miércoles, diciembre 13, 2006

¡¡La Página 36 cumple dos años!!

Vaaaya, así que tú eres uno de los cuatro que pasan el ratón por encima de las imágenes para ver lo que comento, ¿eh?
¡Cómo pasa el tiempo! Hoy se cumple nada más y nada menos que el segundo aniversario de este blog. Casi nada. Parece que fue ayer cuando empecé... y ahora tengo una columna de archivos que ya no sé dónde meterla.
Bueno, pues voy a aprovechar un día tan especial para responder a una de las preguntas que más em ha estado haciendo la gente desde que empecé.
¿Por qué "La Página 36"?
¿Y por qué no?
Vale, vale... Lo explico. Hace unos años hacía un fanzine de cómics llamado "Alert Boy", y el último día de entrega de los dibujos, justo antes de cerrar la maquetación, me di cuenta de que faltaba una página. Sí, justamente esa, la que va entre la 35 y la 37. De modo que hice un cómic de una página improvisando el guión sobre la marcha, y lo titulé "La Página 36". Era un cómic bastante vacío, pero divertido; un ejercicio de metalingüismo en el que el cómic describía lo bueno que era el propio cómic. Una página de relleno, pero con un par de chistes buenos. Posteriormente continué utilizando el nombre.
Pero el número 36 es mucho más que una elección casual. Para empezar, es un número mágico, con bastante peso en la tradición esotérica y cabalística (leed El péndulo de Foucault). Tiene numerosas propiedades matemáticas, entre ellas que es la suma de dos números primos, que es la suma de los cubos de los tres primeros números enteros y que es divisible por la suma de sus dígitos. Es también la base numérica más alta que soportan muchos sistemas de ordenador utilizando como dígitos los números del 0 al 9 y todas las letras de la A a la Z (evidentemente, no eran ordenadores españoles o llevarían la Ñ). Es también la décima parte de 360, el número de grados de un giro completo; y, para fans de Perdidos, es la tercera parte de 108, la suma total de los números chungos.
36 es el código ASCII para el símbolo del dólar y el número atómico del Kriptón, gas noble producto de la fisión nuclear del uranio, uno de cuyos isótopos fue utilizado por la Oficina Internacional de Pesos y Medidas para establecer la longitud del metro a partir de su longitud de onda, entre 1960 y 1983. Es el número de horas que hay en exactamente un día y medio. Es el número de teclas negras de un piano. Es también la anchura en kilómetros del Estrecho de Gibraltar. Es, según la tradición judía, el número de personas buenas que hay en cada generación y cuyos mérito permiten que el mundo siga existiendo. Es también el número más alto de la ruleta. Y, en fin, muchas más cosas que podéis encontrar aquí.
Pero mi referencia favorita es la de la Maniobra 36 que bautizó el Pianista allá por julio. Si tengo que escoger una razón por la que mantener el título que, más o menos aleatoriamente, puse a este blog, es ésta con la que me quedaría.

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