martes, abril 26, 2005

Nieve en Buenos Aires

Pues nada, que hoy me ha dado el punto y me ha apetecido reseñar un clásico...
Desde que lo leí, creo que tiemblo cada vez que nieva...
Empezó a publicarse en 1957, y mantuvo en vilo a sus lectores durante 106 semanas. Mucho más oscura y catastrofista y, por supuesto, mucho más densa (con sus distintos niveles de lectura) que la ciencia-ficción americana de esa misma década (los cómics de la EC son muy ingenuos a su lado), casi 50 años después de su realización conserva todavía toda su magia y su capacidad de fascinación. Cuando me hice con él me lo tuve que leer de un tirón, porque me vi incapaz de desengancharme ni un solo momento. Una OBRA MAESTRA, con mayúsculas, de la historia del cómic mundial, que tengo entre mis lecturas de cabecera y entre los cómics que me llevaría a una isla desierta. Una obra de lectura obligada: El eternauta. En concreto, la primera versión de la primera parte de la obra, que hicieron Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López.
La historia comienza con una sencillez argumental aplastante. Un grupo de amigos, reunidos en casa de uno de ellos (la de Juan Salvo, el protagonista), se ven atrapados en su interior por una nevada cuyos copos están cubiertos de una radiación letal que mata al contacto con la piel. Creo que leí que Oesterheld partió de la idea de unos robinsones que se ven náufragos en su propia ciudad. Pero a partir de aquí el guionista, superando un ya de por sí brillante punto de partida, no hace sino dar nuevos giros argumentales y sorpresas constantemente, y la historia se convierte en una bola de nieve (nunca mejor dicho) que va creciendo en emoción e intensidad a medida que los protagonistas intentan sobrevivir y descubrir qué está pasando, salen al exterior, encuentran a otros supervivientes, se enfrentan a... Bueno, no, me callo. Lo último que quisiera es chafarle a nadie las sorpresas de la narración que a mí me mantuvieron en vilo, me cortaron la respiración y me pusieron los ojos como platos. Prefiero ser parco en detalles. Para los que no conozcáis esta obra (es difícil de encontrar a causa de problemas de derechos que todavía colean), si queréis saber cómo es leerla, coged 20th Century Boys, multiplicad la intensidad por diez, y luego imaginad cómo se sentían los lectores de hace cincuenta años (mucho más "inocentes" que los de ahora) al leerlo. Pues eso.
Por cierto, que después de leer esta obra y alguna más (especialmente esa otra obra maestra que es Mort Cinder), tengo a Oesterheld en mi Santísima Trinidad de los guionistas del noveno arte, junto a Alan Moore y a René Goscinny. Qué pena que el único de los tres que escribía en nuestro idioma sea también el menos conocido.
TEBEÓMETRO: 5/5 eisners

Por cierto, aquí os pongo también una interesante página dedicada a la historia de la historieta argentina. Qué impresionante cantidad de grandes nombres ha dado este país al cómic, señores...

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