Las libertades que Corman se tomaba con los textos originales, ya de por sí notables en toda la serie, se hacen manifiestas a la hora de adaptar las obras menos narrativas de Poe, como es el caso de El enterramiento prematuro que, más que un relato, es un ensayo sobre la terrorífica idea de ser enterrado vivo. Sin embargo, Corman coge la idea de partida y la transforma en un terrorífico relato sobre un hombre obsesionado con la posibilidad de que le ocurriera, sazonando además la historia con una trama inquietante, una atmósfera siniestra, escenas antológicas (como aquella en la que el personaje despierta en el mausoleo que se ha hecho construir con todas las medidas imaginables para el caso de ser enterrado vivo, sólo para comprobar, con progresivo horror, cómo una a una todas sus medidas van fallando), personajes icónicos (los enterradores que silban una melodía irlandesa mientras trabajan... esa tonadilla todavía me eriza los pelos cuando la escucho) y un magnífico giro final. En fin, no es una película que haya visto muchas veces, pero desde luego cada vez que la he visto la he disfrutado como un enano.
Y PARA COMPLETAR UNA SESIÓN DOBLE LE PODÉIS AÑADIR: otra de mis favoritas del ciclo Poe, El cuervo, teórica adaptación del famoso poema en la que Corman y el novelista Richard Matheson, conscientes de la imposibilidad de levantar toda una película sobre un poema lúgubre, construyen un guión que se olvida del original antes de los diez minutos para levantar un autoparódico, divertido y muy disfrutable cuento sobre brujos enfrentados protagonizado nada menos que por Vincent Price, Peter Lorre y Boris Karloff, con un joven Jack Nicholson como escudero. El enfrentamiento final entre Price y Karloff es impresionante. No exactamente en el tono de Poe, pero te lo pasas en grande, y eso es mucho.
Mañana, más...
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