viernes, diciembre 16, 2005

Lynch meets Lovecraft

Está usted invitado al fin del mundo
La pasada semana tuve la ocasión de ver The Birthday, la película de Eugenio Mira inédita en nuestro país. Y, ciertamente, si bien no es que me extrañe que no haya sido un éxito, sí que me extraña que ni tan siquiera haya llegado a estrenarse, porque es muy superior a muchas películas que sí encuentran su hueco en la cartelera.
Destinada, quizá desde su misma concepción, a convertirse en una película de culto a redescubrir en el futuro, The Birthday es, en efecto, una película fallida, pero con un cúmulo de aciertos tan arrollador como fascinante. Su mayor problema es una estructura de guión poco común: la teórica trama principal (una secta que pretende hacer nacer a su Dios en plena fiesta) no asoma por la película hasta la hora de metraje, y cuando lo hace resulta extremadamente confusa. La película, además, no sigue en absoluto el típico esquema de progresión narrativa, sino que se centra en los devenires de un personaje que, incapaz de asumir su protagonismo, sólo puede dejarse llevar por los acontecimientos. Como su protagonista es incapaz de controlar nada (sólo al final, cuando ya ha tocado fondo, se muestra decidido y se enfrenta al mal como el clásico héroe de serie B de toda la vida), la historia avanza a través de situaciones incómodas, miradas extrañas, diálogos hostiles y, en general, continuas digresiones que no aportan mucho a la trama.
Sin embargo, no deja de ser éste, a su vez, un punto fuerte, casi hipnótico. Al elegir a un personaje tan fuera de lugar como Norman (un recuperado Corey Feldman) como eje narrativo, se pierde cualquier posibilidad de encontrar explicación a los hechos. A sus ojos, punto de vista que adopta el espectador, lo cotidiano es tan extraño y amenazador como lo fantástico. Durante la primera hora de película, colosal, nos encontramos en la comedia romántica que habría realizado el David Lynch de los 80: claustrofóbica, enfermiza, llena de detalles perturbadores y personajes extravagantes. Desde la decoración del hotel, amenazante en su solemnidad, hasta el sonido constantemente chirriante de los gigantescos altavoces, en constante y ensordecedor feedback (es curioso lo poco que suele utilizar el cine español la textura del sonido como elemento narrativo con la que tanto juega gente como por ejemplo David Lynch), todo contribuye a crear una atmósfera desasosegante. Puedo jurar que la primera hora de película me parece una auténtica maravilla.
A partir de aquí, sin embargo, y partiendo del tropiezo, por supuesto fortuito, de Norman con la historia lovecraftiana, la película pierde gas. La decisión de los autores de seguir únicamente a Norman hace que todo resulte muy confuso (hasta el punto de que probablemente muchos espectadores la abandonen a esta altura), porque el universo creado por Eugenio Mira tiene vida propia, y, a diferencia de lo que ocurre en las películas típicas de Hollywood, los personajes siguen moviéndose cuando el público no está mirando. Por ello, cuando Norman llega (generalmente tarde) a los lugares donde ha ocurrido algo importante, el público comparte con él el estupor de no comprender lo que pasa. Como concepto es brillante, pero en la película no termina de funcionar, más por cuanto algunas explicaciones se ven dificultadas por ruidos ensordecedores que tienen su origen en otras situaciones de la película (y el público, como Norman, no se entera de nada). Y así se llega al climax, pura confusión, puro caos (es el fin del mundo, a fin de cuentas), con una sucesión de acontecimientos perturbadores, como unas escenas sin sonido o la aparición de un "monstruo" sumamente inquietante (siempre visto en segundo plano o de refilón), hasta que el buenazo de Norman por fín asume su condición de héroe de la película y se convierte en una especie de Ash desatado antes de un final abierto igual de perturbador que el resto de la película.
En fin, reconozco que no es una película para recomendar a todo el mundo y que tiene agujeros de guión realmente enormes... pero a mí me tuvo hipnotizado durante dos horas y eso no lo consiguen tantas películas. Si es capaz de volver a crear una atmósfera semejante en su próxima película, pero la arropa con un guión construído sobre cimientos más sólidos, Eugenio Mira podría regalarnos algo muy grande en un futuro no muy lejano.
GENIÓMETRO: 3,5/5 coreys


P.D.: ¡Y este fin de semana, todos al Centro Cultural de La Almozara a las Jornadas del Tebeo! ¡Con una mesa redonda con autores como Calvo, Bernal, Kalitos o Azagra! ¡Presentación de los Bonilla! ¡Regalarán Malavidas! ¡Veréis vivo a Burz! ¡¡¡Y tres mil elefantes!!! No os lo perdáis...

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