martes, agosto 16, 2005

Mis favoritos: Hom

Carlos Giménez haciendo historia ¡Hola! He vuelto después de haber estado desconectado una semana y lo hago para hablar de uno de mis cómics favoritos: Hom.
Carlos Giménez tiene a sus espaldas una buena lista de obras maestras, pero de todas ellas mi preferida es este monumento a la solidaridad humana. La historia del hombre que, autoexiliado de los suyos, sólo y sin rumbo, es manipulado por un hongo inteligente que cae sobre su cabeza, no es sino una metáfora de todos nosotros. Partiendo de un relato de Brian Aldiss, Giménez nos lleva en una espiral descendente en la que al protagonista se le obliga a ir cada vez más lejos, a hacer cosas que ni quiere ni nunca imaginó que pudiera hacer, hasta que, utilizado hasta el límite, está a punto de morir a causa del mismo parásito que lo ha estado utilizando durante toda la historia. Es entonces cuando toda la indignación, toda la rabia, todo el coraje, estallan, en un catártico capítulo final que resulta imposible leer sin que se te ponga la carne de galina, hasta que las voces que resuenan en la cabeza de Hom ("¡no es justo!", dicen) lo hacen también en la del lector. Cuando los villanos son derrotados, no por el individuo, sino por las manos unidas de sus víctimas (y casi parece que las mismas manso del lector empujan también), el mensaje está claro: el individuo no puede sobrevivir en soledad, necesita unirse con otros, solidariamente. Ése es el mensaje que brila en cada página de la obra. Y eso que, en el epílogo, queda claro que no es un camino fácil. Hom regresa de camino a su aldea, vuelve alí de donde huyó por no estar bajo el dominio de un tirano -ahora sabe que huir no es la solución y que todos juntos podrían derrotarle, pero no va a ser fácil. La última viñeta, con otro hongo-parásito acechándole desde las ramas de un árbol, demuestra que va a haber nuevos obstáculos, que nuevos enemigos acechan. Pero ahora Hom ya sabe cómo enfrentarse a ellos.
Giménez, auténtico maestro del cómic, alcanza sus mayores cotas de expresividad en esta obra. Sin la ternura de sus obras autobiográficas, pero también libre de las limitaciones espaciotemporales de la realidad para poder crear un mundo a la medida de sus necesidades narrativas, Giménez extiende sobre el papel todo su arsenal narrativo: la composición de página, el inteligentísimo manejo del ritmo de los textos, la utilización simbólica del paisaje, el manejo del claroscuro y del rayado, la espléndida utilización de los diferentes "planos" a su disposición (especialmente del primer plano del rostro del protagonista, puesto que su viaje interior es el motor de la historia). Todo pensado (y muy bien pensado) para agarrar al lector por el corazón y no soltarlo hasta la última página.
Carlos Giménez tiene muchas obras maestras. Pero, si me tengo que quedar con una, que sea ésta. Una obra inteligente, con mensaje, y conmovedora.
TEBEÓMETRO: 5/5 eisners

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