Había oído hablar muy bien de este disco pero, escéptico que es uno, hasta ayer no lo había escuchado, pensando que sería otro más de esos discos de grupos ochenteros tratando de revivir sus mejores momentos, como mucho con un porcentaje inusual de aciertos.
Pero vaya. Esto ha sido mucho más.
Diez años después de su último disco de material nuevo. Veinticinco años después de su último gran éxito. Y Madness editan su obra maestra.
No inventan nada; ni falta que les hace, que ya eran grandes. Simplemente, en vez de intentar sonar al Madness de los ochenta, han conseguido sonar a un Madness de hoy.
No tengo palabras. Lo único que puedo decir es que una vez terminado el disco, sólo apetece volver a darle al play.
GENIÓMETRO: 4,5/5 ringos
Etiquetas:
Discomanía,
Musicomanía
miércoles, febrero 10, 2010
La década en veinte cómics
La publicación en forma periódica de la mayor parte de los cómics hace que sea muy complicado determinar hasta qué punto pertenecen o no a un período temporal determinado. Las series dilatan su publicación durante años, a veces incluso cambian radicalmente de rumbo por el camino, algunas que parecían grandes se estropean y otras que no parecían gran cosa desarrollan un potencial que no parecían tener. La cosa se complica cuando algunos autores tienen un universo personal tan desarrollado que, aunque su obra sea nueva, resulta casi imposible desligarla de trabajos anteriores (como el genial Joe Matt). De manera que, por poner algún criterio, he decidido prescindir en esta lista de títulos que ya habían comenzado su andadura antes del inicio de la década, por más que hayan continuado o culminado su andadura en ésta y por tanto en rigor podrían ser seleccionados en ella: quedan fuera, pues, ACME Novelty Library (C. Ware, desde 1993), Agujero negro (C. Burns, 1995-2005), La ascensión del gran mal (David B., 1997-2003), Astro City (K. Busiek y B. Anderson, desde 1995), Balas perdidas (D. Lapham, desde 1995), Bone (J. Smith, 1991-2004), Detective Conan (G. Aoyama, desde 1994), Inu-Yasha (R. Takahashi, 1996-2008), La mazmorra (J. Sfar, L. Trondheim y otros, desde 1998), el superventas Naruto (M. Kishimoto, desde 1997), One Piece (E. Oda, desde 1997), La Parejita (M. Fontdevila, desde 1995), Planetary (W. Ellis y J. Cassiday, 1998-2009), Transmetropolitan (W. Ellis y D. Robertson, 1997-2002), Usagi Yojimbo (S. Sakai, desde 1987) y las nuevas entregas de las sagas de los hermanos Hernández o de Carlos Giménez; todos ellos imprescindibles. Pero prefiero centrarme en títulos que hayan nacido en esta década; bueno, vale, incluyo también algunos que nacieron en 1999 pero cuyo potencial fue desarrollado en esta década. Y, en fín, puede que no sean los veinte mejores cómics de la década, pero he tratando de seleccionar todo tipo de géneros, orígenes y formatos, y éste ha sido el resultado:
LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN TORREZNO (S. Valenzuela, desde 2002) Es una pena que la utilización de un imaginario pop tan extremadamente castizo y español dificulte la exportación de esta obra, cuando es uno de los mejores trabajos que el cómic nacional ha llevado a cabo en los últimos años; claro que resulta imposible desarrollar la serie de otra manera cuando el protagonista es un personaje tan castizo y español como un torrija de bar atrapado en un mundo que no es el suyo y convertido en héroe más por inercia que por verdadera vocación. De momento Santiago Valenzuela ha publicado seis entregas, o cinco más una (el sexto tomo es casi una recopilación de historietas previas a la saga en las que se configuran ya el personaje y parte de su universo), antes de tomarse una pausa (esperemos que no definitiva) que nos deja con los dientes largos a la espera de nuevas aventuras, más teniendo en cuenta que quedan muchas, muchísimas cosas que explicar. Lectura imprescindible.
BLACKSAD (J. Díaz Canales y J.J. Guarnido, 2000-2005, al menos de momento) Hace diez años, cuando la industria (?) del cómic nacional estaba en una encrucijada, con el formato grapa languideciendo lentamente y sin que los editores apostaran aún de forma decidida por el tomo como formato para productos de producción propia, el cómic español recibió un chute de autoestima con la aparición en Francia de este trabajo de dos autores españoles que resultaba no digno sino magistral. Género negro clásico en un mundo poblado por animales antropomórficos, con un gato negro detective privado como protagonista, un nivel gráfico acojonante y un guión que era mejor a cada entrega. Una epifanía que abrió muchos ojos y quitó muchos complejos. Y, sobre todo, una lectura extremadamente disfrutable.
BLANKETS (C. Thompson, 2003) La adolescencia. La madurez. El primer amor. La familia. El cristianismo. La primera vez que duermes con alguien. Todo está aquí, en las más de 500 páginas que forman este libro en el que Craig Thompson confirmaba y expandía las cualidades que ya había mostrado en Adiós, Chunky Rice, no sólo a nivel creativo y gráfico, sino incluso a la hora de encontrar nuevas soluciones narrativas. Una historia autobiográfica en que el autor narra su primer amor y que llega directamente al corazón.
CARLITOS FAX (A. Monteys, 2004-2006) Lastrado por la obligación de ceñirse a un restrictivo formato de una página, a pesar de resolverlo con brillantez (Tato o Para tí que eres joven, ésta en colaboración con el también grandísimo Manel Fontdevila), Monteys ha tenido pocas oportunidades de brillar a la altura de su legendario número 237 de Calavera Lunar, básicamente porque se ha dedicado a hacer (muy buenos) chistes en vez de hacer cómics largos en que poder desarrollar un poco más su capacidad para el humor absurdo. Una de esas pocas ocasiones en que ha podido hacerlo fue con la creación de la revista infantil Mister K, donde consiguió que le dejaran tres páginas para cada historieta. Puede parecer poco, pero cuando hay talento es suficiente. Esta serie sobre un robot del siglo XXX que quiere ser periodista se convirtió en un carrusel de ideas a cuál más brillante, jugando con los conceptos de la ciencia ficción y erigiéndose en una cima hilarante que podría haber marcado época. Por desgracia la serie decayó cuando se redujo a dos páginas por entrega y desapareció con el cierre de la revista, después de haber dejado, eso sí, algunos de los mejores y más divertidos momentos del cómic reciente.
100 BALAS (B. Azzarello y E. Risso, 1999-2009) Aunque al final la conclusión fue un tanto precipitada y, por ello, no todo lo satisfactoria que a los lectores nos habría gustado, resulta imposible abstraerse de la calidad de esta serie. Del punto inicial de partida, un misterioso personaje (el Agente Graves) que entrega a ciertas personas maletines con una pistola, balas irrastreables y un dossier con pruebas de quién les ha arruinado la vida, para que hagan con ello lo que crean oportuno, poco quedaría a medida que se iba descubriendo una trama de conspiraciones y poderes en la sombra, pero sus grandes momentos pertenecen principalmente a las pequeñas historias de gente corriente enfrentada a situaciones límite que tan bien supo desarrollar Azzarello. Una serie icónica e influyente.
DEATH NOTE (T. Oba y T. Obata, 2003-2006) Uno de los grandes fenómenos del manga en esta última década. El punto de partida, un joven que encuentra un cuaderno que provoca la muerte de aquellos cuyo nombre se escribe en él, pronto desemboca en una partida de ajedrez a muerte entre dos mentes brillantes con un debate filosófico de fondo: quien mata monstruos, ¿acaso no se convierte también en un monstruo? La obra es algo irregular pero está bien cerrada, lo que desde luego es de agradecer. Fue adaptada a la animación con gran éxito y posteriormente llevada al cine. Algo lento en ocasiones (¡hay páginas y páginas con los protagonistas planeando sus movimientos!), pese a todo te engancha desde el principio y ya no te suelta.
LA LIGA DE LOS CABALLEROS EXTRAORDINARIOS (A. Moore y K. O'Neill, desde 1999) Una de las mejores noticias que nos dejó 1999 es que Alan Moore regresaba, y lo hacía a lo grande, creando nada menos que cinco nuevas cabeceras en su sello America's Best Comics. Aunque a la larga semejante estajanovismo creativo se vino lógicamente abajo y hoy poco queda de aquel estallido, hay que reconocer que el nivel creativo fue muy alto y que cualquiera de las cabeceras tendría sus méritos para estar en esta lista. Sí, incluso la denostada Tomorrow Stories: una colección que presenta al genio inventor Jack B. Quick desarrollando la teoría de que si los gatos siempre caen de pie y la tostada siempre cae del lado de la mantequilla, entonces si pones mantequilla en el lomo de un gato éste debería quedarse indefinidamente flotando en el aire (mejor chiste de la década) no puede caer en saco roto. Tampoco la reivindicación de la aventura pulp de estilo clásico de Tom Strong (aunque cuando Moore cedió las riendas a otros autores se convirtió en irregular, aún tuvo grandísimos momentos), ni ese personalísimo tratado de magia en que se convirtió Promethea, ni esa estupenda serie de policías en una ciudad en la que todo el mundo tiene superpoderes que es Top Ten. Pero he escogido esta serie porque, además de unir la pasión de Moore por la noción de aventura fantástica de épocas pasadas y su minuciosa atención al detalle (recreando pasajes de novela fantástica de época e integrándola en la acción, pero también prestando una atención exquisita a los complementos), tiene algunos de los momentos que más me han emocionado del cómic reciente. Y ese descubrimiento del villano en el primer volumen. Y ese Mister Hyde que se hace el amo de la función en el segundo... Una pena que luego su adaptación cinematográfica fuera tan lamentable.
LOUIS RIEL (C. Brown, 1999-2003) No deja de ser curiosa la evolución de Chester Brown, un autor que empezó su carrera con delirantes humoradas underground (la genial Ed the Happy Clown), luego se erigió en uno de los referentes del cómic autobiográfico y finalmente creó esta biografía centrada en la figura histórica de un conocido independentista canadiense. Una obra de ritmo lento, contemplativa, reflexiva, que, como queda claro en su apéndice, a veces altera los acontecimientos históricos en busca de una mayor coherencia narrativa, sacrificando incluso cualquier opción de espectacularidad que la lucha del personaje pudiera generar. Una manera diferente de abordar el cómic histórico.
MACANUDO (Liniers, desde 2002) Y cuando piensas que ya lo has visto todo, aparece alguien y te abre una nueva puerta en una pared en la que nunca habías reparado y te presenta todo un universo trenzado de imaginación, un mundo personal, mágico y repleto de personajes extraños y situaciones fantásticas que, al mismo tiempo, son esos pequeños momentos preciosos de nuestra vida en que no reparamos hasta que alguien nos los resalta; y después de ver todo esto no puedes evitar quedarte con una sonrisa de oreja a oreja. Y básicamente eso ha supuesto esta tira que Liniers dibuja diariamente para el periódico "La Nación", quizá lo más fresco que se ha visto en la prensa desde Calvin y Hobbes. Y que dure.
LOS MUERTOS VIVIENTES (R. Kirkman, T. Moore y C. Adlard, desde 2003) Como ya dije en el post del cine, ésta ha sido la década de los zombies. Y los cómics no podían abstraerse de esta moda. A Robert Kirkman, guionista también de la superheróica Invencible, le cabe el honor de haber escrito la serie definitiva de este subgénero. Partiendo de una premisa bastante típica y no muy alejada de la de películas como 28 días después (el protagonista despierta de un coma y se encuentra con un mundo infestado de zombies), es su cautivador desarrollo posterior, centrado más en las relaciones entre los supervivientes que en la lucha contra los zombies, el que hace de esta serie una lectura excepcional. Kirkman también se encargaría de desarrollar la idea de Mark Millar de convertir en muertos vivientes a los superhéroes de Marvel en Marvel zombies, igualmente con gran éxito.
PERSÉPOLIS (M. Satrapi, 2000-2003) Y el caso es que a mí Marjane Satrapi gráficamente me tira para atrás cosa mala, la propia autora reconoce que dibujaba muy mal (su carrera estaba dando sus primeros pasos), y personalmente creo que intenta copiar torpemente a David B (no en vano fue su mentor). Sin embargo resulta difícil no fascinarse ante esta autobiografía que permite observar el régimen islamista de Irán desde dentro, y además nada menos que desde los ojos de una adolescente rebelde (¡y mujer!). Y encima funcionó mucho mejor de lo esperado. Se puso de moda, se convirtió en best-seller, hablaron de la autora en los suplementos dominicales y en los espacios culturales de los telediarios y se adaptó a un film de animación que tuvo éxito, ganó el Premio del Jurado en Cannes y fue nominado al Óscar a la mejor película de animación. ¡Casi nada!
PÍLDORAS AZULES (F. Peeters, 2001) El suizo Frederik Peeters ha sido uno de los grandes descubrimientos del cómic europeo en esta década, realizando unas cuantas obras excelentes en las que ha sabido imponer un estilo personal independientemente del género de la historia. Aunque ya había firmado un par de obras anteriormente, la mayor parte del público descubrió a Peeters con esta obra, una impresionante narración autobiográfica en la que se cuenta su historia de amor con Cati, una seropositiva, y cómo la pareja convive con la enfermedad. Una obra maestra que le valió el reconocimiento de crítica y público y a la que seguirían Constellation, Lupus, Koma, RG o Paquidermo. Todas enormes y muy recomendables también.
POWERS (B.M. Bendis y M.A. Oeming, desde 2000) Brian Michael Bendis se ha convertido, gracias a su decompressive storytelling, sus diálogos reiterativos ("¿Reiterativos? Sí, reiterativos. Reiterativos, vale.") y su manía de sostener éstos con viñetas repetidas, en una broma recurrente de ADLO! (y de cualquier aficionado), al tiempo que su (mucho) trabajo para el mainstream perdía frescura y caía en lo repetitivo. Pero conviene recordar que Bendis se convirtió en guionista estrella por una serie de obras bastante inspiradas (ahí estaba Alias, por ejemplo), y que todavía sigue adelante con una de ellas, esta historia de una división de policías que se dedica a investigar casos en los que hay superpoderes implicados, centrada en una pareja de detectives formada por un ex-superhéroe que perdió sus poderes y una policía pequeña pero impulsiva y violenta. Aunque a nivel personal diré que no soy muy fan de Oeming y que el estilo narrativo de Bendis es el mismo y que, aunque aquí funciona mejor, también en ciertos pasajes puede hacerse pesado... Pero es que aquí Bendis se ve libre para hacer cosas y tratar temas que no podría desarrollar en Marvel, y la historia lo nota, para mucho mejor. Total, una lectura amena y recomendable.
PYONGYANG (G. Delisle, 2003) Extraordinario retrato desde dentro de uno de los regímenes autoritarios más cerrados del planeta, este cómic narra la estancia de Guy Delisle, su autor, durante varios meses en Corea del Norte como supervisor de un equipo de animadores. Mitad porque narrativamente está más inspirado, mitad porque el entorno que observa es, por más cerrado, más fascinante, resulta superior a los otros dos libros que ha publicado partiendo de premisa similar (su estancia temporal en un país exótico), el anterior Shenzen y el posterior Crónicas birmanas, que de todas formas son también lecturas muy recomendables.
SCOTT PILGRIM (B.L. O'Malley, desde 2004) Uno de los grandes fenómenos del cómic indie reciente. El cruce (¿definitivo?) entre el slice-of-life y la cultura del videojuego no parece tener un argumento demasiado prometedor: a grandes rasgos es la historia de Scott, un joven sin oficio ni beneficio que se enamora de una chica y que para estar con ella debe vencer a sus siete ex-novios malvados. Sin embargo tiene mucho más calado del que parece, chistes y ocurrencias geniales y una galería de personajes impagable. Por ahora van cinco tomos, de los que dos han sido publicados en España, y este año, además del sexto y último, deben aparecer la película (¡¡dirigida por Edgar Wright!! ¡¡con Michael Cera y Mary Elizabeth Winstead!!) y el videojuego.
SLEEPER (E. Brubaker y S. Phillips, 2003-2005) Después de humanizar a superhéroes y villanos (Astro City), hermanar a los superhéroes con el género policiaco (Alias) y crear series sobre superhéroes policías (Top Ten), sobre policías que investigan a superhéroes (Powers) o directamente sobre villanos (Empire o Wanted), ¿por qué no adaptar al mundo superheróico la clásica trama del policía infiltrado? Surgida como secuela de la miniserie Point Blank, en la que por vez primera se presentaba al personaje, esta serie sobre un superhéroe infiltrado en una peligrosa organización de supervillanos que queda atrapado en ella porque han disparado al único que lo sabía aprovecha a la perfección la buena mano de Brubaker para el género negro (ya había escrito La escena del crimen, estaba escribiendo Gotham Central y posteriormente crearía Criminal) para desarrollar personajes tridimensionales y centrar la atención en las tramas y no en las batallas. Además todo queda perfectamente integrado en el universo Wildstorm y se cruza con personajes e historias ya planteadas en otras series. Pero además tienen el acierto de no alargar demasiado la historia; dos temporadas de doce números cada una (y un número entre medio en el crossover Coup d'Etat) es todo lo que hace falta para cerrarlo todo de manera satisfactoria y convertirla en una serie redonda y una lectura muy recomendable.
20TH CENTURY BOYS (N. Urasawa, 1999-2007) ¿Qué decir de una saga que nos ha hecho contener el aliento a sus lectores durante varios años, a la espera de ver con qué nuevo giro iba a sorprendernos el autor? La historia de Kenji, un dependiente de supermercado que descubre una conspiración organizada por una secta que utiliza un símbolo que el propio Kenji y sus amigos crearon cuando eran niños (y hasta aquí puedo decir por no destripar nada de nada) se convierte en una de las tramas más envolventes y fascinantes del cómic de la década, aunque a la postre a Urasawa se le fuera un poco de las manos, la trama se alargara en exceso y desembocara en una conclusión no totalmente satisfactoria. Por cierto, la historia terminaba en 21st Century Boys, no una secuela sino una continuación directa bajo diferente título.
LA VIDA SECRETA DE LOS JÓVENES (R. Sattouf, desde 2004) Aunque es su serie Pascal Brutal la que le ha reportado mayores aprecios, a mí es esta recopilación de las historietas publicadas en el semanario satírico francés Charlie Hebdo la que me cautivó por completo. Pequeñas historias de una página presenciadas y recogidas por el autor en sus paseos, sus salidas de fiesta o sus viajes en tren, metro o taxi, que van desde el éxtasis de un bebé que descubre el sabor de sus mocos hasta los diálogos de amigas sobre delirantes encuentros sexuales, pasando por discusiones de novios, bromas estúpidas, pequeños dramas y debates teológicos. El resultado es un divertidísimo retrato de la humanidad en general, con sus genialidades, sus rarezas y sus patetismos, en el que resulta imposible no verse retratado en algún momento. Una joya que está teniendo menor eco del que merece.
W.I.T.C.H. (E. Gnome, A. Barbucci, B. Canepa y otros, desde 2001) El éxito de Harry Potter sirvió de aviso: si se les daba un producto de calidad, los jóvenes sí estaban dispuestos a leer. Hace diez años, salvo por algunas franquicias clásicas muy asentadas, el mercado del cómic infantil-juvenil estaba casi abandonado al manga. Y de repente los editores volvieron a interesarse por ese público, volvieron a aparecer revistas (en España con gran éxito la veterana Dibus, con menor suerte otras como DibuCómics o Mister K). Y volvieron a aparecer grandes obras. En Italia crearon esta historia sobre un grupo de cinco chicas elegidas como Guardianes de Kandrakar y que son dotadas con poderes mágicos basados en los elementos. Y se convirtió en un fenómeno: superventas, merchandising, serie de animación... algo a lo que no es ajeno el impresionante nivel de sus responsables gráficos (Barbucci y Canepa, también cocreadores de Monster Allergy y autores de la más adulta Sky Doll). Una serie que ya es un clásico.
YOUNG LIARS (D. Lapham, 2008-2009) Salvo por el hecho de que nos dejaba sin nuevas entregas de Balas perdidas nada había que reprocharle a David Lapham cuando decidió aparcar temporalmente su pequeña editorial y comenzar a trabajar para una grande, más teniendo en cuenta que DC estaba dispuesta a hacer sitio a sus propuestas en la línea Vertigo. Pero Lapham, quizá el autor más dotado para el género negro de la actualidad (además de su serie enseña había publicado la excelente Mátame), decidió que se estaba cansando de las limitaciones que este encasillamiento le imponía y que bien podía experimentar un poco. Así, en Silverfish ya vemos un acercamiento hacia un cierto surrealismo ya presente en las historias de Amy Racecar, pero será en ésta, su obra posterior, donde se desataría definitivamente. Lo que al principio parece una historia de género, con un grupo de personajes liderados por una chica con una bala alojada en la cabeza que suprime todas sus inhibiciones y a la que persiguen unos detectives enviados por su millonario padre para hacerla volver a casa, tiende progresivamente al surrealismo a medida que Lapham se siente más libre para experimentar con nuevos giros argumentales, hasta convertirse en una especie de Mulholland Drive que, por desgracia, terminó con la cancelación de la serie cuando ésta estaba en su mejor momento. En cualquier caso, merece la pena sumergirse en este cómic y descubrir a dónde nos lleva.
Y, para terminar, no podemos olvidar algunas obras que pudieron haber entrado también en la lista, pero que finalmente se quedaron fuera. Grandes autores como Christophe Blain (Isaac el Pirata), Daniel Clowes (Ice Haven o The Death Ray), Dylan Horrocks (Atlas), Jason (Yo maté a Adolf Hitler, El último mosquetero), Roger Langridge (Fred the Clown), Manu Larceret (Los combates cotidianos), Alex Robinson (Box Office Poison, Estafados), Seth (George Sprott) o Adrian Tomine (Shortcomings). Cómics mainstream de acción, de superhéroes como Empire (M. Waid y B. Kitson, 2000-2004), Ex Machina (B.K. Vaughan y T. Harris, desde 2004), The Ultimates (M. Millar y B. Hitch, desde 2002), Wanted (M. Millar y J.G. Jones, 2003-2004) o X-Statix (P. Milligan y M. Allred, 2002-2004); o sin superhéroes como Los Perdedores (A. Diggle y Jock, 2003-2006), Queen & Country (G. Rucka y otros, 2001-2007), Y: el último hombre (B.K. Vaughan y P. Guerra, 2002-2008). Mangas como Bleach (T. Kubo, desde 2001), Gantz (H. Oku, desde 2000) o Full Metal Alchemist (H. Arakawa, desde 2001). Y, por supuesto, producto nacional. Porque ésta ha sido una buena década para los autores españoles: por el respeto que poco a poco parece ir ganándose el sector (creación del Premio nacional de Cómic incluída, y pese a los Molina Foix de turno), por la consolidación de un mercado para el cómic de autor (aún pequeño pero con unas bases más estables que hace diez años), por la gran cantidad de autores que trabajan para el extranjero (de encargo o incluso en proyectos personales) y porque la calidad se ha situado en niveles elevadísimos; ahí están, además de los ya citados, autores como José Luis Ágreda (es necesaria una reedición de Cosecha rosa), Miguel Brieva, Luis Bustos, Luis Durán, Álex Fito (también otra de sus Raspa Kids), Miguel Ángel Martín, Max, Paco Roca, Fermín Solís y tantos otros buenísimos dibujantes, a unos cuantos de los cuales conozco personalmente y a los que, para no alargarme mucho más, he tenido la desfachatez de no mencionar (verdaderamente la confianza da asco). ¡Espero que no se molesten por eso! (Suponiendo que hayan llegado a leer hasta aquí).
Pues hala. Con esto acaba mi recorrido por los cómics de la década. Proximemente, más resumen. Algo musical. Ya veremos.
LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN TORREZNO (S. Valenzuela, desde 2002)
BLACKSAD (J. Díaz Canales y J.J. Guarnido, 2000-2005, al menos de momento)
BLANKETS (C. Thompson, 2003)
CARLITOS FAX (A. Monteys, 2004-2006)
100 BALAS (B. Azzarello y E. Risso, 1999-2009)
DEATH NOTE (T. Oba y T. Obata, 2003-2006)
LA LIGA DE LOS CABALLEROS EXTRAORDINARIOS (A. Moore y K. O'Neill, desde 1999)
LOUIS RIEL (C. Brown, 1999-2003)
MACANUDO (Liniers, desde 2002)
LOS MUERTOS VIVIENTES (R. Kirkman, T. Moore y C. Adlard, desde 2003)
PERSÉPOLIS (M. Satrapi, 2000-2003)
PÍLDORAS AZULES (F. Peeters, 2001)
POWERS (B.M. Bendis y M.A. Oeming, desde 2000)
PYONGYANG (G. Delisle, 2003)
SCOTT PILGRIM (B.L. O'Malley, desde 2004)
SLEEPER (E. Brubaker y S. Phillips, 2003-2005)
20TH CENTURY BOYS (N. Urasawa, 1999-2007)
LA VIDA SECRETA DE LOS JÓVENES (R. Sattouf, desde 2004)
W.I.T.C.H. (E. Gnome, A. Barbucci, B. Canepa y otros, desde 2001)
YOUNG LIARS (D. Lapham, 2008-2009)
Y, para terminar, no podemos olvidar algunas obras que pudieron haber entrado también en la lista, pero que finalmente se quedaron fuera. Grandes autores como Christophe Blain (Isaac el Pirata), Daniel Clowes (Ice Haven o The Death Ray), Dylan Horrocks (Atlas), Jason (Yo maté a Adolf Hitler, El último mosquetero), Roger Langridge (Fred the Clown), Manu Larceret (Los combates cotidianos), Alex Robinson (Box Office Poison, Estafados), Seth (George Sprott) o Adrian Tomine (Shortcomings). Cómics mainstream de acción, de superhéroes como Empire (M. Waid y B. Kitson, 2000-2004), Ex Machina (B.K. Vaughan y T. Harris, desde 2004), The Ultimates (M. Millar y B. Hitch, desde 2002), Wanted (M. Millar y J.G. Jones, 2003-2004) o X-Statix (P. Milligan y M. Allred, 2002-2004); o sin superhéroes como Los Perdedores (A. Diggle y Jock, 2003-2006), Queen & Country (G. Rucka y otros, 2001-2007), Y: el último hombre (B.K. Vaughan y P. Guerra, 2002-2008). Mangas como Bleach (T. Kubo, desde 2001), Gantz (H. Oku, desde 2000) o Full Metal Alchemist (H. Arakawa, desde 2001). Y, por supuesto, producto nacional. Porque ésta ha sido una buena década para los autores españoles: por el respeto que poco a poco parece ir ganándose el sector (creación del Premio nacional de Cómic incluída, y pese a los Molina Foix de turno), por la consolidación de un mercado para el cómic de autor (aún pequeño pero con unas bases más estables que hace diez años), por la gran cantidad de autores que trabajan para el extranjero (de encargo o incluso en proyectos personales) y porque la calidad se ha situado en niveles elevadísimos; ahí están, además de los ya citados, autores como José Luis Ágreda (es necesaria una reedición de Cosecha rosa), Miguel Brieva, Luis Bustos, Luis Durán, Álex Fito (también otra de sus Raspa Kids), Miguel Ángel Martín, Max, Paco Roca, Fermín Solís y tantos otros buenísimos dibujantes, a unos cuantos de los cuales conozco personalmente y a los que, para no alargarme mucho más, he tenido la desfachatez de no mencionar (verdaderamente la confianza da asco). ¡Espero que no se molesten por eso! (Suponiendo que hayan llegado a leer hasta aquí).
Pues hala. Con esto acaba mi recorrido por los cómics de la década. Proximemente, más resumen. Algo musical. Ya veremos.
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