martes, febrero 19, 2008

Increíble pero mentira: una historia de los falsos documentales (parte 1)

Ahora que el formato está en su apogeo, con obras que van desde la falsificación contrafactual de C.S.A. hasta la provocación con cámara oculta de Borat, pasando por la sitcom de The Office y el testimonio en video de The Blair Witch Project y seguidoras, REC y Cloverfield incluídas, no cabe duda de que el género del falso documental ha sido uno de los grandes hallazgos de la narración audiovisual de los últimos años. Favorecido por una estética que permite presupuestos bajos (y que progresivamente se ha hecho más popular gracias a la era del Youtube) y, de rebote, por el auge en popularidad conseguido por los documentales desde el boom mediático de la serie Cops y de Michael Moore y su Bowling for Columbine, el género vive una Edad de Oro que está dando algunos frutos realmente brillantes.
Si bien la famosa retransmisión radiofónica de La Guerra de los Mundos de Welles en 1938 supone ya un antecedente por su similar utilización de un formato popularmente asociado a la no ficción, el origen del género se debe no tanto a una influencia directa como a la habituación del público (y de los realizadores) al lenguaje visual, primero, de los documentales, y, posteriormente, de los reporteros televisivos de noticias, que finalmente (como en su momento hizo Welles con los noticieros radiofónicos) serían utilizados para obras de ficción.
Por ello, no es de extrañar que el origen del género fuera televisivo. Parece ser que el primer falso documental (o, al menos, el primero en tener cieto eco) se produjo en 1957, curiosamente no en un programa de humor sino en un conocido y popular programa de documentales de la BBC. Fue allí donde, a modo de celebración del April's Fool (el equivalente por aquellos pagos de nuestro Día de los Inocentes, solo que ellos lo celebran el 1 de Abril), y a propuesta del cámara Charles de Jaeger, se produjo una pequeña pieza de tres minutos en la que se hablaba de los cultivos de árboles de spaghettis en Suiza. Tras la emisión, la BBC recibió cientos de consultas sobre la autenticidad del reportaje o sobre el modo en que se podían cultivar aquellos árboles.

A partir de ahí, la falsificación de la realidad comenzaría a ser cultivada regularmente, algo a lo que no sería ajeno el bajo coste de una producción de este tipo, algo nada desdeñable cuando comenzaban a notarse los primeros síntomas de un estancamiento económico global (que se convertiría oficialmente en crisis con la subida del precio del barril de petróleo en 1973), y coincidiendo además con el auge del cine independiente, que precisamente no tenía demasiado dinero para invertir.
El inglés Peter Watkins sería el pionero en aprovechar las posibilidades dramáticas del género para realizar un cine de alta carga política. Tras utilizar la técnica en varios cortometrajes, en 1964 Watkins grabaría para la BBC su primer largometraje, un documental sobre la batalla de Culloden (en 1746) como si fuera un reportaje de guerra, con el cámara en medio de la acción, imitando (con toda intención) las imágenes que en aquellos momentos se retransmitían de la Guerra de Vietnam. Al año siguiente Watkins iría mucho más lejos con The war game, en el que a modo de documental histórico se muestran las consecuencias de un conflicto nuclear para la población de una pequeña localidad inglesa en las que cae un misil nuclear soviético. Este documental iba a ser emitido en 1966 coincidiendo con el aniversario de la bomba de Hiroshima, pero la crudeza de su descripción de los efectos de un ataque nuclear sobre Inglaterra hicieron que la BBC lo archivara y no sería emitido hasta 1985, aunque para entonces ya era una pieza de culto, había podido verse en cineclubs y había sido editado en video, e incluso había ganado el Oscar al Mejor Documental en 1966.
Posteriormente, y ya al margen de la BBC, Watkins continuaría utilizando el formato de reportaje al estilo televisivo para ilustrar comprometidas distopías futuristas. Sin embargo, el fracaso comercial de Privilege (1967), posteriormente convertida en película de culto, unido al descontento por la decisión de la BBC de no emitir The war game, llevaría a Watkins a abandonar Inglaterra y a realizar sus siguientes películas en diferentes lugares del mundo (ha vivido en Suecia, Canadá y Francia), con trabajos como The gladiators (1969, realizada ya en Suecia) o su película más conocida, Punishment Park (1970), la única que realizó en Estados Unidos, en la que, en un futuro alternativo en el que Nixon ha declarado el estado de excepción ante las protestas populares por su decisión de bombardear Vietnam, militantes por los derechos civiles son condenados a tratar de cruzar un desierto sin agua ni comida mientras son perseguidos por soldados como parte de su entrenamiento. La película se cuenta desde el punto de vista de unos documentalistas ingleses y alemanes que cubren tanto la caza en el desierto como el juicio al siguiente grupo de acusados que serán enviados al desierto.

Mientras tanto, en América, Jim McBride experimentaba con el concepto en David Holzman's Diary (1967), en el que se cuenta la historia de un joven aspirante a cineasta cuya vida se desmorona y que decide grabarse a sí mismo para hacer un documental sobre su propia vida. Un falso ejercicio de cinema verité probablemente influído por el cine experimental de la escena neoyorquina del momento (en concreto pensaba en los diarios de Jonas Mekas), que quizá fuera el primer ejemplo de película que simula partir de una grabación casera y personal, en una época en la que tener una cámara no era tan habitual como ahora.
La utilización del formato de falso documental con propósitos cómicos no tardaría demasiado en aparecer, aunque en sus primeras intentonas estarían todavía muy lejos de la verosimilitud de los trabajos de Watkins. En América el primero en intentarlo será Woody Allen, si bien Toma el dinero y corre (1969) es más una sucesión de escenas estructuradas por un hilo narrativo que simula un documental (testimonios incluídos) que un verdadero intento de simular un documental sobre hechos que hubieran ocurrido. La película, de todas formas, es muy divertida y lanzó la carrera como director de Allen, que posteriormente revisitaría el género, como se verá más adelante.
Mientras tanto, en Inglaterra el primer intento es una película para televisión llamada How to irritate people (1968), en realidad una simple sucesión de sketches engarzados con una estructura de falso documental sobre, ejem, las maneras de irritar a la gente. John Cleese, Graham Chapman y Michael Palin están presentes y algunos gags preludian a los Monty Python, pero todavía no alcanzan el nivel de subversión de sus posteriores (y míticos) trabajos. Sin embargo, sólo un año después los tres mencionados junto con Terry Jones, Eric Idle y Terry Gilliam crearían el archiconocido Monty Python's Flying Circus en el que, precisamente, pondrían patas arriba, entre otras cosas, los programas culturales clásicos; los Python harían falsos reportajes, falsas entrevistas, incluso falsos documentales (ya desde su primera entrega: mítico el sketch sobre la utilización bélica del chiste más divertido del mundo) y, en fín, cambiarían para siempre el modo de ver el serio mundo de la cultura. No será casual que después de los Monty Python la mayoría de los falsos documentales hayan optado por la comedia. Tampoco lo será que a uno de los Python corresponda el honor de inaugurar el subgénero de mayor éxito dentro de este género. Pero todo eso lo veremos en las próximas entregas.

Continuará...

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